Susana Díaz ataca a Espadas por estar «teledirigido» por Sánchez
El debate de primarias en el PSOE-A sirve para que la ex presidenta de la Junta de Andalucía explote la idea de que, si gana, el alcalde de Sevilla será "teledirigido" por Pedro Sánchez
A los 10 minutos de empezar el debate de primarias en el PSOE de Andalucía, un formato inédito en esta formación, ya era complicado contar las veces que Susana Díaz aludía a la “libertad” con la que la militancia debe acudir a las urnas el próximo 13 de junio para decidir quién debe ser el candidato socialista que se mida con Juanma Moreno Bonilla en las próximas elecciones autonómicas.
Una forma de decir que no quiere injerencias desde Ferraz en este proceso interno y que según su teoría, el alcalde de Sevilla representa un proyecto sin autonomía y «teledirigido» por Pedro Sánchez.
Hace un mes, repitió al menos 14 veces esa palabra en aquella mañana en la que la ex presidenta de la Junta de Andalucía reunió a la prensa en la sede de San Vicente para anunciar que iba a convocar este proceso orgánico al que de manera reiterada se negó durante meses, apenas unas horas antes de que Ferraz lo hiciera.
“Si a Ayuso le ha funcionado, ¿por qué a ella no?”, ironizaba un colaborador de Díaz consciente del poder de las campañas irreflexivas y pasionales.
En el debate de este martes, los tres candidatos siguieron el guion de sus respectivas campañas. Espadas reivindicó su solvencia al frente del ayuntamiento más importante que rigen los socialistas. Luis Ángel Hierro vino a presentarse como un verso suelto que pelea por recuperar las esencias de izquierda del partido.
Y Díaz se alejó de experimentos –como aquel de decir que sufría machismo siendo la mujer que más poder ha tenido dentro del PSOE andaluz en toda su historia- y tiró de manual de campaña: “Libertad para decidir, libertad para votar, libertad para soñar”.
Díaz emula a Ayuso y pide «libertad para votar»
Porque lo cierto es que tanto ha enarbolado la secretaria general del PSOE-A la bandera de la libertad, su seña en la infinidad de actos que ha protagonizado con sus icónicas camisetas con mensajes mindfulness, que hasta el PP de Madrid bromeaba en las horas previas al debate, en su cuenta de Twitter, acerca del copyright del asunto.
Pero lejos de invitar a la risa a Juan Espadas, la reiteración de esta tesis terminó por enervar el temple de un político habitualmente mesurado en las formas. “Ningún líder del PSOE de Andalucía permitirá nunca que seamos una sucursal. Decir eso es faltar al respeto del partido”, le espetó el alcalde de Sevilla.
Sin embargo, ni en esa ni en ninguna otra de las ocasiones en la que el alcalde hispalense aludió directamente a su compañera de filas, logró que Díaz entrara en el cuerpo a cuerpo. Más bien al contrario.
Como si en una sesión de control en el Parlamento interpelada por Moreno Bonilla se tratara, la ex presidenta andaluza ignoró de plano el dato con el que Espadas arrancó el debate: el PSOE andaluz ha perdido más de medio millón de votos en los últimos 8 años, el tiempo de su liderazgo al frente del partido.
La dirigente sorteó referencias a su gestión en asuntos como las protestas sanitarias que marcaron la última legislatura socialista y evitó responder el reproche del alcalde de haberse sentido desatendido durante la pandemia por parte del Gobierno andaluz pero también por parte la dirección regional del partido.
También calló cuando Espadas ironizó que la candidatura rival incorpore ahora a su discurso el municipalismo cuando, a su juicio, la opinión de los alcaldes del partido no ha sido escuchada nunca.
“Escuchar a los compañeros y compañeras antes de publicar cosas en el BOJA, seguramente nos iría mejor”, llegó a decir quien en las últimas horas ha recibido el respaldo de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, gaditana de nacimiento.
Tanto se elevó por encima del formato que el de Díaz no fue el papel de una candidata que se encuentra entre compañeros de partido, sino el perfil de una política que se enfrenta a unos candidatos de siglas distintas a las suyas.
Díaz apela a un partido «no sumiso» y Espadas busca dejar el pasado atrás
El debate fue, a fin de cuentas, la escenificación de dos ideas de partido distintas en un tiempo clave en que, según las últimas encuestas, el PP parece consolidarse en la opción de voto del electorado: el de Díaz, que aspira liderar una formación libre, “no sumisa” y que ahora, dice, está preparada para volver al Gobierno después de un tiempo de “autocrítica” y de “escucha activa a colectivos que hacía años que no entraban en nuestra sede”.
El modelo de partido de Espadas sería, según su presentación, el que apela a la unidad, que quiere dejar el pasado atrás para poner un punto y final a las heridas abiertas desde aquel cruento Comité Federal de octubre de 2016 en el que el PSOE se abrió en canal.
Sería injusto decir que el protagonismo radicó sólo en este diálogo de sordos que mantuvo Espadas con Díaz pues también el tercer candidato en liza, Luis Ángel Hierro, aportó su tesis de lo que debe ser el PSOE andaluz: a saber, una formación que se construya a partir de los postulados del 39º Congreso y haga un viraje claro a las políticas de izquierda.
Un partido que se mire en Rafael Escuredo, primer presidente electo de la Junta, “que se plantaba en Madrid a reclamar para Andalucía sin importarle el color del Gobierno.”
Con todo, fue en los asuntos fiscales y presupuestarios donde Hierro ejerció más como profesor de Economía, su profesión, que como candidato. Tanto como para ser capaz de abrir un tema tabú: “Es imposible construir servicios de calidad si no planteamos una política fiscal exigente y justa. Tenemos que olvidar eso de que es de izquierdas bajar impuestos”.
Como suele pasar con este tipo de encuentros, es posible que el voto de la militancia vire poco o nada después de este encuentro, aunque al menos servirá para tener en la hemeroteca el momento exacto en que Espadas le dijo a la cara a Díaz que su tiempo ya pasó. “Es una política de raza, con un capital político innegable, pero no representa la renovación y lo que el partido necesita ahora es un cambio”.
Queda por comprobar en las urnas qué opina los 45.677 militantes andaluces.