Torra convierte la independencia en un plan extraoficial
El plan de gobierno de Quim Torra, de 138 páginas, no incluye ningún tipo de hoja de ruta para consumar la ruptura
Aunque la independencia de Cataluña es el archiconocido objetivo del gobierno de Quim Torra, no hay rastro de tamaña ambición en el plan de gobierno presentado este martes por el presidente de la Generalitat. Es decir, que la secesión, si es seria, circula por conductos extraoficiales para sortear la acción de la justicia y, si no lo es, es propaganda.
El truco no es nuevo. Carles Puigdemont ya lo puso en práctica al evitar cualquier referencia a la hoja de ruta de 18 meses que debía desembocar en la independencia de Cataluña. Ahora, todos los anuncios en clave de “implementar la república catalana” tampoco tienen reflejo en las 138 páginas que, se supone, resumen los deberes de la Generalitat hasta las próximas elecciones.
Así, ese foro constituyente, cuya creación Torra anunció en su conferencia del 4 de septiembre y que se pondrá en marcha el 15 de octubre, y que se supone que tiene que debatir cómo sería un hipotético estado catalán y redactar una constitución para el mismo, no aparece por ninguna parte en el plan. Al cabo es, a todos los efectos, un organismo parainstitucional, como el consejo de la república, el sanedrín liderado por Puigdemont en Bégica concebido para seguir internacionalizando la causa soberanista.
No, el plan de gobierno es un documento en el que no hay más referencia a la república que en el fragmento del discurso de investidura del propio Torra que se cita al principio del documento, y que arranca advirtiendo: “Tenemos un mandato republicano”.
Un plan fiado a la negociación con el Gobierno
El texto es una compilación de los asuntos pendientes y objetivos de cada uno de los departamentos de la Generalitat, muchos de los cuales requieren negociación con el Gobierno. Sin ir más lejos, la recuperación de las leyes sociales suspendidas por el Constitucional a instancias del anterior ejecutivo central, el de Mariano Rajoy.
Es el caso de la ley que regulaba la creación de la Agencia Catalana de Protección Social, la que creaba la Agencia de Ciberseguridad de Cataluña, la norma catalana contra los desahucios o la diseñada para combatir la pobreza energética.
Claro que también la integración de los Mossos en los sistemas de cooperación y coordinación internacionales, por ejemplo en materia antiterrorista, son asuntos recogidos en el plan que precisan de acuerdos con el ejecutivo de Pedro Sánchez.
De hecho, el plan de gobierno recoge el restablecimiento de las relaciones bilaterales entre la Generalitat y el Gobierno, y también la elaboración de propuestas a presentar al ejecutivo central sobre el traspaso de carreteras de ámbito estatal o de las redes de trenes de Cercanías o Regionales, además de la reactivación de la Mesa Estratégica del Corredor Mediterráneo, otro asunto en manos del Gobierno de España.
El plan de siempre: referéndum o referéndum
Todo, mientras Torra sigue poniendo el énfasis en cada intervención pública en lanzar ultimátums a Sánchez para que acepte un referéndum sí o sí.
Mientras, la hoja de ruta oficial a lo más que se atreve es a anunciar un inventario de las consecuencias de la aplicación del 155, cuyo primer esbozo Torra anunció este lunes que se presentará en el Parlament la semana que viene, y un plan para reparar “los daños” producidos por la intervención.
Ni siquiera a la hora de hablar de los planes fiscales se atreve a volver a usar la expresión “hacienda catalana”, que sí se usaba de manera calculadamente ambigua en el plan de gobierno de Puigdemont. Eso era cuando la Generalitat vendía que estaba preparando una hacienda propia capacitada para recaudar todos los impuestos a la voz de ya. Ahora, el nuevo plan se limita a incluir “el despliegue y consolidación de la red Tributos de Cataluña” y plantear la creación de “un consorcio entre las cuatro diputaciones para la prestación de servicios de proximidad” a los contribuyentes.