Se apaga Santacana, el poder de una mirada
Francesc se mostró sobre todo y plenamente en el Plan Estratégico Metropolitano
Con Santacana se va una visión de amplitud metropolitana. La que tuvo que salvar forzosamente los desencuentros entre el Jordi Pujol comarcalista y el Pasqual Maragall urbanista.
Pujol y Pasqual han sido dos auténticos colosos de la política, pero si algún reproche se les puede hacer, este ha de llegar del lado de Santacana; de Santacana, de Josep Maria Raventós, de Miquel Barceló y de tantos otros, que trabajaron y trabajan sin apriorismo sectarios. Pujol y Maragall frenaron obstinadamente el desarrollo de Fira Barcelona, marcaron a fuego lento el Parque Tecnológico del Vallés y hasta estuvieron a punto de cargarse la imagen internacional de Barcelona durante la celebración de los Juegos del 92.
Consagrado el Plan Metropolitano
Maragall inauguró aquel evento, a pocos metros del funesto castillo de Montjuic (el de Espartero) donde Moscardó, el primer capitán general de Franco en la Barcelona nacional, “mandó fusilar al president Lluís Companys”. Pujol no quiso ser menos y dio pábulo y carta de naturaleza al Freedom for Catalonia, un movimiento de liberación (el de los niños convergentes de la época) retardatario delante del gran evento olímpico irrepetible.
Francesc Santacana no se lo tendrá en cuenta. Ni al uno ni al otro. Él se consagró al futuro de los 36 municipios agrupados en el Plan Estratégico Metropolitano (PMB). Tocó muchas teclas, todas con suavidad: Colegio de Economistas de Cataluña, la Fundación Bosch i Gimpera, el Parque Científico de Barcelona, el Instituto Catalán de Finanzas, el CIDEU o Esade-Creapolis.
Revolucionario de la vida universitaria
Santacana “extendió increíblemente las relaciones entre investigación y actividades productivas, les dio una organización sólida, incorporó nuevos estudios que así pudieron inscribirse en la vida universitaria y dotó de una estructura sistemática a los estudios de formación continuada por primera vez en España”, en palabras de Josep Maria Bricall, el académico de mayores méritos de toda su generación.
Pero, sobre todo, le recordaremos por el Plan Estratégico, uno de aquellos inventos de Maragall que podían empezar en la antesala del Concell de Cent o la terraza de su domicilio familiar de Sant Gervasi: “Escucha Francesc, has visto esto que han hecho tus amigos de la London School; un trabajo de prospectiva…?”. Y acaba preguntado distraídamente: «¿Por qué no te metes tú en eso?» Jordi Mercader cuenta en sus libros que el Maragall de los mejores años te colgaba un trabajo ímprobo como aquel que no quiere la cosa.
Paciente y honrado
Santacana aceptó el reto. Pasó por todo tipo de incomprensiones. A partir de Le Corbusier, de Sert, del pabellón Mies Van der Rohe o de los déficits culturales y de infraestructuras del antiguo cinturón industrial hoy convertido en parque temático de la vivienda y los servicios. Suaviter in modo, Santacana denunciaba y proyectaba. Se metió en la sombra de Rius i Taulet, de Ildefons Cerdà y de Fabian Estapé, su maestro. Fue obviado una y mil veces. Y sin embargo él tenía los resortes del futuro. Dejó en el PMB su valiosa semilla. Tuvo una mirada, paciente pero honda, fortier in re.