¿Mirar el móvil por la noche altera el sueño?
Un nuevo estudio de la Universidad de Ofxord desmitifica el uso del móvil y su efecto en los ciclos del sueño en los niños
Saber en qué medida estar mucho tiempo atento a la pantalla de un dispositivo antes de ir a dormir afecta a los más pequeños debería dejar de ser una preocupación. Al menos es lo que concluye un nuevo estudio de la Universidad de Oxford, en el que se afirma que el tiempo de atención que se presta a la pantalla de cualquier dispositivo, sea móvil, portátil o tableta, tiene pocos efectos en el descanso de los niños.
Hasta ahora ha existido cierta alarma social al respecto, que se ha traducido en recomendaciones acerca de cómo regular el tiempo de pantalla y se ha concretado en limitar el uso de dispositivos electrónicos entre una y dos horas por día.
Los motivos para preocuparse se justifican. La falta de sueño es un problema creciente para los niños en edad escolar — hay trabajos que afirman que entre el 50% y el 90% de los niños de estas edades no duermen lo suficiente — , por lo que algunos investigadores señalan al uso excesivo de la tecnología como culpable.
El estudio de Oxford
Pero hay hechos que prueban que no hay tales motivos para el alarmismo. Así lo cree Andrew Przybylski, del Instituto de Internet de Oxford, quien se propuso examinar qué correlación real podría existir entre el tiempo de pantalla y el sueño en los niños.
En el estudio, publicado inicialmente en The Journal of Pediatrics y recogido esta semana en el portal New Atlas, se recolectó una gran muestra de 50.000 niños de todo Estados Unidos. Los resultados fueron bastante completos.
“Los hallazgos sugieren que la relación entre el sueño y el uso de la pantalla en niños es extremadamente modesta”, dice Przybylski. “Cada hora de pantalla estuvo relacionada con 3 a 8 minutos menos de sueño por noche”, añade.
El experto cree que el efecto final del tiempo frente a la pantalla en el sueño de un niño es intrascendente. El estudio reveló que la noche promedio de sueño para un adolescente que se abstiene de todos los usos de la tecnología fue relativamente similar a la de un adolescente que pasa unas ocho horas al día usando pantallas.
Las limitaciones del estudio
Pero hay que matizar las conclusiones. Una de las grandes limitaciones del estudio fue que agrupó el tiempo total global de la pantalla en una sola cifra diaria. Por tanto, añaden los propios investigadores, no hay detalles exactos que sugieran si el tiempo de pantalla más cerca de la hora de acostarse interrumpe específicamente el sueño.
Sin embargo, Przybylski señala que el hallazgo general de que no hay un vínculo inherente entre el tiempo de la pantalla y la duración del sueño es claro, independientemente de las limitaciones. Cree que lo correcto sería considerar otras variables cuando se considera a los niños y al sueño.
“Centrarse en las rutinas a la hora de acostarse y en los patrones regulares de sueño» son estrategias más efectivas para ayudar a dormir a los jóvenes
“Centrarse en las rutinas a la hora de acostarse y en los patrones regulares de sueño, como los horarios de despertar constantes, son estrategias mucho más efectivas para ayudar a los jóvenes a dormir que las pantallas de pensamiento en sí mismas desempeñan un papel importante”, dice Przybylski.
“Las pantallas están aquí para quedarse, por lo que se necesita una investigación transparente, reproducible y sólida para descubrir cómo nos afecta la tecnología y cómo podemos intervenir mejor para limitar sus efectos negativos”, concluye Przybylski.