Quim Torra provoca las primeras tensiones con Rajoy por la toma de posesión
Los organizadores del acto de toma de posesión optan por apurar los plazos ante los inéditos deseos de Quim Torra
Quim Torra quiere ser un presidente de la Generalitat excepcional. No quiere parecerse a ningún otro, aunque habrá quien le tome por un trasunto de Carles Puigdemont por momentos. Torra prometerá hoy, jueves, el cargo de president siguiendo la misma fórmula que empleó Puigdemont: «¿Promete cumplir lealmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat con fidelidad a la voluntad del pueblo de Cataluña representado por el Parlament?»
Torra no quiere que se mencione el Estatut ni la Constitución en ningún instante. Tampoco desea la presencia de ningún miembro del Gobierno, aunque el ministro de Justicia, Rafael Catalá, tiene hoy agenda en Barcelona. Torra tampoco desea emplear el salón Sant Jordi del Palau de la Generalitat, tradicional escenario de estas ceremonias.
La Generalitat cierra el acto a la prensa en busca de una ceremonia de perfil bajo
Torra quiere ser excepcional en todo ello, lo cual ha levantado tensiones durante los dos últimos días con el Gobierno, muy suspicaz respecto a tantas particularidades. Las conversaciones entre ambas administraciones sobre el acto de la toma de posesión han reflejado la tensión del momento.
Al cierre de este artículo, bien entrada la noche de miércoles, fuentes del Gobierno reconocían que no tenían constancia de varios detalles porque seguían sin estar «cerrados». Tan siquiera había hora fijada.
Ensayo para un acto sin invitados
Pese a todo, los trabajadores de la Generalitat ensayaron durante la tarde la toma de posesión en el minúsculo salón Verge de Montserrat, el emplazamiento donde Artur Mas firmó el decreto de convocatoria de la consulta del 9-N. Es un espacio pequeño, sin capacidad para acoger a los 200 invitados que tradicionalmente acuden a una toma de posesión. No será el caso.
Torra lo ha suprimido todo. Apenas hay invitados. Tan siquiera la vecina de la plaza Sant Jaume, la alcaldesa Ada Colau, ha sido citada. El nuevo presidente quiere un acto en familia, con una exigua representación institucional (el presidente del Parlament, Roger Torrent) y sin la solemnidad de la imposición de la histórica medalla de presidente de la Generalitat que comenzó a lucir Francesc Macià en la Diada de 1932.
Será un acto breve. Sin parlamentos. Sin salidas al balcón del Palau de la Generalitat. Hay interés por que la ceremonia pase desapercibida. No estará abierta a la prensa, sino que simplemente se ofrecerá imagen institucional. Es el acuerdo de mínimos al que han logrado llegar Gobierno y Generalitat.