Una condena histórica contra la inmunidad política
La acción de la justicia francesa, a pesar de su escasa incidencia, se ha vendido como una victoria de la democracia y un toque de atención de que las vergüenzas de los cargos públicos salen a la luz
La condena contra el ex presidente francés, Jacques Chirac, por un delito de malversación de fondos públicos y abuso de confianza cuando era alcalde de París, ha sido calificada como histórica por la prensa francesa y ha reabierto el debate sobre la inmunidad de la que gozan los presidentes de la República y, en general, la clase política.
Por primera vez en la historia de Francia, la justicia de este país ha juzgado y declarado culpable a un ex presidente, la mayor institución del Estado francés. Cierto que se trata de una condena de escasa incidencia política, porque Chirac ya está retirado de la vida pública y está enfermo, pero de gran carga simbólica. ¿Debe un presidente de la República gozar de total impunidad, pese a que haya cometido actos delictivos?
Algunos analistas han ido más allá y ven en la condena de Chirac una “victoria de la democracia” y un aviso a toda la clase política y a la ciudadanía en general en el sentido de que nadie escapa a la acción de la justicia, ni siquiera los políticos, pese a esa sensación que le queda al ciudadano normal de existe un acuerdo no escrito por el que los cargos públicos, de derechas y de izquierdas, se tapan unos a otros las vergüenzas.
El director del semanario L’Express, Christophe Barbier, expone en un video-editorial que del caso Chirac deben extraerse dos grandes lecciones: “Un mayor control de las administraciones públicas, especialmente de las colectividades locales” para evitar casos de corrupción y un cambio “lo más rápido posible” en el estatuto penal del jefe del Estado para que un presidente pueda ser juzgado por delitos graves, “aunque se trate del inquilino del Elíseo”. Una cuestión que podría entrar de lleno en la campaña de las presidenciales del próximo año.
Juicio aplazado
Chirac ha sido condenado este jueves por el Tribunal Correccional de París a dos años de prisión (que no deberá cumplir si no es condenado por nuevos delitos) por haber contratado a 21 funcionarios, entre 1990 y 1995, cuando ejercía como alcalde de la capital francesa. Trabajaron para el partido del ex presidente, el RPR, cuando en realidad estaban contratados y eran pagados por la ciudad.
Uno de los problemas de este caso es que la condena a Chirac ha llegado con dos décadas de retraso, ya que durante los 12 años de mandato presidencial (de 1995 a 2007), el ahora condenado gozó de la “inmunidad presidencial”. Por éste y por otros casos de corrupción varias decenas de colaboradores de Chirac fueron condenados, e incluso encarcelados, en la pasado, pero el ex jefe del Estado había logrado escapar hasta ahora por su estatuto especial.
A sus mayores enemigos les hubiese gustado ver a Chirac sentado en el banquillo, una humillación por la que el ex presidente no tuvo que pasar finalmente, ya que sus abogados alegaron una enfermedad para evitar ese trance.
Pero pueden darse por satisfechos con una condena sin precedentes en un presidente de la República. Para Jérome Karsenti, abogado de la asociación anticorrupción Anticor (que se presentó en el proceso como parte civil), la decisión del Tribunal “es una decisión histórica y extremadamente importante para el futuro de la democracia francesa (…) Es también la prueba de una democracia madura y transparente”.
Campaña electoral
Metidos ya de lleno, aunque no oficialmente, en campaña electoral, la izquierda se ha felicitado porque “se ha hecho justicia”. Eso sí, el candidato socialista y principal favorito en las encuestas para las presidenciales, François Hollande, ha querido lanzar un mensaje de respeto a Chirac. Y es que ambos están unidos personalmente y políticamente a un pequeño territorio del centro del país, la Corrèze. Incluso, pese a sus evidentes diferencias ideológicas, Chirac, apoyó hace unos meses la candidatura de Hollande. Un gesto interpretado por algunos como una bofetada a su rival de la derecha, Nicolas Sarkozy, y calificado por otros como una broma, fruto de la enfermedad mental que sufre el ex presidente.
El más duro de todos ha sido el presidente de honor del Frente Nacional (extrema derecha) y rival de Chirac en la segunda vuelta de las presidenciales de 2002, Jean Marie Le Pen. Ha asegurado que los franceses estuvieron “presididos durante 12 años por un delincuente”.
La candidata ecologista a las presidenciales, Eva Joly, ha reclamado la dimisión de Chirac del Consejo Constitucional, una institución francesa a la que pertenecen, entre otros, todos los ex presidentes de la República y que tiene como misión, aunque limitada, opinar sobre la constitucionalidad o no de las leyes presentadas por el gobierno y el Parlamento.
La familia de Chirac y algunos miembros de la derecha han destacado la dureza de la sentencia. El actual presidente, Nicolas Sarkozy, no ha valorado de momento la decisión del Tribunal.
La sentencia no es definitiva y Chirac, que recibió la noticia “con serenidad” según sus allegados, podría apelar. Una decisión que el ex presidente tomará en las próximas horas, tal y como ha asegurado uno de sus abogados.