Facebook, Twitter y LinkedIn después de la muerte
Todo el material que subimos a las redes sociales se cede a las compañías
Cada día, millones de usuarios de Facebook y Twitter comparten en la red material personal en forma de fotos vídeos o noticias. Abrir cuentas en estas y otras plataformas como LinkedIn, Pinterest, Foursquare o Tuenti es fácil y está a la orden del día. Pero ¿qué pasa con las cuentas de las personas que han fallecido? Y ¿qué control tenemos sobre los datos de familiares o amigos?
Facebook cuenta con más de 1.010 millones de usuarios en todo el mundo, y podría perder entre 2,8 millones y tres millones de usuarios en 2013 por fallecimiento. Ante esta situación, la mayor red social ofrece dos posibilidades. La primera es que los familiares o amigos que tengan acceso a las contraseñas soliciten la eliminación de todo el material, aunque éste no se desactiva.
Hay que tener en cuenta que la red creada por Mark Zuckerberg guarda notas de seguridad como las fotos en las que el usuario está etiquetado. El individuo ya no saldrá identificado en la red, pero no por ello significa que desaparezca por completo, ya que su información se queda almacenada en el servidor de la compañía norteamericana. Eso sí, solo Facebook podrá acceder al contenido.
Muro conmemorativo
En segundo lugar, la red social ofrece la opción de crear una cuenta conmemorativa. Facebook mantiene la biografía pero limita el acceso a los amigos y familiares, los cuales podrán publicar comentarios en el muro.
Para crear esta cuenta, es necesario completar un cuestionario en el que se solicita el nombre del fallecido, el correo electrónico al que está vinculado el perfil, corroborar la relación con el individuo y justificar con documentación que la persona ha fallecido.
El proceso para eliminar la cuenta o bien para crear la conmemorativa puede tardar entre 14 ó 15 días. Pero no solo Facebook puede eliminar nuestros datos. También hay compañías que se encargan de gestionar la eliminación de contenidos previo pago. Realizan rastreos de información del cliente que quiere eliminar contenido en la red porque ésta puede dañar su reputación. Un ejemplo sería la empresa ePrivacidad, que entre sus especialidades se encuentra el ya conocido ‘derecho al olvido’.
LinkedIn e Instagram
Según Jorge Morell, que se dedica al análisis de términos y condiciones de servicios y productos digitales, el “testamento sobre la identidad digital empieza a ser contemplado”, sobre todo en las redes sociales más importantes. Twitter incluye de manera indirecta en sus condiciones de uso un procedimiento creado expresamente para cerrar la cuenta de un fallecido. La documentación que solicita la red de microblogging es muy similar a la de Facebook. Una información que el usuario tiene que enviar por fax o correo a la dirección de la empresa en San Francisco (Estados Unidos).
La red profesional LinkedIn, orientada a los contactos para negocios, incluyó en el tercer punto de la política de privacidad cómo solicitar el cierre de la cuenta. Y por su parte, Instagram, la compañía adquirida por Facebook en 2012, incluyó en agosto qué tenían que hacer familiares o amigos de un usuario fallecido. En concreto, el punto número ocho de su política de privacidad indica que se tiene que enviar un correo electrónico a support@instagram.com para solicitar el cierre de la cuenta.
Derechos de propiedad
En línea con las redes sociales, el gerente de la Dirección de Operaciones del Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO), Pablo Pérez, ha destacado la precipitación con la que nos registramos en las plataformas: “Todos nos damos de alta pero nadie se lee las condiciones”.
Y es que la mayoría de usuarios aceptan un interminable texto sin leer con detenimiento cada una de las cláusulas. Y por ello, la mayoría tampoco es consciente de que desde el momento en el que acepta formar parte de la red, también acepta ceder todos los derechos de propiedad.
Derechos y obligaciones
Así, si un estudiante sube un corto a Facebook o Youtube y después se hace famoso, no cobrará beneficios ya que está cediendo la explotación del contenido a la red. En cambio, si el contenido no es propio –es decir, si se sube a la red una película pirateada–, entonces el usuario sí que es el responsable y, por lo tanto, quien podría responder ante la ley.
Pérez también ha señalado el grave problema de otra plataforma en auge: Pinterest. Se trata de una página web en la que los usuarios pueden compartir fotografías, pero no necesariamente de su propiedad. Los usuarios copian o usan imágenes que administran en tableros personales. Una práctica de la que no obtiene ningún tipo de provecho el autor.