Fariña y otras historias censuradas
Antena 3 estrena la serie basada en la novela de Nacho Carretero en medio de la polémica por su secuestro cautelar
En una semana convulsa para la libertad de expresión, el secuestro cautelar decretado por el juzgado de Primera Instancia e Intrucción de Collado Villalba fue una bomba mediática. La demanda del exalcalde de O Grove por considerar que Fariña atentaba a su derecho al honor provocó que la juez Alejandra Pontana detuviera provisionalmente la publicación de nuevos ejemplares. Pero el tiro le ha salido por la culata al edil gallego.
Igual que ocurrió con las críticas de Trump al libro Fire and Fury, el ataque a la novela de Nacho Carretero propició que sus ventas se dispararan, provocando que incluso se llegaran a ofrecer ejemplares de segunda mano a precios desorbitados.
Aprovechando la polémica y que la sentencia de la juez desestimaba tomar medidas contra la adaptación televisiva, Antena 3 TV estrena el primer episodio de la serie. De esta manera, “dan una respuesta pertinente a la demanda que se ha suscitado entre los ciudadanos”, en palabras de Sonia Martínez, directora de ficción de Atresmedia – empresa aliada de Economía Digital.
La censura sufrida por esta particular historia sobre el narcotráfico gallego, no obstante, no sólo ha ayudado a poner imagen en primera línea de debate de la sociedad española. También le ha permitido entrar en un club muy particular de obras que han tenido que lidiar con la prohibición.
Obras de referencia en la literatura
Igual que ocurre en la distopía de Ray Bradbury, Farenheit 451, los libros siempre siempre han estado expuestos a la persecución de gobiernos e instituciones autoritarios que han tratado de erradicar los mensajes difundidos por el imparable poder de la literatura. La historia del bombero encargado de quemar libros no fue retirada del mercado en ningún momento, pero sí editada para suavizar su lenguaje.
Una novela distópica que sí ha estado prohibida durante mucho tiempo es 1984, de George Orwell. Irónicamente para una narrativa que denuncia el totalitarismo y que es ampliamente vista como una crítica al estalinismo, no pudo publicarse en la Unión Soviética hasta 1990, pero también fue tachada de “procomunista” en diferentes escuelas estadounidenses.
Precisamente en los Estados Unidos han sido varias las obras que han tenido que pasar el filtro moralista de algunas escuelas. Algunas de ellas, de forma muy sorprendente dado su reconocimiento dentro del ámbito educativo. La representación de una sociedad racista hecha por Harper Lee en Matar a un ruiseñor continúa siendo uno de los libros que más polémica ha suscitado a lo largo del tiempo, provocando que se retirara del curriculum académico en diferentes estados.
El guardían entre el centeno o Las aventuras de Huckleberry Finn son otros títulos icónicos sujetos a discusión cada poco tiempo. Una conversación de la que tampoco escapan títulos infantiles como Harry Potter, por su «apología de la brujería», ni Los juegos del hambre y su discurso «satánico, anti-étnico, antifamilia».
La censura en España
El largo trámite de la dictadura en España dejó, inevitablemente, relatos que no superaron el filtro de los censores. La Regenta, de Leopoldo Alas Clarín, fue retirado de bibliotecas y no se le levantó el veto hasta 1962. El trabajo inquisitorial, sin embargo, dejó también algunas anécdotas curiosas en la “adaptación” de películas.
Es el caso de Mogambo, que en el empeño censurador de erradicar el adulterio de la trama principal vio transformados a los dos protagonistas de su argumento en hermano y hermana, propiciando una tensión sexual entre familiares que a buen seguro provocó más de una ceja arqueada en las salas de cine.
El caso de Fariña engrosa por tanto una lista que lleva elaborándose desde hace muchos años en diferentes partes del mundo, con especial recurrencia en España. Una prohibición que por sorprendente y escandalosa, puede tacharse de éxito seguro para el futuro del libro, y con toda probabilidad también de la serie.