El sector moderado de Junts se opone ahora a la ampliación del Aeropuerto del Prat
Elsa Artadi, Damià Calvet y Josep Rull apuestan por reclamar la autogestión del Aeropuerto de Barcelona para apoyar su ampliación
El mundo al revés. El sector moderado de Junts se opone a la ampliación del aeropuerto de Barcelona, mientras que la línea más radical y cercana a Puigdemont están encantados difundiendo su pacto con el Gobierno de Pedro Sánchez.
Todo tiene una explicación. Los moderados que están fuera del Govern o algunos ya en campaña electoral, exigen a cambio de apoyar la ampliación del Prat, su autogestión.
Una demanda histórica que ha caído en saco roto siempre que se ha propuesto al Gobierno central. Fuentes del Ejecutivo aseguran que la primera comisión bilateral que mantuvieron ambos ejecutivos hace un par de semanas «no se propuso este traspaso».
Este sector capitaneado por la vicepresidenta de Junts, Elsa Artadi; el exconsejero de Territorio e Infraestructuras, Josep Rull y el exconsejero y actual presidente del Puerto de Barcelona, Damià Calvet, avanzó en la ejecutiva, que mantuvo el partido el pasado 26 de julio tras aprobarse la inversión de 1.700 millones por el Prat, que había sido un error salir, colgarse la medalla y «defenderlo» porque «no hemos ganado nada, al contrario, hemos perdido».
Y es que, además de la autogestión, Junts es consciente de que la oposición a la ampliación está moviendo mucho voto joven, más allá de las asociaciones ecologistas y es algo que no se quieren perder con unos comicios a la vuelta de la esquina.
Las fuentes consultadas conocedoras de este sector esgrimen que las elecciones están cerca y «hay mucho voto en juego también en el ‘no’ al Prat», insisten. Si bien concuerda con el discurso independentista, aquello de nadar entre dos aguas o nadar y guardar la ropa.
Las palabras del exconsejero Rull este lunes van por este camino. El dirigente de Junts advirtió a los suyos que el proyecto atenta contra la Ley catalana de Espacios Naturales: «No lo podemos incumplir».
Desde este sector también se muestran convencidos que la Unión Europa, que es la que tiene la última palabra sobre su aprobación, «no lo consentirá».
Con esta advertencia, Rull pretende mostrar división en el partido para no perder votos, pero también se desmarca de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y de las asociaciones ecologistas anunciando que no acudirá a la manifestación convocada para el 19 de septiembre. Junts busca marcar perfil propio dentro del Govern.
Candell, Tremosa y Puigneró, encantados con la ampliación
En el otro extremo y liderando el ‘sí’ a la ampliación del Prat se encuentran el vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró, quien cerró el acuerdo en una reunión fuera de agenda con la ministra de Transportes, Raquel Sánchez; el exconsejero Ramon Tremosa y el diputado y expresidente de la Cámara de Comercio, Joan Canadell.
Los tres, procedentes del ‘ala dura’ de Puigdemont, se muestran eufóricos por haber cerrado un acuerdo con el Gobierno central y haberse anotado el tanto antes que el propio presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
El principal argumento, para diferenciarse de Colau y marcar terreno a su socio de Gobierno, es que «Cataluña necesitará un aeropuerto intercontinental si acaba por convertirse en una república independiente«.
Sin embargo, el aluvión de críticas en contra provocó que esta semana Puigneró tuviera que prometer que el Prat será «el aeropuerto más verde de Europa». Unas palabras que molestaron tanto a sus compañeros como a la oposición y a los colectivos que están en contra.
Por el momento, nadie conoce ningún detalle más sobre el proyecto. El Plan Director que tendrá que elaborar Aena sacará de dudas a todos los que buscan invadir 500 metros el espacio natural de La Ricarda, en el Delta del Ebro, y a todos los que de primera se oponen sin conocer los detalles por el que ya se comprometen a protegerlo.
Desde Moncloa avanzaron que el proyecto podría estar operativo en 2030, pero Aragonés ya echa el freno señalando que «apenas se está en el punto inicial». La ampliación del Prat sirve también de excusa perfecta para ambos presidentes para seguir estirando el chicle del diálogo, también en elecciones.