Las peores playas del mundo
Si se trata de desconectar en la playa, estos son los peores lugares: contaminaciĂłn, animales, aviones a pocos metros, masificaciĂłn...
Descansar en la playa es el sueño de millones de personas. Pero cuando tantos individuos tienen la misma idea, el paraíso puede ser un infierno: donde hay masificación llega la suciedad, la lucha por unos centímetros de arena es la guerra del verano y llegar hasta el mar puede ser una carrera de obstáculos. Pero también hay sitios donde los aviones aterrizan al borde mismo de un balneario, o islas paradisíacas e inhabitadas que se convierten en un basurero por la desidia y el toque de gracia de las corrientes marinas.
5. Dameisha (China)
La playa de Dameisha, en la ciudad de Shenzhen (al sur de China) es una de las más populares en el país más poblado del mundo. Encontrar un lugar durante el fin de semana de verano es una proeza. Pero si ya está sumamente masificada, en el festival del Barco Dragón que se celebra a finales de mayo, una multitud convierte los 160.000 metros cuadrados de playa en un vertedero de basura.
En cada edición, casi 500.000 personas pasan la noche brindando y cantando, pero cuando terminan los festejos, más de 362 toneladas de basura quedan como si un huracán hubiera arrasado un pueblo. Esterillas, calzados, latas de bebida, plásticos y toallas quedan desparramados con miles de objetos que, con paciencia, los trabajadores municipales se empeñan en recoger. Pero dado que es una de las playas más concurridas de China, muchos turistas se resignan a la suciedad y tratan –como pueden- de disfrutar del sol.
4. Copacabana (Brasil)
Las playas de Rio de Janeiro son preciosas: arenas finas, aguas cálidas, y un culto al cuerpo que deslumbra a los turistas. Pero la «ciudad maravillosa», además de recibir a más de un millón de extranjeros en la temporada alta, tiene una población de 6,5 millones. Y las playas, como las de Barcelona, están a pocos pasos de la ciudad. Conclusión: los fines de semana de diciembre a febrero es imposible encontrar un lugar.
Esos días no se puede caminar sin chocar o rozar a otras personas, y eso siempre que haya suficiente suerte para poner una sombrilla en la arena. De todas formas los brasileños, o en todo caso los cariocas, tiene fama de despreocupados y concurren a sus playas con la misma alegría con que luego beben una caipirinha en los puestos improvisados de la avenida Avenida Atlântica.
3. Isla de Henderson (Pacífico Sur)
La isla de Henderson es uno de los puntos más remotos del mundo: ubicada en el Pacífico Sur, este atolón ha estado deshabitado por siglos y el pueblo más cercano se encuentra a 250 kilómetros. Pero las corrientes marítimas juegan en su contra y más de 18 toneladas de basura llegan hasta sus costas. Así, entre cocoteros y manglares se despliegan restos de plásticos, mecheros, botellas y elementos marinos. La arena hace su trabajo y entierra la basura, por lo que las imágenes que dieron la vuelta al mundo, obtenidas por la científica Jennifer Lavers, serían la punta del iceberg.
Los investigadores han descubierto residuos provenientes de China, Japón o Chile. Como las islas Pitcairn (a la que pertenece Henderson) tienen una población de sólo 60 personas, y viven casi incomunicadas del mundo exterior, nadie se va a tomar la molestia de recoger esta basura.
2. Calangute (la India)
Al norte de Goa, la playa de Calangunte es la favorita de miles de personas que buscan una forma de aligerar el intenso calor de esta región del sudoeste de la India. Pero el turismo masivo juega en contra de la belleza de los paisajes: las playas son estrechas y las multitudes -sobre todo los fines de semana- luchan por ganar un poco de sitio, mientras los vendedores de bebidas y alimentos pugnan por hacerse oír a base de gritos y anuncios con algo de ritmo.
Pero la nota de distinción la ponen las vacas, animales sagrados para los hindúes, que están acostumbradas a abrirse paso entre los bañistas, acostarse donde les plazca, y realizar sus necesidades fisiológicas en cualquier lugar. Otra cuota de naturaleza son la legión de perros callejeros –o más bien cabría decir ‘playeros’– que se reproducen sin control y son los auténticos dueños de la playa.
1. Mahó (Saint Martin)
En pleno Caribe, una isla compartida entre Francia y los Países Bajos cuenta con arenas blancas, aguas turquesas y una hermosa fauna marina para descubrir con snorkel. La temperatura oscila en los 28 grados, y abundan los hoteles ‘all inclusive’ que sirven más cócteles que botellas de agua. ¿Qué puede ir mal? Que cada tanto un avión, hasta los gigantescos Boeing 747 o los Airbus A340 revientan los tímpanos de los turistas: la playa se convierte en una tormenta de arena y las tumbonas vuelan por los aires.
La playa de Mahó se encuentra a 25 escasos metros de la pista de aterrizaje del aeropuerto Princesa Juliana, a 15 kilómetros de la ciudad de Philipsburg. Los pilotos tienen que realizar malabares para descender sin descabezar a algún distraído. Pero los turistas lo toman con buen humor y juegan con desafiar el huracán que emanan las turbinas. Pocos llegan a resistir de pie.