La guerra del ciberestado chino contra el mundo
DespuĂ©s de conquistar el internet domĂ©stico, los actores chinos se dirigen cada vez más hacia el extranjero para atacar a los enemigos del paĂs
Hubo una época en la que China solo controlaba la información y los datos virtuales que pretendían entrar en sus fronteras. Buscadores, webs, plataformas y servicios mundialmente populares han sido sistemáticamente bloqueados en el país más poblado del mundo, pero de unos años para acá China también se ha abocado a controlar lo que comparte con el resto del mundo.
En 2015, los investigadores de la organización canadiense de activismo digital Citizen Lab acuñaron el término «Gran Cañón» para describir su descubrimiento de la guerra que China había iniciado contra el mundo en internet. Era la continuación del «Gran Cortafuegos», la maquinaria de las autoridades chinas para combatir los datos del extranjero, fueran de Google o de la versión en mandarín del New York Times.
La historia completa de los arquitectos de la represión digital china la recoge el periodista James Griffiths en el libro The Great Firewall of China: How to Build and Control an Alternative Version of the Internet (El Gran Cortafuegos de China: Cómo construir y controlar una versión alternativa de internet), que se editará en marzo de 2019.
«Habiendo conquistado internet en casa», los arquitectos del Gran Cortafuegos empezaron hace unos años a «dirigirse cada vez más hacia el extranjero para enfrentarse a los desafíos de su sistema de control y censura, independientemente de dónde vinieran», explica Griffiths en un avance del libro que publica la web de MIT Technology Review.
La guerra de China contra el mundo se libra en la web
La tesis principal del autor es que China tiene una presunta guerra abierta contra el mundo que tiene como estadio el ciberespacio. Algunos ejemplos de ataques de hackers de los últimos años sirven para explicar la estrategia de los actores chinos para «perseguir a los enemigos del país dondequiera que estén, utilizando los medios que hagan falta».
En diciembre de 2018, por ejemplo, se informó de que cuatro años antes unos «hackers» chinos orquestaron un ataque contra una base de datos de clientes de Marriott, que habría expuesto datos personales de 500 millones de personas y provocado pérdidas de 1.000 millones de dólares a la cadena hotelera.
El ataque a Marriott sucedió en 2014, pero no se hizo público hasta 2018. Según Griffiths, esto se debe a que las compañías están ocultando los ataques para no dañar sus relaciones con China. La cadena de hoteles ya se había metido en un lío con China en enero de 2018, cuando tuvo que disculparse públicamente por referirse al Tíbet y a Hong Kong como países independientes.
El periodista alega que la persecución de las autoridades chinas mediante ataques que de momento son desconocidos para el público ha llegado al punto de poner en jaque los sistemas de las aerolíneas y otras compañías por el «crimen» de identificar incorrectamente el país al que pertenece Taiwán.
A esto se suman ofensivas ya harto conocidas, como el ataque a la empresa estadounidense de software Github, que patrocinó dos proyectos de una organización anticensura con sede en China. Por permitir que los ciudadanos chinos pudieran visitar sitios prohibidos en el país, los hackers enviaron un mensaje de amenaza.
«Muchos pensaron que internet traería la democracia a China. Pero en lugar de eso, favorece la vigilancia y el control del Gobierno más allá de lo que Mao Zedong podría soñar», comentó Griffiths. No es sorpresa, entonces, que China lidere el ránking de 2017-2018 de actores amenazantes, por encima de los «hacktivistas», Rusia, los cibercriminales, Corea del Norte e Irán.