Un activista de Wikipedia aspira a arrebatarle a Puigdemont su Consejo por la República

Joan Ramon Gomà, que presidió el Amical Wikimedia para la promoción y el impulso de la enciclopedia online en catalán, se batirá con el expresidente fugado para tratar de presidir la institución controlada por el prófugo desde Waterloo

El expresidente Carles Puigdemont, en el acto del Consell per la República organizado en la ciudad francesa de Perpiñán / Julio Díaz (JxCat)

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El universo paralelo de Carles Puigdemont no escatima en detalles que le den a toda su pretendida institucionalidad paralela una imagen de realismo. Tras constituir un Boletín Oficial parecido al de un gabinete jurídico y unas elecciones a un parlamento de fantasía, ahora toca la investidura del nuevo presidente, y Puigdemont tiene a un candidato que intentará arrebatarle el poder.

Se trata del activista de la ANC Joan Ramon Gomà, que fue presidente de Amical Wikimedia entre los años 2008 y 2015, una organización que pretende dar a la conocer la Wikipedia en catalán, y fue la primera organización de esta índole no circunscrita a un Estado, motivo por el que la Generalitat le galardonó con el Premio Nacional de Cultura.

Joan Ramon Gomà firma un acuerdo de colaboración en 2012 con el exconseller de Cultura Ferran Mascarell. WIKIPEDIA

Gomà se enfrentará a Puigdemont en el pleno de investidura convocado por la Assemblea de Representants –el parlamento paralelo del expresidente fugado–, convocado en Canet de Rossellón (Francia) para este sábado. El activista fue el único, junto con el prófugo, que consiguió un 20% de los avales de los representantes para poder presentarse a la cita.

Un candidato sin posibilidades que da credibilidad al proceso

Aunque el wikipedista se ha postulado para suceder a Puigdemont, sus posibilidades de vencerle son muy escasas. El expresidente es quien da sentido a una institucionalidad que pretende tutelar desde fuera a la Generalitat, en base al famoso relato independentista del gobierno legítimo tras la aplicación del 155.

La competencia con Puigdemont sí que permite dar al proceso una pátina de mayor verosimilud, puesto que transmite una cierta competencia entre actores políticos y transmite la idea de que nadie, incluso el propio fundador del Consell, tiene un cargo vitalicio o un poder absoluto sobre la organización belga.

Una organización que está desdibujada pese a que ERC y Junts pactaron remodelar el Consell per la República para convertirlo en el órgano de coordinación independentista de consenso. Una cuestión que incomoda a los republicanos, que no quieren ver a la Generalitat gobernada por Pere Aragonès tutelada desde Waterloo.

Aunque Puigdemont ha ido construyendo su institucionalidad paralela pese al silencio de ERC y la CUP. Convocó sus elecciones a la Asamblea de Representantes donde solo participaron primeras espadas de Junts –frente a cargos de los otros dos partidos independentistas a título personal de ámbito local y poca proyección pública–, e instituyó hasta una Junta Electoral propia.

La última apuesta: un ministerio «libre» de Exteriores

La última del CxR ha sido la de crear una suerte de Ministerio de Exteriores «libre», que funcionará como una red de voluntarios mundial que se sientan cercanos a la causa catalana y que quieran contribuir a difundir su mensaje tanto a Europa como al resto del planeta, ante las carencias de la consellería de Acción Exterior por su papel de ente autonómico.

Puigdemont aseguró en la presentación que hacía falta una infraestructura que estuviera nutrida de «colaboradores», y que tenía que estar lista para llevar a cabo un nuevo «desafío ante el Estado» cuando «se consolide el fracaso de la mencionada estrategia de la mesa de diálogo y tengamos que volver al escenario de la confrontación».

Pese a algunos encontronazos con la justicia europea por su inmunidad por Europa, que de momento conserva, la relevancia pública de Carles Puigdemont ha ido en declive. Incluso llegó a plantearse la posibilidad de dejar de dirigir Junts per Catalunya, algo que finalmente se descartó, pese a que el poder real está en manos del cada vez más cuestionado Jordi Sànchez.

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