La semana que Casado quiso sacrificar a Ayuso y Almeida en el PP
Casado intenta recular en su ataque a Díaz Ayuso, pero los barones no perdonan ya la gestión de la crisis y ven incompatible con el cargo acusar a miembros del partido sin pruebas. Almeida, forzado por Génova al juego, se enfrenta a una posible moción de censura
Las elecciones de Castilla y León del pasado 13 de febrero lo dinamitaron todo. El PP ganó, pero su anémico resultado y la obligada dependencia de Vox, extendió en el Partido Popular el consenso, incluso entre los más ‘casadistas’, de que la actual dirección nacional, en manos de Teodoro García Egea, era incompatible con ganar. En Génova decidieron que era el momento, en una jugada ‘a la desesperada’, de desactivar a su mayor amenaza interna, la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a través de acelerar con el famosos ‘dosier’ de marras. O quizás así lo pensaron desde el equipo de Ayuso, momentos antes de filtrarse el caso de espionaje interno a la ‘baronesa’. El presidente del PP, Pablo Casado, tuvo unas horas para desactivar la crisis, pero redobló la apuesta contra su antigua amiga y en esta semana ‘horribilis’ ha logrado destruir (o al menos lo ha intentado) a sus dos mayores activos electorales: Ayuso y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez- Almeida. Casado intentó ayer recular como si nada hubiera pasado, retirando el expediente a Ayuso, aunque esta decisión demuestra sus intenciones llanamente políticas, lo que pone todavía más en duda su legimitidad como presidente del partido.
La victoria pírrica de Castilla y León
La convocatoria electoral de Castilla y León se hizo porque, ante las buenas perspectivas electorales, Casado necesitaba de un éxito electoral propio como el que había tenido Ayuso en mayo de 2021. Cuando se decidió la convocatoria, Génova contaba con quedarse a dos o tres escaños de la mayoría absoluta en la región, como en Madrid, manteniendo un Vox en miniatura, y se diseñó para la implicación electoral del presidente del PP. Pero la campaña electoral salió fatal; la estrategia estuvo plagada, volvió a evidenciarse la distancia de Casado con expresidentes como Rajoy y Aznar, y encima se produce el desastre en la votación de la reforma laboral. Las perspectivas son tan malas que tuvo que recurrirse a Ayuso para ‘salvar los muebles’.
El PP ganó las elecciones pero perdió votos al fin y al cabo, y el titular de la noche fue una victoria de Vox pese a un candidato desconocido. El resultado pudo haber sido peor e incluso perder las elecciones, reconocen desde el partido, por lo que se evitó que se comenzaran a pedir cabezas en el partido. Sin embargo, algo se había roto esa noche y entre los propios casadistas, empezó a difundirse el mensaje de que la cúpula del partido debía cambiar radicalmente para encarar el próximo ciclo electoral. La persona más señalada es el secretario general Teodoro García Egea, poco querido ya en el partido por sus maneras autoritarias.
¿Pactar con Vox?
El siguiente problema para el PP, después del recuento electoral, es su indefinición ideológica. El lunes pasado empiezan a lanzarse mensajes contradictorios sobre si el PP debe, en Castilla y León, dejar entrar a Vox en el Gobierno o buscar alianzas con otras fuerzas. El mensaje de Génova es rechazar la exigencia del partido de Santiago Abascal y gobernar en solitario. Esto difiere ya con el presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, que prefiere esperar.
Pero la crisis estalla horas después cuando la mano derecha de Ayuso, Enrique Ossorio, exige celebrar el congreso del PP en Madrid, la reivindicación que ha mantenido enfrentado a Casado con Ayuso desde hace siete meses, aunque parecía haber cierta tregua desde antes de navidades. En Génova entienden este mensaje como el retorno de las hostilidades. «La tregua no ha durado ni un día más después de las elecciones», lamentan.
El Comité Ejecutivo de Pablo Casado
El martes se celebra el Comité Ejecutivo nacional, y muchos escuchan ya ruido de sables. Casado debe justificar el resultado electoral y definir su estrategia electoral porque los nervios en el partido son notables. Pero el cónclave con todos los barones autonómicos sucede de forma muy pacífica. Ayuso no hace ni una sola referencia al congreso madrileño y felicita a Mañueco por los resultados, igual que Alberto Núñez Feijóo, presidente de Galicia. Nadie pide formalmente relevos en la cúpula nacional.
Pablo Casado marca de nuevo un discurso muy duro contra Vox, al que llama formación populista, y refuerza su perfil de centro y su apuesta por Gobiernos en solitario. Algunos miembros dudan si Casado está abriendo la puerta a acuerdos con el PSOE para echar un ‘cordón sanitario’ a Vox. Sea como sea, Ayuso vuelve de nuevo a matizar este discurso poco después ante la prensa, donde naturaliza el acuerdo con la formación de Abascal.
Estalla la crisis de los espías
El miércoles se desarrolla aparentemente con calma hasta que, al llegar la noche, estalla el escándalo que hará implosionar el partido. El Mundo y El Confidencial desvelan que la dirección general del partido espió a Isabel Díaz Ayuso. Lo habría intentado al menos a través de la empresa municipal de vivienda de Madrid, lo que supondría una flagrante ilegalidad. El alcalde José Luis Martínez Almeida es además el portavoz nacional del PP, Casado y Egea lo han convertido en su principal ariete contra Ayuso, para intentar apoderarse del capital político que el alcalde consiguió durante la pandemia.
