Un laboratorio tiene la fórmula para encontrarte trabajo
Más de la mitad de las personas que han pasado por el programa Vives Emplea tienen ahora empleo
Camilo Gil y Susana Broc tenían varias cosas en común: ser parados de larga duración que buscaban empleo sin éxito y que cayeron en la desesperanza hasta que acudieron al programa Vives Emplea, de Acción contra el Hambre. Hoy tienen trabajo.
Camilo tenía experiencia como administrativo en una gestoría que tramitaba expedientes hipotecarios para una caja de ahorros y que cerró como consecuencia de la crisis.
«Después de muchos años en el paro, estaba desmoralizado porque veía que pasaban los días, las semanas y los meses sin que encontrara nada. El programa me ha aportado ganas, ilusión y seguridad, entre otros valores positivos enfocados a la búsqueda de empleo», apunta Camilo, que actualmente trabaja en una gasolinera.
Un amplio abanico: Desde los 18 a los 60 años de edad
Susana reconoce que, cuando se acercó al proyecto, estaba sumida en la desesperación después de años en el paro, sin derecho a prestación, y tenía sus ahorros a punto de extinguirse. «He aprendido a trabajar en equipo, a ser más positiva, a gestionar las emociones en los procesos de selección y a creer que querer es poder», indica esta joven que en la actualidad está ocupada como teleoperadora.
El objetivo de la iniciativa de Acción contra el Hambre, dirigida a personas con edades comprendidas entre los 18 y los 60 años, es ayudar a encontrar trabajo a personas con dificultades de integración en el mercado laboral, mejorando la adquisición de las habilidades sociales y de las competencias básicas para el empleo.
«Los participantes son los protagonistas y toman las decisiones sobre los aspectos que se van trabajando. Les ayudamos a definir sus objetivos personales y profesionales y les damos las herramientas para que ellos se movilicen y vayan consiguiéndolos», explica la responsable del programa, Laia García.
Entre los colectivos que se unen al proyecto hay parados de larga duración, mujeres con cargas familiares e inmigrantes con un bajo nivel de cualificación en la mayoría de los casos. Aunque se busca conformar equipos «heterogéneos» para favorecer la complementariedad entre sus miembros, hay una presencia mayoritaria de personas de entre 30 y 40 años (un 60 por ciento) y de mujeres (70 por ciento), señala García.
Programas de 25 personas
Cada proyecto está conformado por veinticinco personas, que trabajan de forma intensiva durante cinco meses para mejorar sus competencias laborales en sesiones de grupo y en sesiones personalizadas.
Las sesiones de grupo tienen una duración de diez horas semanales en las que un técnico de inclusión coordina las actividades del equipo a través de dinámicas de grupo, formación o visitas a empresas. Como complemento, hay una sesión personalizada al mes para hacer un seguimiento individual de los objetivos profesionales y cómo alcanzarlos.
Después de trabajar las competencias básicas para el empleo en el aula, se produce la salida al exterior y comienza el contacto con empresas, a través de talleres y encuentros.
Un proyecto vivo en 11 Comunidades Autónomas
García subraya la importancia del voluntariado corporativo, una fórmula de intermediación laboral, por la que se invita a las empresas a conocer esta iniciativa y a raíz de esas visitas surgen inserciones laborales.
«El proyecto es como un laboratorio donde los participantes aprenden a trabajar en equipo», según García, quien destaca que estas personas recuperan la motivación, la confianza y la autoestima.
El próximo mes de septiembre se pondrán en marcha 28 equipos -integrados por 25 personas cada uno- en Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha, Cataluña, Extremadura, Galicia, Navarra, Madrid, Murcia y la Comunidad Valenciana.
Actualmente está en funcionamiento el proceso de selección de los setecientos participantes. Desde su puesta en marcha en el año 2014, han pasado por el programa unas 1.500 personas, de las que el 54 por ciento han encontrado trabajo.