Los seguros de vida se adaptan al ‘freelance’ y al ‘coworker’
El trabajo colaborativo sin ataduras de horarios y jefes gana adeptos entre los jĂłvenes profesionales, lo que obliga a modificar la oferta aseguradora
Cuando la revolución tecnológica se unió a la crisis económica, surgió un nuevo paradigma laboral. Al igual que el choque de las placas tectónicas saca a la luz nuevas islas cada cierto tiempo, de esta colisión social nacieron nuevos conceptos del trabajo.
Ante la escasa contratación fija, aparecieron los ‘freelance’. Ante la necesidad de nuevos espacios para pequeñas empresas y profesionales independientes, se crearon los ‘coworking’.
El actual panorama laboral propicia que muchos trabajadores tengan nuevos trabajos en espacios compartidos
El actual panorama laboral propicia que muchos trabajadores –especialmente los jóvenes– tengan nuevos trabajos en espacios compartidos, que desempeñan bajo cierta libertad horaria y vendiendo su trabajo a distintas empresas.
El cliché es sencillo de establecer: son personas modernas, sin mucha preocupación más allá del futuro a corto plazo, motivadas por el cambio y con un trabajo que no requiere mucho esfuerzo físico pero sí una gran cantidad de horas frente al ordenador: ya sea redactando, diseñando, optimizando webs o programando.
La realidad de este contexto, sin embargo, es que muchos de estos “nuevos jornaleros” buscan una estabilidad social y económica que cuesta conseguir y que, además, están expuestos a riesgos de salud igual de graves que cualquier otro asalariado en una empresa.
Los riesgos de salud millenial
Se suele asociar el riesgo físico a profesiones en entornos peligrosos o más dinámicos. La irrupción de la tecnología, no obstante, también comporta un sobreesfuerzo mental y el hecho de desarrollarlas casi completamente frente a una pantalla, también implica desgaste del cuerpo.
La fatiga visual, la depresión, los problemas posturales o musculares e incluso la adicción son complicaciones a las que han de hacer frente cada día más trabajadores, y sus consecuencias pueden afectar al trabajo y derivar en incapacidades como las recurrentes en cualquier otra labor.
La irrupción de la tecnología comporta un sobreesfuerzo mental y desgaste del cuerpo
El síndrome del ratón, por ejemplo, se produce por la sobrecarga a la que se someten las articulaciones, que afecta a la movilidad de la mano o incluso para toda la extremidad.
Los ojos secos, el dolor de cabeza, picor de ojos e incluso la pérdida de sueño y dificultad para dormir son otras de las patologías visibles. La necesidad compulsiva de consultar un teléfono móvil sobre el que se ha establecido una clara dependencia y, en general, un sedentarismo que puede producir patologías cardiovasculares, endocrinas o, sobre todo, de sobrepeso, están a la orden día.
El nuevo modelo de seguro
Ante la constatación de que la edad pasa de igual manera para todos, cada vez más jóvenes buscan nuevas formas de asegurar su vida y el valor de su trabajo mediante nuevos seguros de vida y coberturas médicas.
Pero el cambio de paradigma laboral, unido al hecho de que cada vez se piden hipotecas más tarde, parece retrasar las contrataciones de seguros de vida. Y por ello surgen nuevos modelos aseguradores que se adaptan a la forma de consumo de una generación que prefiere no atarse comercialmente.
Ante una nueva ley hipotecaria que impide la vinculación de seguros de vida obligatorios a la adquisición de una hipoteca, las aseguradoras alternativas como Divina Pastora emergen para ofrecer tipos de seguro más flexibles, baratos y no ligados a compromisos bancarios que pueden ofrecer una seguridad y estabilidad a freelancers y coworkers.
Con un capital contratable que va desde los 10.000€ hasta los 200.000€, las coberturas ofrecidas por Divina Pastora Seguros pueden costar a una persona de 28 años desde los 0,62€ mínimos hasta los 21,21€ de la cobertura total de vida, gran invalidez e incapacidad total.
Con estos seguros, el usuario puede beneficiarse de una cobertura total derivada de accidente o enfermedad a través de la opción básica, y también de protección en caso de gran invalidez o incapacidad total y absoluta en caso de decidirse por las opciones más completas ofrecidas por la aseguradora.
Los seguros de vida siguen tan vigentes como siempre pero se adaptan a las necesidades actuales, y la nueva vida de estas aseguradoras a consecuencia de una ley hipotecaria que permite ampliar la oferta existente, se cumplen las expectativas de una generación que decide qué contrata y bajo que condiciones.