Los componentes tóxicos reducen los costes de las cosméticas
Los cosméticos tradicionales, más baratos de producir que los naturales, usan componentes que en dosis elevadas pueden perjudicar al cuerpo humano
Los champús, geles, cremas, pastas de dientes y lociones forman parte de la higiene personal de millones de personas. Los consumidores no leen la letra pequeña de las etiquetas, ni tampoco tienen por qué ser expertos en química para descifrar sus componentes. Pero una gran parte de los cosméticos tradicionales contienen, aunque sea en dosis muy pequeñas, elementos que pueden afectar a la salud, sobre todo al sistema endocrino (que segregan las hormonas).
Si bien los cosméticos tienen dosis muy reducidas de componentes como parabenos, ftalatos, benzonefonas o derivados del formaldehído en una proporción que la ley considera inocuos, el problema llega cuando algunos de ellos se utilizan con mucha frecuencia, o si es que algunos componentes se mezclan en un peligroso ‘efecto cóctel’, sin que el consumidor lo sepa. “Cuando existen 350 millones de mujeres que utilizan una media de 17 productos cosméticos al día, hay que informar para que cada individuo decida si sigue comprando cosmética tradicional o si se decanta por productos sin tóxicos”, dice Sara Werner, co-fundadora de Cocunat, la tienda on line de «cosméticos 100% libres de tóxicos».
Producir una crema natural cuesta 23 euros, pero con la cosmética convencional se puede fabricar por 3,5 o cuatro euros
Según esta emprendedora, de 12.000 ingredientes que se usan en la industria cosmética, sólo el 20% (2.400 componentes) han sido investigados en profundidad por las autoridades sanitarias. “De ellos, 1.200 tienen elementos tóxicos”, precisa en base a una estadística elaborada por la Unión Europea en el reglamento que regulan los productos cosméticos.
La producción ecológica es más cara
Si la industria tradicional recurre a elementos como parabenos, ftalatos o benzonefonas es, sobre todo, por una cuestión de reducción de costes. “Producir un cosmético natural es 10 a 20 veces más caro que uno tradicional”, dice Alejandro Martín, presidente de Acene (Asociación de Cosméticos Ecológicos y Naturales Españoles). No hay estudios sobre el monto global que se ahorra la industria convencional, pero a modo de ejemplo, Martín precisa que “una crema 100% natural tiene un coste de materia prima en torno a los 23 euros, mientras que su producción industrial oscila entre los 3,5 y los cuatro euros”. Luego, claro está, esta el costo del packaging, el envase, y las campañas de marketing que disparan los precios de las grandes marcas.
En el caso de Cocunat, Werner precisa que la diferencia de costes puede ser de un 20% entre sus productos y los convencionales.
El consumo de productos cosméticos supera los 6.600 millones de euros en España
El consumo de perfumes y cosmética ha sido de 6.600 millones de euros en España, un 3,25% más respecto al año pasado, según precisa Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética). En cuanto a la natural y orgánica, representa un 8% de las ventas totales, unos 530 millones de euros, aunque el sector tiene unas perspectivas de crecimiento del 15% anual.
Qué alteraciones puede tener en el organismo
Muchos componentes utilizados en la industria cosmética, aunque sea en porcentajes permitidos por la ley, se consideran como ‘disruptores endocrinos’, que tras una exposición muy alta pueden alterar el sistema hormonal, producir daños en el sistema reproductor (masculino o femenino), generar enfermedades cardiovasculares y, en casos muy extremos, crear tumores en órganos hormono-dependientes.
Según el doctor Nicolás Olea, catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada “los elementos tóxicos de la cosmética son elementos pseudo-persistentes, no se acumulan en el tejido adiposo. Pero como las dosis son diarias, acaban siendo persistentes en la sangre y la orina”, dice este director de proyectos de investigación sobre disruptores endocrinos.
El caso de los parabenos
Uno de los elementos más polémicos son los de la familia de los parabenos, conservantes que se encuentran en el 90 % de los cosméticos para evitar que se degraden ante los microorganismos, y que en dosis elevadas pueden interferir en el sistema endócrino.
“En cosmética no se usa cualquier parabeno. Sólo están autorizados para su uso los conservantes que disponen de un dossier de seguridad completo aprobado por el Comité Científico de Seguridad de los Consumidores de la Unión Europea”, precisan en Stanpa, y aclaran que este organismo ha expresado en sus estudios que “no se expresaron inquietudes sobre la seguridad de los parabenos y sus sales”.
Los elementos ‘tóxicos’ con mayor presencia
Perfumes: contienen parabenos, nitroalmizcles y alérgenos sintéticos.
Cosmética infantil: cuentan con derivados del petróleo como parafinas, polvos de talco, parabenos y sulfatos como SLES o SLS.
Lacas de uñas: suelen tener presencia de tolueno, formaldehído y alfanfor sintético.
Cremas faciales: en su producción se utilizan derivados del petróleo como parafinas, además de parabenos y siliconas.
Pintalabios: tienen derivados del petróleo y químicos como el plomo.
Limpiadores faciales y exfoliantes: contienen compuestos plásticos, sulfatos, parabenos y nitroalmizcles.
Para evitar riesgos en la salud, Werner dice que la compra de productos “100% libres de tóxicos” es la única garantía de que no tienen estos compuestos, porque por razones de marketing, muchas marcas se presentan con las etiquetas de natural, herbal, fresco o ecológico. “Pero estos términos no tienen una definición legal, con sólo un 1% de un ingrediente de procedencia natural se puede utilizar cualquiera de estos adjetivos. Los sellos certifican la naturalidad de un producto, pero no controlan el porcentaje de toxinas”, precisa.