Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

El último domingo de octubre se acerca y con él, el cambio del horario de verano al e invierno. En la madrugada de este domingo, día 27, los habitantes de los 28 países miembros de la Unión Europea (UE) deberán atrasar una hora sus relojes -los smartphones y otros dispositivos ya realizan la tarea por sí mismos- para que a las 03.00 horas vuelvan a ser las 02.00 horas y ganar, de esta forma, 60 minutos adicionales. 

Se trata de una normativa europea por la que se rigen los 28 Estados y que terminará en 2021. Esto será posible gracias a la consulta pública sometida por la Comisión Europea en agosto de 2018 y que tuvo como resultado un 84% de los votos a favor de que Europa deje de cambiar el reloj, maniobra que realiza dos veces al año, ya que el cambio al horario de verano se ajusta en el último domingo de marzo a la misma hora. 

De hecho, la votación propuesta obtuvo el mayor número de respuestas en la historia de la UE, 4,6 millones. Sin embargo, del total, el 70% corresponde a Alemania, uno de los principales detractores del cambio horario. 

La UE adoptó esta medida en la década de los 80 para que todos los miembros coordinasen sus relojes y pusieran fin a los horarios nacionales divergentes. Es desde 1996 cuando todos los europeos han adelantado su reloj dos veces al año con el objetivo de solucionar problemas que afecten especialmente a los sectores de transporte y logística. 

Sin embargo, en los últimos años cada vez han surgido más voces que piden la eliminación de esta medida al considerar que carece de utilidad y que genera un impacto negativo en la sociedad europea. 

Costes económicos y sanitarios

Según un informe llevado a cabo conjuntamente entre la Universidad de Oxford, en Reino Unido, y la de Münich, en Alemania, el cambio de reloj afecta a los patrones del sueño y, por tanto, tiene un riesgo elevado para la salud. Entre las principales conclusiones que sacaron los científicos responsables del estudio, los niños y los ancianos tardan semanas en adaptar su ritmo y superar los efectos del cambio. Además, registraron un aumento en los accidentes de tráfico en los períodos posteriores a la implantación del nuevo horario. 

Además del coste sanitario, el cambio de hora tiene un efecto pernicioso en la economía. Según los expertos, la medida le cuesta a la UE entre el 1% y el 2% de su PIB, por lo que se trata de la pérdida de aproximadamente 300.000 millones de euros, que se pierden cada año desde hace 23.

Impacto en España

En 2013, The Washington Post publicó un artículo titulado ‘Los españoles son menos productivos’, en el que se indicaba que España se encuentra en la zona horaria equivocada. Lo cierto es que la situación geográfica de la Península correspondería al horario GMT, que se guía por el meridiano de Greenwich y al que pertenecen países como Reino Unido o Portugal o por el que incluso se rigen las Islas Canarias, y no al actual GMT +1. El texto concluia que el horario de sueño de los españoles se sincroniza con el horario central europeo, pero el horario de trabajo se sincroniza con la luz del día, lo que produce jornadas laborales excesivamente largas. 

Además, existe un componente político, y se remonta a 1942. Si España pertenece al GMT +1, según señaló El País también en 2013, es por una simpatía del dictador Francisco Franco a la Alemania nazi de Adolf Hitler. Incluso la Comisión de Igualdad llevó al Congreso de los Diputados un informe en el que se criticaba esta pertenencia al horario central europeo debido a la «baja productividad laboral, las comidas y cenas tardías y el menor tiempo para la vida personal, el descanso y los problemas de conciliación familiar» que produce. 

¿Todos los países europeos lo eliminarán?

El propio presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, señaló tras la votación de 2018 que «el cambio de reloj debe detenerse», aunque instó a los Estados miembros a «decidir si sus ciudadanos viven en verano o en invierno». 

Entre los principales detractores del cambio de hora, además de Alemania, se encuentra Finlandia, que reunión una petición de 70.000 ciudadanos. De hecho, el cambio de hora se encuentra con su mayor oposición en los países del norte ya que las diferencias en las condiciones temporales y lumínicas -que afectan al rendimiento energético- son mayores que en los países del sur. 

Economía Digital

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp