Facebook pone en el punto de mira los nacionalismos vasco y catalán

Facebook hace alarde de su desconocimiento de los nacionalismos regionales aludiendo al separatismo vasco en el anuncio de su guerra contra el supremacismo

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Esta semana, numerosos medios de comunicación españoles llevaron a los titulares una desafortunada comparación hecha por Facebook al anunciar su veto al supremacismo y separatismo blanco. La red social dijo que «cosas como el orgullo estadounidense y el separatismo vasco» son «una parte importante de la identidad de las personas», explicando que diferenciaba estas ideologías de los discursos explícitamente racistas.

No es la primera vez que Facebook trae a colación el separatismo en el País Vasco, salpicando los nacionalismos españoles (el catalán, indirectamente) en aras de contextualizar el riesgo de regular la libertad de expresión en internet cuando se intenta conseguir una suerte de consenso desde una compañía que, de la noche a la mañana, se ha visto obligada a gobernar el discurso de más de 2.000 millones de seres humanos.

Facebook usa el separatismo vasco para ilustrar los discursos regionales

Moderar millones de publicaciones a la semana en más de un centenar de idiomas se ha convertido en el mayor desafío de Facebook, decía el portal tecnológico Motherboard en agosto de 2018, cuando fuentes anónimas de la red social explicaron cómo es intentar llevar a cabo ese «trabajo imposible». Este reto monumental puede llevar a grandes confusiones, como equiparar el separatismo vasco y el orgullo estadounidense.

En ese momento, la compañía de Mark Zuckerberg salía al paso de la presión por el discurso del odio que abunda en la plataforma, y había tomado la decisión de prohibir el supremacismo blanco pero permitir contenidos relacionados con nacionalismo y separatismo blanco (la idea de que los blancos estadounidenses tienen derecho a controlar su propio país), matizando entre odio implícito y explícito (el racismo violento).

Monika Bickert, la jefa de políticas globales de Facebook, dijo en 2018 que el límite de la libertad de expresión lo pone el odio. La red social juró perseguir el contenido en el que «se rechaza a otros grupos o se dice que son inferiores». Y un portavoz defendió la postura (criticada por grupos de derechos civiles que pedían equiparar separatismo blanco y supremacismo) invitando a imaginar las implicaciones de esa norma fuera de Estados Unidos.

«Puedes no estar de acuerdo con la norma, pero piensa en grupos como los separatistas negros, el movimiento zionista o el movimiento vasco», dijo entonces el portavoz. Desde entonces Facebook ya daba señales de inseguridad respecto a cómo imponer pautas de comportamiento en internet ante una base de usuarios de todas las razas, ideologías y gustos posibles, y con innumerables tonos regionales.

«Tenemos un reglamento global, pero queremos tener en cuenta cómo el discurso que viola esas normas se manifiesta en un lugar determinado en comparación con otros», decía Bickert entonces. «Siempre estamos pensando en cómo redefinir las normas y cambiarlas según las circunstancias», admitió.

Esto es loable, pero también problemático: la tecnológica corre el riesgo de nunca conseguir un reglamento estable, sino de ir reaccionando conforme surjan los acontecimientos, que en este tipo de debates suelen involucrar violencia y sangre (como en el ataque de Nueva Zelanda que, justamente, impulsó las novedades de esta semana).

Facebook: el separatismo vasco es solo un «ejemplo reconocible»

Visto lo visto, lo que Facebook dijo este miércoles es que ahora prohibirá todo el contenido alusivo al separatismo y nacionalismo blanco, en cualquier parte del mundo, en su plataforma principal y en Instagram, a la vez que seguirá permitiendo otras ideologías separatistas y nacionalistas, como la vasca y la catalana. No obstante, la red social reconoció que el anuncio fue ambiguo.

Al estar condenada a ratificarse después de cada crisis que le involucra, se puede decir que Facebook pone los nacionalismos regionales en el punto de mira, pero no hace más porque se reconoce algo ignorante en el asunto. Basta recordar que todavía hace una semana el separatismo blanco era perfectamente bienvenido y aceptado en la plataforma, así que la misma condición de cualquier otra ideología no está escrita en piedra.

Los expertos estadounidenses en temas raciales suelen suscribirse a la teoría de que el nacionalismo y separatismo blanco son, antes de nada, eufemismos de supremacismo y racismo, y segundo, difieren de otros movimientos separatistas como el vasco o el catalán porque el supremacismo blanco se ha utilizado para deshumanizar y subyugar a las personas de color en EE UU y el mundo.

Dependiendo de a quién se le pregunte, algunas expresiones del separatismo vasco o catalán pueden entrar en esta misma definición de separatismo. Lo mismo podrían decir los sujetos de estas acusaciones sobre el discurso del que suelen tirar partidos como Vox o PP. No es necesario repetir las frases, pero sí ejemplificar con personajes que algún día podrían ser presa del reglamento de Facebook: Quim Torra, Santiago AbascalXabier Arzalluz

El problema es que Facebook no sabe, o no puede, matizar. En un ejercicio de oscurantismo puro y a merced de la presión social, habla del separatismo vasco pero no se encarga de diferenciar las posturas políticas legítimas del mismo de las consignas terroristas de ETA, por ejemplo. Y es peligrosa su volatilidad; no por nada tuvo que aclarar que la referencia de esta semana al separatismo vasco fue solo a manera de «ejemplo reconocible».

El movimiento independentista vasco o catalán «no se verá afectado por esta política», corrigió un portavoz de Facebook en declaraciones recogidas por Business Insider. La compañía pidió disculpas y dijo que no tenía «ninguna intención de compararlo con cualquier otro orgullo nacional», y ha dejado a muchos otra vez con la misma pregunta: ¿Cuál era la intención, entonces, si es que había alguna?

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