Torra potencia las embajadas ante un Gobierno ausente y sin Borrell
El Gobierno de Quim Torra ha inaugurado o reabierto nuevas delegaciones catalanas como mecanismo para presionar al Ejecutivo de Pedro Sánchez
En su discurso de investidura como presidente de la Generalitat, Quim Torra explicó que uno de sus primeros cometidos sería revertir el efecto en el exterior del artículo 155. Para ello, Torra anunció no solo la reapertura de las embajadas catalanas -que congelaron su actuación con la activación del 155- sino la ampliación del número de estas delegaciones del Gobierno catalán contemplando incluso el gasto de un presupuesto récord. Desde mayo, fecha en la que concluyó el efecto del 155, el Gobierno de Torra ha instrumentalizado la apertura de nuevas sedes para ejercer presión al Ejecutivo que lidera Pedro Sánchez.
Según el anteproyecto de presupuestos de la Generalitat para este año, el Gobierno catalán prevé el gasto de 7,55 millones de euros, un 15% más que el empleado en las cuentas de 2017, cuando se destinó a las embajadas 6,55 millones. Incluso entre 2011 y 2017, el gasto fue de 27 millones de euros, una cantidad anual muy inferior. Desde el pasado mayo, el mapa de las delegaciones catalanas se ha ido ido ampliando por fases. En un primer momento, se reabrieron las oficinas de Reino Unido, Italia, Francia, Suiza, Alemania y Estados Unidos.
A continuación llegó el turno para Portugal, Croacia y Austria. Estas dos últimas, reabiertas en Zagreb y Viena, sirven además para ejercer representación diplomática en la zona de los Balcanes y Europa Central. En esta fase se inauguró además la embajada en Estocolmo (Suecia) trasladando la sede original para supervisar los Países Nórdicos desde Copenhague, en Dinamarca.
En esta fase, la Generalitat también inauguró sus nuevas embajadas en Riga (Letonia) y Beirut (Líbano), donde nunca había tenido presencia. El Gobierno catalán se adjudica así presencia en dos zonas claves de la geopolítica internacional: el mar Báltico y el Mediterráneo oriental. Estas dos nuevas embajadas sustituyen los planes originales del Gobierno catalán, que pasaban por abrir una oficina en Polonia y abrir una segunda en Estados Unidos, presumiblemente en Nueva York.
Presión de Torra contra Borrell
Las embajadas catalanas han sido un elemento de confrontación más en el pulso entre el Gobierno catalán y el Ejecutivo central. El pasado junio, el ministerio de Asuntos Exteriores que encabeza Josep Borrell presentó un recurso contra la creación de las nuevas delegaciones ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que se conoció el pasado 27 de septiembre. El Gobierno de Torra respondió a través de su consejero de Acción Exterior, Alfred Bosch, que aseguró que «a pesar de la ofensiva judicial con tintes políticos» del ministro «seguimos adelante».
«La acción exterior de Cataluña es legal, legítima y necesaria», afirmó Bosch, que pasó a anunciar las tres nuevas delegaciones de Argentina, que estará a cargo de David Poudevida, México, coordinada por Lleïr Daban y Túnez, donde actuará Ahmed Benallal como ‘embajador’ catalán. Con estas nuevas oficinas, el Gobierno de Torra consolida otro de sus mecanismos de presión al Gobierno central y sirvió para que Bosch acrecentase la tensión entre ambos Ejecutivos. «Que nos impugnen delegaciones, planes y delegados, pues creemos que forma parte de su estrategia. No nos rendiremos, no abandonaremos nuestras obligaciones», afirmó Bosch.