Stéphane Dion: “La secesión no es compatible con la democracia”

El ex ministro canadiense asegura que el referéndum soberanista en Catalunya podría comportar “un traumatismo social”

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Es un referente, ¿o lo era? Depende de para quien. Stéphane Dion, ex ministro canadiense de Asuntos Intergubernamentales, e impulsor de la llamada Ley de la Claridad de 2000 –en la que se establecieron los criterios por los que el Quebec podría ser independiente—era aclamado hasta hace bien poco por el nacionalismo catalán.

El ex presidente Jordi Pujol, y cuadros y dirigentes de CiU han visto siempre en el nacionalismo quebequés un inmejorable espejo. Pero Dion ahora interesa menos. Incluso para federalistas que se han pasado a las filas de ERC, y que ya ven en los republicanos el nuevo ‘pal de paller’ de la sociedad catalana.

¿Por qué? Dion busca la racionalidad, pero sin olvidarse de los elementos sentimentales. Y expone un discurso que obliga a la reflexión, y “a ser responsable”. Y el debate sobre la independencia en Catalunya todavía no está en ese terreno.

Si hay democracia consolidada, no ha secesión

Hay quien teme por la fractura social en Catalunya. Al margen de si ya se ha producido, o de que no se produzca en ningún momento, lo cierto es que ya hay barreras entre los partidarios de la independencia, y los llamados –por los soberanistas—‘unionistas’.

Se pudo comprobar este lunes en el auditorio de la facultad de filosofía de la UB. Invitado por Federalistes d’Esquerres, Dion fue escuchado por un público afín, con diputados -Maurici Lucena– y ex dirigentes y cargos del PSC –Josep Maria Sala, Jordi Hereu– personalidades cercanas a ICV y algún tertuliano que rechaza los encasillamientos estériles.

Pero apenas había nadie cercano al nacionalismo, nadie que quisiera contrastar su verdad, adquirida previamente.

Un dardo a Francesc Homs

Y Dion pasó al ataque. A su juicio se comete un grave error al asociar el movimiento independentista con la democracia. Si el conseller de Presidència, Francesc Homs, hubiera estado presente, se hubiera llevado las manos a la cabeza. Dion aseguró que “en ninguna democracia consolidada se ha producido una secesión”, y constató que los países del este europeos que se independizaron lo hicieron a partir de realidades estatales no democráticas. “En el caso de Checoslovaquia, se hizo muy rápido, y sin que los ciudadanos lo votaran, pero ¿qué hubiera pasado si el país hubiera existido unos años más?”, se preguntó Dion, dando por hecho que los modelos de Chequia y Eslovaquia no sirven.

“La secesión no es compatible con la democracia”, aseguró, insistiendo en los peligros de un proceso que lleve a unos ciudadanos “a considerar extranjeros a la otra mitad”. Eso podría llevar a un “traumatismo social”, aseguró, con la mirada puesta en un posible referéndum de autodeterminación en Catalunya.

España no es la excepción

Dion insistió en que se debe ser consciente de que la «secesión es mucho más compleja que el derecho a decidir». El politólogo, que en 1996 decidió entrar en la carrera política para contribuir a reforzar su idea del federalismo, quiso romper algunos tópicos. El primero, el que sólo en España hay un artículo en la Constitución que marca la “indivisibilidad del territorio”. En Canadá no existe, “pero Canadá es la excepción, no la regla, porque la norma es España, como Francia, Italia y tantos otros países que tienen claro que hasta el último centímetro cuadrado del territorio pertenece al conjunto de sus ciudadanos”.

Pero, ¿cómo puede el federalismo hacer frente a las aspiraciones de una parte de un territorio a la independencia? Dion remarcó que la cuestión sentimental es más importante de lo que se cree, y que debe existir algún sentimiento conjunto, algún amor a la pertenencia de todos a un país conjunto.

Es decir, el Quebec quería mejorar aspectos importantes de Canadá, quería más poder y una relación diferente, pero para llegar a una solución los quebequeses debían sentir “un cierto orgullo por ser también canadienses”.

El diálogo con Albert Solé

Precisamente, el periodista y cineasta Albert Solé, hijo de Jordi Solé Tura, uno de los padres de la Constitución y federalista convencido, preguntó a Dion por la importancia de esos elementos sentimentales. Albert Solé vino a considerar que deberían primar los elementos más racionales. Y Dion destacó que el debate debe saber entrar en los dos aspectos.

El problema que planteó Dion, sin entrar en ello, claro, es si la sociedad catalana, una parte considerable de ella, puede sentirse orgullosa de ser española, como los quebequeses lo hacen respecto de Canadá.

El error: la estrategia de ‘contentar’

Dion, que dialogó tras su conferencia con Victòria Camps, Lluís Bassets, Rafael Jorba y Martine Audussseau, fue también muy taxativo respecto a los riesgos que corre un gobierno federal. Consideró que el mayor es la estrategia de “contentar”, de ir cediendo a las aspiraciones de un territorio, pensando que los independentistas puros acabarán siendo una minoría. Esa no puede ser la respuesta, a su juicio, porque se crea una relación perversa con el resto de territorios, y se “banaliza” la independencia.

Stéphane Dion era “el referente”. Lo sigue siendo para los federalistas catalanes, que quieren conseguir un proyecto similar para España. Dion, en cualquier caso, les quiso ayudar, o tal vez no. “Para muchos expertos, España ya es un país federal, y sólo le falta que le pongan el nombre”, aseguró.

¿Pero hay alguien que quiera de verdad comprobar lo que dice Dion?

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