El pollo de corral oculta una treta que desvelan productores y patronal

Los productores de pollo ecológico y la patronal de criadores señalan las tretas que oculta la carne que se vende como “ave de corral”

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El precio marca una enorme diferencia entre ambos productos que, en teoría, son muy distintos. Precio del kilo del pollo (industrial) en el supermercado: 2,18 euros. Precio del kilo de pollo de corral en la misma cadena: 4,95 euros. La brecha hace pensar al consumidor en una enorme diferencia de calidad. Pero los productores ecológicos de pollo denuncian que ambos productos son casi lo mismo. Y la gran industria prácticamente les ha dado la razón.

Los ganaderos de cría ecológica están convencidos de que, detrás de los pollos de corral, hay una enorme operación de marketing que, en muchos casos, sólo es maquillaje.

“Hay confusión en el consumidor. El pollo de corral no tiene nada que ver con el ecológico. El de corral come lo mismo que los pollos industriales, que están encerrados durante toda su vida en granjas. Pueden ser más amarillos por alimentarse de maíz pero tampoco sabemos si es transgénico”, explica Jeromo Aguado, productor ecológico de pollos en Palencia y miembro del grupo de producción Avicultura Campesina, que produce unos 6.000 pollos al año y que sólo se comercializan a través de una red de amigos, conocidos y grupos de consumidores ecologistas.

La patronal asegura que el pollo del corral cuesta el doble pero tiene la misma calidad que el industrial

El productor asegura que una carne de pollo de corral puede tener una calidad muy similar a la industrial. Se trata –a su juicio– de productos de pobre calidad. La patronal de los grandes productores, Propollo, también considera que la calidad entre ambos productos es muy similar y que no hay razón objetiva para considerar al pollo de corral como un mejor producto. Pero sostiene que los estándares de calidad son elevados.

Una categoría en crecimiento

La patronal, que aglutina a los grandes productores españoles, admite que el pollo de corral no es más nutritivo o de mayor calidad que el producido de forma intensiva y que se vende a mitad de precio en las estanterías de los supermercados.

“Los pollos de corral crecen más despacio y viven en libertad. Pero tienen el mismo contenido de proteínas y las mismas cualidades nutricionales. Se ha extendido la falsa idea de que los pollos que crecen al aire libre son mejores. Pero casi nunca se explica, por ejemplo, que algunos pollos en libertad no comen lo suficiente o se pican entre sí porque compiten por comida. En cautividad, todos tienen comida de sobra y crecen con el mismo tamaño. Además, el pollo de corral tiene un sabor más fuerte, pero también tiene más grasa”, explica el portavoz de la Propollo.

Hace 20 años, Coren, el cuarto productor en España, comenzó a criar pollos de corral en el sur de Ourense con el propósito de ofrecer carne de pollo con sabor tradicional. Tras el éxito de la apuesta con un centenar de pequeños y medianos productores, el resto de las grandes marcas (Grupo Sada, Valls Companys y Uvesa) se sumaron y ahora toda la industria se ha apuntado a una categoría en franco crecimiento.

Leyendas urbanas

La patronal explica que el consumidor tiene la percepción de que la producción industrial mantiene a los pollos hacinados y con luz las 24 horas, algo que –asegura- es una “leyenda urbana”.  

También aclara que en España están prohibidas las hormonas para hacer crecer los pollos con una velocidad acelerada, tal como es tradición en los Estados Unidos. La patronal sólo reconoce grandes diferencias con la carne de pollo ecológica. Pero por su precio y por su escasa producción, no es considerada una competencia. El kilo de pollo ecológico ronda los 10 euros, cinco veces más que el industrial.

La Asociación en Defensa de los Animales, ANDA, asegura que antes recomendaba el consumo de pollo de corral sobre el industrial. Ahora, con una legislación ambigua y poco clara, tienen más dudas que certezas. La realidad es que el consumidor, para elegir, sigue desconociendo cuál es la alimentación de los pollos. La ley no obliga a explicarlo en el etiquetado. 

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