Las nuevas carreteras recargarán los coches y darán luz a la ciudad
El transporte está sufriendo un cambio radical gracias a los vehículos eléctricos y la energía renovable. Las carreteras serán clave en esta transformación
La irrupción de los vehículos eléctricos en la realidad de la movilidad se ha dilatado más de lo deseado, pero cada vez son más las marcas y consumidores que apuestan por coches eléctricos y se suben al carro de la sostenibilidad.
Los taxis híbridos circulan con normalidad en las grandes ciudades españolas, y los amantes de las cuatro ruedas son menos reacios al cambio que hace cinco años. En 2017 se vendió un máximo histórico de 13.210 vehículos, duplicando las cifras del año anterior.
Esta tendencia se repite en países como Alemania o el Reino Unido, donde las ventas se han multiplicado por cinco y por ocho, respectivamente. En Noruega, una cuarta parte de los coches nuevos son eléctricos. Europa es el segundo mercado del mundo después de China.
En este nuevo paradigma ayudan tanto las decisiones de compañías como Volvo –que anunció el fin de la producción de coches impulsados por motor de combustión – como un incremento mundial del tráfico con muchos inconvenientes.
La masificación de coches, motos o camiones provoca pérdidas en productividad por valor de 140.000 millones de euros, accidentes de tráfico y contaminación atmosférica, con el 22% del CO2 emitido procedente de vehículos.
Carreteras inteligentes para coches inteligentes
Las previsiones del Foro Económico Mundial calculan que el número de coches llegará a los 600 millones en 2020, lo que requiere una redefinición no sólo de los medios de transporte que se utilizan, sino de las infraestructuras por dónde circulan.
Por este motivo, la Economist Intelligence Unit ha elaborado un informe a petición de Abertis que analiza la necesidad del Road Tech. En el trabajo se examina el papel que desempeñan tecnología e ingeniería inteligente para abordar los problemas derivados del incremento del tráfico.
El prólogo del informe distribuido por Abertis asegura que las carreteras son la plataforma crítica y universal donde tienen que operar las nuevas tecnologías. Para ello, hay que crear unas vías más inteligentes, limpias y seguras. Y las soluciones que se plantean pasan por carreteras que puedan recargar las baterías de los coches, o alimentar la iluminación de las ciudades.
Dos propuestas rompedoras
A través de bobinas enterradas en el asfalto, los vehículos generan una corriente eléctrica a su paso sobre ellas, cargando así su batería de forma inductiva y permitiendo alargar la autonomía del motor hasta conectar ciudades.
Estos carriles de carga eléctrica presentan dos retos, conseguir que la eficiencia de transferencia eléctrica se mantenga de forma regular en las bobinas y que el coste se reduzca. Los cálculos actuales estiman que cada kilómetro puede costar cerca de dos millones de euros.
Además, dada la amplia red de carreteras que puebla la mayoría de países del mundo, las administraciones públicas valoran cada vez más conseguir que produzcan energía.
Para lograrlo se propone experimentar con energía a partir del propio tráfico, que podría alimentar ciudades enteras. A través de cristales y cerámica instalados en la superficie de las carreteras, se produce electricidad con el paso de los vehículos que circulan sobre ellos. La opción de instalar paneles solares en autovías y autopistas también es una posibilidad.
El futuro ya está a prueba
Estas propuestas de nuevas infraestructuras quedan lejos de implantarse a gran escala en los próximos cinco años, pero ya han sido probadas en distintas partes del globo. Las cargas inductivas han sido experimentadas en ciudades como Génova, Turín o Milton Keynes.
El gobierno israelí, en cambio, produjo energía gracias a la circulación de los coches en un proyecto que costó al gobierno 650.000 dólares por un kilómetro de carretera.
Algo más costoso fue para Francia la instalación del kilómetro de la primera carretera de paneles solares del mundo. A razón de cinco millones de euros, las farolas de Torouvre-au-Perche recibían energía gracias a esa inversión.