Trabajadores sin vacaciones: «No me llega ni para una cerveza en un bar»

La portavoz del Sindicato de kellys en Barcelona, Vania Arana, asegura que la situación de las trabajadoras es cada vez más insostenible

Imagen de archivo de limpieza de un baño. Fotografía de 6581245 / Pixabay

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La crisis social y económica causada por la irrupción de la Covid-19 en España ha empeorado el nivel y condiciones de vida de muchos de sus habitantes. De hecho, las familias españolas han perdido un 5,4% de sus ingresos de media en el país, según un estudio reciente elaborado por la OCDE.

Con esta reducción de ingresos, más españoles entran sistemáticamente en niveles de pobreza o situaciones de riesgo o exclusión social convirtiendo algo como poder irse de vacaciones cada vez más en una suerte de privilegio al que cada vez menos tiene acceso.

Según un estudio elaborado por el Eurostat, que entiende por vacaciones el poder llevar a cabo un viaje al año de, como mínimo, una semana fuera de su hogar, ya en 2019, antes de la llegada de la Covid-19, el 29% de los europeos no podían permitirse viajar durante una semana.

No obstante, España estaba, en 2019, por encima de la media europea, ya que según los últimos datos disponibles previos a la Covid-19, el aproximadamente 34% de la población española no podía permitirse una semana de vacaciones fuera de casa al año.

Valorando la capacidad de ingresos, no obstante, la European Trade Union Confederation (ETUC) cifra que en España, casi 4,8 millones de personas no podrán procurarse unas vacaciones de ningún tipo este verano, siendo el segundo país en cuanto a número de población con más gente en esta situación debido a sus ingresos, solo por detrás de Italia (7 millones).

Y es que, según explica Vania Arana, portavoz del Sindicato de Kellys y trabajadora en el sector por más de 20 años, algo tan sencillo como «tomar una cerveza en la terraza de un bar» puede marcar la diferencia para «tener para comer ese día».

«Por el 1,50 euros o 2 euros que te cuesta una cerveza en un bar, yo puedo comprar un kilo de lentejas para que comamos toda mi familia ese día», por lo que «no hay nada que decidir».

Varias personas tomando cerveza en una terraza. Foto: Efe

Despidos masivos y unos ERTE que no llegaban

De 54 años, peruana de nacimiento y nacionalizada española tras haber pasado más de 29 años en el país, al que llegó con una titulación universitaria que no le ha servido para nada, Arana asegura que su infierno comenzó mucho antes de la Covid-19 pero que, además, poco antes de que esta llegara, muchas de las empresas externas, hoteles o establecimientos que tenían contratados servicios de limpieza comenzaron con los despidos masivos antes del confinamiento.

«Justo antes del estado de alerta ya empezaron los despidos pero los empresarios hicieron firmar a muchas una baja voluntaria, lo que dejaba vendidas a las compañeras. Muchas de ellas incluso ni eran conscientes de firmaban ese documento«, asegura a Economía Digital.

Critica además, que el Gobierno, a pesar de que «prometieron no dejar a nadie atrás con los ERTE, lo ha hecho con miles de personas (que trabajan en ese sector)». Tratándose de un sector que define como, ante todo, explotador y mal pagado, los ahorros de las profesionales de la limpieza no tardaron en escasear a la espera de unos ERTE que no llegaban.

Dependientes de las ONG

De hecho, lamenta que a muchas las han llegado a desahuciar en mitad de la pandemia al no poder hacer frente a los pagos básicos de alquiler, luz, agua y gas, mientras que, asegura, podría contar por miles a las compañeras que han tenido que acudir a lo largo de todo el país organizaciones como Cáritas o Cruz Roja para pedir comida. Las que no han sido desahuciadas, explica, siguen endeudadas.

Colas para recibir alimentos. La pobreza, uno de los temas de la Convocatoria de Social Research.
Colas para recibir alimentos.

