Se avecina una nueva guerra comercial en la UE: éste es el culpable
La inclusión del aceite de palma en la lista de biocombustibles no sostenibles por parte de la Comisión Europea enfrentará a la UE con Malasia e Indonesia
Mientras EE.UU. y China parecen encarrilar las negociaciones para reducir los aranceles que han impuesto a sus respectivas exportaciones, otra guerra comercial está en ciernes y esta vez nos puede tocar aún más cerca.
Así, Malasia e Indonesia han amenazado a la Unión Europea con represalias económicas si sigue adelante con su plan para erradicar el aceite de palma de los depósitos de combustible de los coches comunitarios.
Esas amenazas parten de la reciente decisión de la Comisión Europea de restringir paulatinamente el uso del aceite de palma como biocombustible desde 2023 hasta su erradicación total en terreno comunitario a partir de 2030.
Bruselas considera que este biodiésel no es sostenible, dado que desde 2008 el incremento en su uso ha contribuido a la deforestación, la destrucción de ecosistemas y al aumento de las emisiones de gases contaminantes.
Un biocombustible polémico
La ofensiva europea contra el aceite de palma se inició en 2018 y algunos países, como Francia o Noruega, ya han aprobado prohibir su uso como carburante a partir de 2020.
Mientras, la industria alimentaria de la UE también ha hecho esfuerzos por distanciarse de un producto altamente polémico, que ha sido criticado por grupos ecologistas por su repercusión ambiental en los países productores.
Ahora, si el Parlamento Europeo y los estados miembros de la UE no se oponen expresamente en un plazo de dos meses, el aceite de palma saldrá de la lista de combustibles sostenibles de la directiva europea de energía renovable.
El 46% de las importaciones de aceite de palma que recibe la UE se destinan a biocombustibles
Esta salida implica su prohibición, debido al compromiso de Bruselas con el objetivo de reducir al menos un 40% sus emisiones contaminantes y aumentar un 32% el uso de energías renovables antes de 2030.
Actualmente, el 46% de las importaciones de aceite de palma que recibe la UE se destinan a biocombustibles, un porcentaje que podría reducirse al mínimo debido a las condiciones que establece Bruselas.
De este modo, solo se permitirá la importación de aceite de palma producido en explotaciones agrícolas de menos de 2 hectáreas, para no dañar a los pequeños productores.
Las críticas de Malasia e Indonesia
Dado que la inmensa mayoría de cultivos de aceite de palma en Malasia e Indonesia, que producen más de un 80% del total mundial, se concentran en grandes plantaciones, la reacción de ambos Gobiernos ha sido especialmente airada.
Así, el primer ministro malasio, Mahathir bin Mohammad, ha calificado la actitud de la UE de «desleal» y ha amenazado con «suspender la compra de productos europeos».
Por su parte, el ministro de Comercio de Indonesia, Enggartiasto Lukita, ha ido más allá y ha amenazado a Bruselas con iniciar una guerra comercial, señalando directamente a los productos lácteos y vinícolas comunitarios y a los aviones de Airbus. Otros miembros de su gobierno han anunciado que recurrirán ante la Organización Mundial del Comercio para intentar frenar una medida que consideran «discriminatoria».
De hecho, Yakarta ha asegurado que si finalmente la UE decide prohibir el aceite de palma como combustible en su territorio, supondrá retrasar sine die el acuerdo comercial que Bruselas negocia con el país y perjudicar las relaciones con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, del que Malasia e Indonesia son miembros destacados.
Noticia original de Business Insider. Autor: Adrián Francisco Varela