El precio oculto de las apps gratuitas
Una reciente investigación revive el debate y la preocupación sobre los riesgos que plantean para la intimidad la mayoría de las apps móviles gratuitas
El problema expuesto por el New York Times ha revivido la preocupación sobre los riesgos que suponen muchas apps móviles al demostrar que es posible individualizar toda la información personal, como la ubicación, que las apps móviles registran y envían a los desarrolladores, en teoría de forma «anónima» y agregada.
Los desarrolladores a su vez venden toda esa información a terceras partes, quienes las utilizan principalmente con fines publicitarios. Así es como hacen dinero las aplicaciones que no cobran dinero a quienes las utilizan.
De este modo aplicaciones que son aparentemente gratuitas en realidad no lo son: en cambio los usuarios las «pagan» utilizando como moneda de cambio ingentes cantidades de información personal captada por a través de los sensores del móvil, como el GPS y la conectividad 4G.
En su investigación y tal y como explican en el New York Times, fue posible aplicar algo parecido a la ingeniería inversa para extraer patrones de información personal a partir de un repositorio ingente de información anónima, relacionándola con hábitos y rutinas individuales.
Para evaluar de qué manera las apps comparten la ubicación los autores de la investigación pusieron a prueba una veintena de aplicaciones, la mayoría de las cuales ya estaban señaladas como «sospechosas» por otros investigadores y expertos del sector —explican desde New York Times— como «potenciales divulgadoras de datos personales.» De esa veintena 17 apps enviaron la ubicación a hasta 70 empresas diferentes.
El coste oculto de las apps gratuitas
«Nuestra reticencia a pagar por las aplicaciones tiene un impacto incalculable para nuestra privacidad», dicen en Motherboard. «Incluso una simple app de linterna no es gratuita, y la inmensa mayoría de las aplicaciones ‘gratuitas’ no son altruistas sino que están diseñadas para ganar dinero, lo que normalmente significa captar y revender datos personales.»
«Dondequiera que vayamos llevamos un dispositivo que no sólo tiene un GPS diseñado para rastrear nuestra ubicación, sino una conexión a Internet 4G que permite transmitir esa información a terceros, muchos de los cuales están monetizado esos datos.»
La única forma efectiva de combatir esta práctica sería prescindir del móvil, lo cual «no es una solución práctica para la mayoría de la gente.» Algo más práctico es simplemente no permitir el acceso a la ubicación para aquellas aplicaciones que lo soliciten o renunciar al uso de las aplicaciones que requieran ese permiso.
Un problema ampliamente conocido
Ya en 2015 un equipo de investigadores alertó en MIT Technology Review de esta práctica analizando más de 2000 aplicaciones gratuitas en móvil modificado para que mostrase todo el tráfico que se producía entre esas apps y un sistema de monitorización preparado por los investigadores, registrando así todas aquellas las direcciones de Internet a las que cada aplicación intentaba conectarse.
«El resultado fue que, en total, se registraron unas 250.000 direcciones de Internet distintas a las que las aplicaciones intentaron conectarse, repartidas entre unos 2.000 dominios diferentes. Y aunque la mayoría de las conexiones iban dirigidas a un puñado de sitios dedicados a servir publicidad y al seguimiento de usuarios, algunas intentaron ir un poco más allá de eso,» explicaron entonces los investigadores.
Mayor consumo de batería, recursos y datos móviles
Más allá de las cuestiones relacionadas con la privacidad y con la intimidad esa práctica tiene otras consecuencias para los usuarios, incluyendo un exceso en el consumo de la batería del móvil y en el consumo el tráfico de datos, según comprobaron también investigadores del Instituto Tecnológico de Rochester y de la Universidad de Queen, en Canadá, quienes pudieron comprobar que de promedio las aplicaciones y juegos con anuncios consumen un 16 por ciento más de batería que sus equivalentes sin anuncios, lo que se traduce en entre 2,5 y 2,1 horas menos de autonomía.
Asimismo la carga del procesador del teléfono aumenta en un 48 por ciento cuando se utiliza una aplicación “gratuita” con publicidad, lo que tiene un impacto directo en el consumo de la batería. Parte de esa carga del procesador se dedica a obtener información sobre la localización o ubicación GPS del usuario.
La descarga de los banners publicitarios que aparecen en las aplicaciones y juegos con anuncios aumenta el consumo de memoria y de la transferencia de datos en hasta un cien por cien en algunos casos, con un promedio de un 79 por ciento más.
Minimizar la captación de información personal
Para minimizar en la medida de lo posible esta práctica conviene revisar periódicamente los permisos qué tienen las aplicaciones para acceder a la ubicación. Esto se puede comprobar, tanto en iPhone como en Android, a través de los ajustes de privacidad y los permisos de las aplicaciones. Conviene quitar el permiso para acceder a la ubicación a todas aquellas aplicaciones que no debieran necesitarlo, o permitirlo únicamente cuando se está utilizando dicha aplicación.
Además es conveniente desinstalar todas aquellas aplicaciones del móvil que no se utilizan habitualmente o que simplemente no se utilizan, y prescindir de todas aquellas apps que dan acceso a servicios o aplicaciones que pueden manejarse a través del navegador web del móvil, en general más fiable y cuidadoso a la hora de dar acceso o de compartir información personal. El caso de Facebook, como el de Instagram, es el que se menciona más habitualmente. Ambos servicios pueden utilizarse a través del navegador web y por tanto no es necesario hacer uso de la app.
Yendo incluso más allá, dice el artículo de Motherboard titulado «Borra todas tus apps», «puede ser el momento de borrar todas las app y empezar de nuevo usando sólo aquellas que son respetuosas con la privacidad del usuario y que tengan modelos de negocio sostenibles, que no dependan de la monetización de tus datos.»