«Personalmente, yo tuve la suerte de contar con una familia para poder terminar de pagar cosas como el piso e ir tirando. No obstante, tenía que pagar colegio y universidad de mis hijos, comida, luz, agua, gas e incluso recibimos ayuda de otros sindicatos, asociaciones vecinales y otras organizaciones en cuestiones como comida e incluso algo de ayuda económica», comenta, dejando claro que «sin ellos, no sé qué hubiera sido de mí».

Denuncia que, más allá de los ERTE, tanto el Gobierno como la Generalitat en Cataluña «ha olvidado a más de 27.000 compañeras«.

Un futuro aciago

«Ahora, este verano parece que todo vuelve a empezar a moverse, pero las condiciones económicas y laborales han cambiado a mucho peor», expone Arana, y es que «con la covid, eres y haces lo que te digan. ahora limpiamos más habitaciones a fondo, también planchamos y lavamos».

«En este verano todavĂ­a no me han llamado a trabajar, están llamando a las más jĂłvenes porque no están tan enfermas o tan cargadas fĂ­sicamente. Pero con la reapertura de hoteles se tienen que utilizar productos tĂłxicos para poder hacer la limpieza a fondo (…) y aunque hay que limpiar menos habitaciones, hay que limpiar y desinfectar cada centĂ­metro, por lo que la carga de trabajo es mucho mayor«, añade la profesional, que denuncia que, en ocasiones, ni siquiera cuentan con mascarillas o todas las protecciones necesarias para manipular los productos tĂłxicos.

Tanto el Gobierno como la Generalitat de Cataluña «ha olvidado a más de 27.000 compañeras«

Vania Arana, portavoz del sindicato de kellys de Barcelona

La desesperada situación económica de las trabajadoras ha llevado, según narra, a que muchas de las limpiadoras cojan cualquier oportunidad que surja para poder ganar algo en un sector cada vez más precario. «Se trabaja más y se paga menos. A una compañera le han dicho que le pagarán 38 euros por día 10 horas al día, cuando el convenio marca el mínimo de 50 por 8 horas».

El clásico cartel de «no molestar» colgado en el pomo de la puerta de la habitación de un hotel.

Además, la reincorporación al trabajo es más difícil para las más veteranas ya que, pese a estar más experimentadas, el perfil que se busca es el de mujeres jóvenes que sufran de menor desgaste físico ya que las jornadas interminables y la carga de trabajo ponen a prueba los cuerpos de las limpiadoras hasta el punto en el que, según detalla, al llegar a cierta edad, la mayoría comienza a sufrir de dolores y lesiones crónicas, lo que las obliga a medicarse cada día para poder trabajar.

«Tengo dolencias crónicas que me obligan a medicarme para poder trabajar todos los días y esto viene de la sobrecarga de trabajo», insiste.

Obligadas a reinventarse

La situación extrema a nivel laboral y salarial que padecen ha obligado a este colectivo a, en palabras de su portavoz, «reinventarse». Para ello, han puesto en marcha una campaña a través la la página goteo.org para captar financiación con la que montar una plataforma que rivalice con varias cadenas de hoteles y reservas.

«Estamos creando una plataforma de reservas para vacaciones y escapadas y queremos que los hoteles se unan a la campaña para que las personas reserven vacaciones en las que no se exploten a las mujeres de la limpieza«, asegura. No obstante, la implementación de esta central de reservas corre prisa, ya que para septiembre termina la mayor temporada turística en España.

«Tengo dolencias crónicas que me obligan a medicarme para poder trabajar todos los días y esto viene de la sobrecarga de trabajo»

Vania Arana, portavoz del sindicato de kellys de Barcelona

A su vez, explica, prevén que en septiembre terminen muchas de las ayudas que permite que sigan percibiendo o un salario o manteniendo un empleo.

Con este panorama en conjunto, con deudas, pagos de alquileres atrasados, familias que mantener y necesidades básicas por cubrir y con un salario que en muchas ocasiones ni siquiera llega al mínimo, «dime tú quien se puede ir de vacaciones», sentencia.

Andoni Berná Calvo

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