¿Cómo se contiene el ‘ébola de los olivos’ en el campo español?
Los agricultores andaluces advierten que los protocolos que aplica la administración contra el “ébola de los olivos” no acabarán con la plaga
La Xylella fastidiosa, la bacteria que provoca el llamado “ébola de los olivos”, ha llegado a los campos españoles para quedarse. Se detectó hace años en el sur de Italia, pasó a Córcega, luego a Francia y, en octubre pasado, afectó a cerezos y almendros de las islas Baleares. Era cuestión de tiempo que saltase a la península. El pasado julio se descubrieron dos focos en plantaciones de almendros de Alicante. Los especialistas consideran que se deben replantear los actuales protocolos de actuación contra la plaga porque resulta evidente que no han conseguido pararla. Algunos dudan de que la solución pase por quemar miles o millones de árboles susceptibles de contagio. Consideran más eficaz luchar contra los vectores que propagan la bacteria: los insectos.
Se le llama el “ébola de los olivos”, aunque en realidad afecta a una gran variedad de árboles leñosos entre los que se encuentran los frutales e, incluso, las vides. En España se ha detectado en cerezos, almendros y, hace tan sólo unos días, en unas viñedos de Mallorca. Para evitar su extensión, Joanma Mesado, secretario técnico de la valenciana Unió de Llauradors, explica que se están aplicando los protocolos previstos por la Unión Europea, por el gobierno español y la Generalitat valenciana: se destruye toda la masa vegetal en un radio de cien metros del árbol infectado y se realiza un tratamiento fitosanitario para eliminar los vectores de transmisión. A continuación, se establece un “área tampón” de diez kilómetros a la redonda dónde se realizan exhaustivos controles.
Una plaga de lenta evolución
Mesado advierte que, “de momento”, en la península sólo se han detectado dos focos en campos de almendros de Guadalest, en Alicante. Subraya “de momento” porque la plaga puede extenderse a otros territorios y a otros cultivos. Su evolución es lenta. Estos primeros casos peninsulares han disparado las alarmas entre los que se dedican al cultivo de olivos, especialmente en Jaén. Muchos aceituneros pueden acabar en la ruina si la plaga se propaga por los inmensos olivares andaluces.
Juan Luis Ávila, portavoz de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) de Jaén, advierte que “los protocolos no están funcionando”. Insiste en que no se está actuando eficazmente contra los vectores (diversos tipos de insectos) que transmiten la plaga. Después de los antecedentes de Italia, Mallorca y Alicante, Ávila concluye que se deben “replantear” los protocolos de actuación. Considera que “el ébola de los olivos” ha venido para quedarse y que deberán aprender a convivir con este problema.
El ejemplo de California
Ávila recuerda que California combate la Xylella fastidiosa desde hace más de un siglo y que esto no les ha impedido ser los primeros productores mundiales de almendra. También han sabido minimizar las afectaciones en los olivares y las viñas. Los californianos han priorizado la lucha contra los vectores a la eliminación de los árboles que se encuentran dentro de los hipotéticos perímetros de seguridad. Este aceitunero explica que para él sería un trauma quemar olivos centenarios, algunos plantados por su padre, su abuelo e, incluso, su bisabuelo. Cree que sería una medida innecesaria y que acarrearía graves consecuencias económicas.
El ébola de los olivos: los aceituneros de Jaén se preparan para convivir con la plaga
La COAG se queja del “secretismo” de la administración respecto al “ébola de los olivos”. Ávila indica que no se les ha informado si las chicharras –también llamadas cigarras- son un vector de transmisión. De serlo, sería conveniente tomar medidas de precaución desde ahora mismo para reducir su número en los olivares andaluces.
Desde la Unió de Llauradors, Joanma Mesado indica que se deberían realizar controles más rigurosos en los puertos de entrada de materias vegetales o madereras procedentes de países endémicos de Xylella fastidiosa. Precisamente, los puertos del norte de Europa no se están tomando muy en serio este problema porque no lo sufren. Esta plaga sólo se extiende en climas cálidos. Materiales vegetales contaminados están entrando por puertos del norte, donde no se les controla, aunque después acaben en países del sur.