Carromero, el coordinador de la alcaldía madrileña dimitido, tiene más relación con Casado y Egea que con el propio alcalde Almeida
Almeida negaría al día siguiente cualquier implicación, y promete destituciones si fuera necesario. Efectivamente, al poco dimite Ángel Carromero, coordinador general de la alcaldía, e implicado en el supuesto espionaje. Hay que subrayar que Carromero tiene más relación con Casado y Egea que con Almeida, por lo que fuentes del partido ven claro que Carromero habría actuado por su propia iniciativa junto a Génova a espaldas del alcalde que, efectivamente, parece haberse enterado por la prensa.
Ese día, Casado condenaba a su primera víctima, Almeida, que queda prácticamente condenado al estallarle la crisis. Las opciones que más temen en el partido es una moción de censura de la vicealcaldesa, Begoña Villacís (Cs). Aunque la formación tiene pánico a una medida así, después del caos de Murcia y las sospechas en Castilla y León, puede cambiar en los próximos días. Los propios miembros del consistorio están divididos sobre si arrebatar la alcaldía co los votos de Más Madrid y PSOE, o esperar que Almeida se cueza «a fuego lento».
La guerra definitiva entre Ayuso y Casado
El jueves por la mañana, Ayuso convoca una rueda de prensa para responder al espionaje de Génova y las sospechas de supuesta corrupción que ha difundido la dirección nacional sobre contratos sanitarios donde el hermano de la presidenta aparece como comisionario. Ayuso lanza un ataque directo a Casado y eleva el envite a una pugna por el futuro del partido. Acusa las maniobras de una cúpula «que no han conseguido votos» para el PP. Fuentes internas admiten que, desde ese momento, al situación es «a muerte» e irreconciliable.
Si había alguna opción de marcha atrás, la destroza Teodoro García Egea en una comparecencia posterior, donde sale en tromba para atacar a Ayuso, anuncia que le abre un expediente informativo y amaga con expulsarla del Partido Popular. Con esta intervención, Egea admite implícitamente las maniobras que ha liderado para intentar tumbar a Ayuso y el manejo del supuesto dossier con información confidencial.
Casado se condena en ‘prime time’
La única opción de reconducir la situación por parte de Casado termina el viernes a las 09.00 de la mañana, cuando el presidente del PP entra en la COPE para ser entrevistado por Carlos Herrera. Casado asume 100% las tesis de Egea, no matiza ni una coma y difunde sus sospechas de corrupción sobre Díaz Ayuso. Sin pruebas, insinúa que la familia de Ayuso se enriqueció mientras morían «setecientas personas».
Casado, que ha tenido una estrecha relación con Ayuso, sabe que la presidenta madrileña tiene escasa relación con su hermano
Casado comete ahí su gran y definitivo error. Aunque Ayuso fuera culpable de asesinato, el hecho de que el presidente del partido aparezca en una emisora insinuando estas sospechas sin prueba sobre uno de sus activos políticos, prácticamente, señalan los críticos, lo inhabilitan para dirigir el partido y, muchos temen, la nación. Sobre todo, por el hecho de que, como indican fuentes cercanas, Casado, que tiene una relación muy estrecha con Ayuso, sabe de la escasa relación personal entre la presidenta madrileña y su hermano: «Apenas hablan los hermanos«, indican desde su órbita.
Ayuso desplegó horas después a sus consejeros más solventes, el consejero de Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty, y el de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, para justificar la honorabilidad de Díaz Ayuso. En Génova, por contra, callaron.
El repliegue de Casado
La mayor demostración de que la investigación de Génova era política y de que en el PP deben asumir responsabilidades, es que Génova aseguró ayer que el expediente contra Ayuso iba a quedar en nada, cuando la información ofrecida por la propia Ayuso fue meramente superficial. Casado reculó abiertamente por, en primer lugar, la certeza de que no iba a poder ganar una batalla contra Ayuso; luego, porque los barones se habían posicionado claramente en su contra y, tercero, las inéditas manifestaciones en la sede de Génova para pedir la dimisión. Casado se reunió el viernes con Ayuso para intercambiar cromos: si Ayuso admitía que no había habido espionaje, el PP retiraría el expediente. Prueba de la desesperación de Casado es que, negándose a negociar la dirigente madrileña, Casado cede igualmente.
Ayuso vs. Casado, a la espera de la justicia
A pesar del intento de Casado de frenar la escalada, parece que no existe vuelta atrás. Desde el ámbito regional, indican que es inviable seguir «como si nada hubiera ocurrido». Se va exigir, por lo menos, la cabeza de García Egea. Pero lo más probable es que se requiera también la dimisión de Pablo Casado al frente del PP. Feijóo tiene el encargo, o petición, de asumir la autoridad en el partido y conducirlo a un congreso extraordinario en el que se elija un nuevo liderazgo. Es la opción más plausible si, en los próximos días, no interviene la justicia abriendo una investigación sobre Ayuso. Si no fuera así, parece que la dirección de Génova toca a su fin.