Quim Torra se lanza al cuello de Colau tras el pacto con Sánchez
El president de la Generalitat hurga en las contradicciones de En Comú Podem. ¿Van a defender la autodeterminación en el consejo de ministros?
En política se aprovecha todo. Y el independentismo se abonó este miércoles al abrazo en forma de preacuerdo, o el preacuerdo en forma de abrazo, de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para cargar contra los comunes.
Asi se evidenció en la sesión de control al presidente de la Generalitat que se celebraba en el Parlament, y en la que tanto Quim Torra como el presidente del grupo de ERC, Sergi Sabrià, optaron por apretarle las tuercas a Catalunya en Comú Podem (CECP).
La líder parlamentaria de los comunes, Jéssica Albiach, le preguntó a Torra por el pacto, y le advirtió que no hay más alternativas que facilitar ese gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos o abrir las puertas del ejecutivo a la derecha. Pero Torra reaccionó afeándole a Albiach que en el punto 9 del preacuerdo se hable de fomentar «el diálogo en Cataluña», y no «con Cataluña», y se diga que se priorizará «garantizar la convivencia», dando a entender, subrayó Torra, que hay «un problema de convivencia», ese que el independentismo niega con vehemencia.
Torra pasó la pelota a los comunes, y les recordó que en el Parlament e incluso en su programa electoral, han cuestionado la monarquía, han defendido que Cataluña es una nación y tiene derecho a decidir y han hablado de presos políticos. «¿Lo harán también en el Consejo de Ministros?», les espetó. «Espero que con ustedes sepamos qué respuesta tiene España para Cataluña».
Los problemas, según ERC
ERC optó por una línea similar y también atacó a los comunes, a Podemos y al PSOE. «El problema de Cataluña no es de convivencia», dijo Sabrià. Claro que ese alineamiento contra el partido de Ada Colau no sirve más que para camuflar, en la medida de lo posible, que los dos socios del govern Torra siguen sin ir de la mano en su postura respecto a una eventual investidura de Sánchez.
Así, Torra y el portavoz de JxCat, Albert Batet, optaron por la carga frontal contra los socialistas y responsabilizarlos de la subida «del fascismo», que el president dijo que era «el principal problema del Estado español».
El president, de hecho, se enganchó con el líder del PSC, Miquel Iceta, que le instó a que, antes de exigir cosas a ese eventual gobierno de coalición, facilite la investidura que lo haría posible, a la vez que lo acusaba de irresponsable por no desmarcarse de las acciones de los CDR y el Tsunami Democràtic, cortes en la frontera incluidos. El encontronazo acabó con Iceta volviendo a pedirle a Torra que dimita y convoque elecciones.
Esquerra, en cambio, mantiene su «no, pero» a Sánchez. Es decir, la misma postura que hasta ahora: la de rechazar de entrada facilitar la investidura salvo que haya «diálogo», planteado en términos muy vagos, de modo que la exigencia podría acabar limitándose a la creación de una mesa de diálogo, algo que Podemos llevaba en su programa y que no resulta para nada incompatible con lo que se afirma en el preacuerdo, en el que se afirma que «se fomantará el diálogo en Cataluña».