Las apps fintech rompen los hábitos bancarios
En 2018 se descargaron 3.400 millones de apps fintech, incrementado la interacción banco-cliente y acercando los servicios bancarios a los "sin banco"
Se considera que 2018 supuso un «punto de inflexión» para la tecnología financiera, tanto para compañías fintech como para usuarios. Con una base mundial de 4.000 millones de teléfonos móviles, el año pasado se descargaron 3.400 millones de apps bancarias y financieras.
También lo fue para los fondos de inversión: el año pasado las compañías fintech captaron 35.000 millones de euros en inversiones, un 120% más que en 2017, según datos de CB Insights.
El ritmo de adopción de las apps fintech, propiciado por una mayor confianza de los consumidores y una estrategia que prioriza la prestación de servicios financieros a través del móvil, se traduce en un fuerte crecimiento de este tipo de apps.
Mayor uso de apps financieras
En términos generales en todas las regiones las apps financieras y fintech están cambiando los hábitos bancarios, incluyendo la frecuencia y forma de interactuar y de relacionarse con los bancos y entidades: en Reino Unido, por ejemplo, en el último año se ha incrementado el uso a apps financieras hasta un promedio de casi una interacción bancaria por usuario y día.
También se ha incrementado el tiempo de sesión, lo que agiliza el consumo de los servicios financieros, facilita el control de las finanzas personales y propicia la selección de productos interbancarios de los clientes.
Como ejemplo, según datos del comparador de productos de financiación personal iAhorro, en el ámbito inmobiliario «las apps de fintech han reduciendo el plazo de contratación de hipotecas de tres meses a uno,» dicen desde la compañía.
Este cambio en el hábito de los usuarios supone «presión a la banca tradicional para conservar su relevancia frente a la competencia de las compañías fintech», si bien muchas de estas compañías fintech están respaldadas o financiadas por la banca tradicional, que más que verlas como una competencia las encara como una oportunidad para mejorar sus productos y ofrecer más valor al cliente.
En las regiones en vías de desarrollo su uso es todavía más acentuado: en India su crecimiento con respecto a 2016 fue de más de un 200%, y en Indonesia su uso creció hasta casi un 400% también con respecto a 2016, según datos de la firma App Annie.
El móvil, clave para las microfinanzas digitales
La intensidad del crecimiento de las apps financieras guarda una estrecha relación con las regiones donde el acceso a internet se produce incluso únicamente a través del móvil; en gran medida en estas regiones las apps posibilitan servicios financieros a personas que de otro modo quedarían fuera del circuito bancario.
Esto se debe a que el móvil es la vía de acceso a internet en numerosas zonas en desarrollo que carecen de infraestructuras de telecomunicaciones terrestres por cuestiones geográficas, económicas y políticas. Simplemente es mucho más asequible un móvil con conexión a internet que el acceso a un ordenador con conexión por cable, satélite o fibra.
La combinación de teléfono móvil, internet y apps financieras posibilitan el acceso a servicios financieros a personas que no tienen acceso físico a los bancos, o que carecen de historial crediticio, identificación o que simplemente no tienen una dirección postal.
La democratización de los servicios financieros
Según la ONG Fundación Sajida las apps bancarias están «democratizando» servicios financieros como los depósitos, las transferencias, los créditos al consumo y sobre todo los microcréditos, como sustituto de las tarjetas de crédito tradicionales.
Los microcréditos a través del móvil permiten, especialmente en estas regiones en desarrollo, tanto acceso a dinero (efectivo y «dinero móvil») como a servicios y bienes básicos como el gas o electricidad, cuyo consumo se paga a través de del móvil de forma intermitente y según la necesidad y la situación económica de cada momento.
Estas microfinanzas digitales, como las impulsadas por la ONG Fundación Sajida en Bangladesh, acercan los servicios bancarios a personas con bajos recursos y sin acceso al sistema bancario tradicional.
Servicios financieros para los «sin banco»
Los microcréditos flexibles permiten, por ejemplo, que numerosas personas sorteen los períodos de menores ingresos (caso de ingresos vinculados a los ciclos agrarios) de forma flexible, discreta y adaptada a las necesidades individuales.
Según la Fundación Sajida esta irrupción de las microfinanzas digitales supone además que finalmente «las instituciones financieras de consumo masivo se están acercando al segmento de las personas con ingresos bajos,» a la vez que las apps fintech se incorporan nuevos clientes al sistema diseñando productos financieros en concordancia con sus necesidades individuales.