Todo lo que sabemos sobre las negociaciones entre PP y PSOE

Los socialistas piden el sacrificio de Fernández Díaz para creer en Rajoy y cierran filas a la espera de los movimientos concretos del PP y del comité federal para decidir su abstención

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Mariano Rajoy ha pedido a sus hombres de confianza, como Jorge Moragas, que no se atosigue a los socialistas ni a Ciudadanos, porque considera que deben asumir los resultados, y que para ello necesitan unos días. Pero la guerra de nervios circula en ambas direcciones. Desde la premisa de que debe constituirse un gobierno lo antes posible, el PSOE reclama gestos claros por parte de Rajoy y uno de ellos sería la dimisión o el cese de Jorge Fernández Díaz, tras el escándalo de la filtración de sus conversaciones con el director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso.

Las abstenciones se negocian, y suponen la firma de un documento cerrado, con un paquete de medidas concreto a corto y a medio plazo. En el corto plazo, diferentes dirigentes socialistas apuntan que Rajoy no puede pretender que el PSOE se abstendrá sin constatar antes que ya no confía en Fernández Díaz.

Un buen comienzo

Y, aunque pueda ser simbólico, porque el ministro del Interior, como todo el gabinete de Rajoy, está en funciones, sí se considera que sería una clara muestra de que el líder del PP ha entendido «el mensaje», siguiendo la afirmación de Felipe González cuando, tras ganar por la mínima en 1993 frente a José María Aznar, se mostró dispuesto a corregir actitudes y políticas.

«No vemos que Rajoy haya cambiado, que haya tomado la determinación de cambiar sus actitudes, y es evidente que el cese de Fernández Díaz puede ser un buen comienzo», señala un dirigente socialista. Esa petición denota, de hecho, un punto de encuentro con el PP, que algunos dirigentes conservadores valoran. Y es que los dirigentes socialistas consultados llegan a una conclusión muy clara.

Pese a las diferentes opiniones vertidas esta semana, desde Guillermo Fernández Vara a Jordi Sevilla, pasando por el presidente de Aragón, Javier Lambán –que rechaza totalmente la abstención— la idea que predomina es que «no se puede defender todo y al mismo tiempo, y si se dice que no se quieren otras elecciones, pero que tampoco se puede construir una alternativa al PP, no queda mucho más», se sostiene.

Reforma constitucional y laboral

Es decir, aunque oficialmente el PSOE reclame a Rajoy que se busque la vida y trate de negociar con Ciudadanos, sabiendo que no tendrá los votos suficientes, y que el PNV no quiere ser el acompañante de esa estrategia, con las elecciones autonómicas en el País Vasco en otoño, los socialistas valorarán abstenerse y discutirán esa posibilidad en el comité federal del próximo día 9. Pero quieren que Rajoy sea valiente y demuestre que, de verdad, está interesado en ello.

Para los socialistas se brindan algunas oportunidades que no se quieren dejar pasar. Pero se insiste en que «depende de Rajoy». En los próximos días se producirán los contactos necesarios entre el propio Rajoy y Pedro Sánchez. En ese paquete de medidas, además de prescindir de Fernández Díaz –un dirigente muy próximo al presidente del Gobierno— se reclama, como mínimo, que se constituya la comisión de reforma constitucional en el Congreso. El PP está próximo a esa petición, «pero no concreta nada», se insiste.

Sin diálogo oficial ni informal

Esos mensajes se trasladan a través de los medios de comunicación, y eso es lo preocupante para algunos dirigentes. El PP está dispuesto a dar marcha atrás a algunas de sus medidas de la pasada legislatura, como la reforma laboral, que podría modificar, para que los convenios sectoriales pudieran tener un mayor papel, como pide el PSOE. También se presta a recuperar el Pacto de Toledo, para ordenar la cuestión de las pensiones, después de echar mano otra vez del fondo de reserva.

Sin embargo, «no existen apenas contactos, no hay diálogo con el PP», se admite desde el PSOE. Eso lo ha denunciado Ciudadanos. Su líder, Albert Rivera, muy tocado tras los malos resultados del 26J, ha querido aparecer como el colchón que podía facilitar ese acuerdo a tres bandas. Pero a Rivera lo han desplazado por completo.

«En estos momentos, la solución pasa por el PP y el PSOE, pero habrá que trabajar con cirugía en las próximas semanas», reconoce un dirigente del PP.

Militantes y electores

El PSOE quiere reconstruir su espacio. Considera que debe ser el principal partido de la oposición, y desea demostrarlo cuanto antes, para que Podemos lo interiorice, y se perciba que los 71 diputados de la coalición de izquierdas de Pablo Iglesias, «servirán para poco». Pero los socialistas también son conscientes de que no puede haber unas terceras elecciones, y de que esa abstención debe llegar, sin cosas raras, como dividir el voto, al estilo de la CUP, como ha sugerido Fernández Vara.

También se considera que no se puede pedir ahora a los militantes el sentido del voto, en una especie de referéndum, que se descarta y ha cobrado una mala fama extraordinaria tras el brexit del Reino Unido. El argumento es que un partido «es de los militantes, pero también de los electores, de los que votan, y no están tan ideologizados como los cuadros internos».

Todo eso está claro, pero no se entiende que Rajoy no tome la delantera. «Es urgente que lo haga ya, lo esperamos», se señala.

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