Sánchez y Rivera se conjuran y disputan el centro ante el empresariado catalán
Ciudadanos y el PSOE salen a la caza del votante de la clase media, conscientes de que en su intento el PP puede salir beneficiado. La hipótesis de una gran coalición sería posible si Rajoy se retira de la presidencia
Por el centro se llega al gobierno de España. Lo dicen el CIS y la historia reciente: el partido que gana las elecciones en nuestro país es el que obtiene más votos del centro político. El giro al centro de Pedro Sánchez se solapa con el ganador avant la lettre Albert Rivera. Pero dos y dos no suman cuatro: la disputa entre PSOE y Ciudadanos por la hegemonía del centro induce el crecimiento en votos del PP, tal como señalan las encuestas, aunque la intención de los dos partidos es arrinconar a los populares.
La derecha se perfila como ganadora del 26-J, sin embargo, necesitará escaños para gobernar. Sánchez y Rivera aparecen como dos líderes orientados en una misma dirección: respetarán la mayoría pero se han conjurado para robarle el centro a Mariano Rajoy y expulsarlo del poder.
A la caza de la clase media
¿Para qué se quiere un crecimiento económico del 2,8%? Para recuperar el PIB, no; «Lo queremos para recuperar a la clase media», a la que la crisis se ha llevado por delante. Rivera se dirige a esta clase media, «la auténtica marca España», que tantos palos ha recibido. Es el mismo granero en el ahonda Sánchez.
Los 200 puntos firmados entre PSOE y Ciudadanos, en el intento frustrado de investidura, vuelven al eje central. Pero ni aún sumando ambas voluntades, el cambio se percibe en el recuento de los votos. Una ligera reorientación del PP en materia fiscal y laboral, más la abolición de la Ley Mordaza, reanimaría al partido de Rajoy.
El mundo económico español, reunido ayer en las jornadas del Círculo de Economía, apuntó mayoritariamente a dejar las cosas como están siempre que el PP se avenga a modificar el tiro. ¿Cuáles son las condiciones? La salida de Rajoy es imprescindible. El PP necesitará a Ciudadanos para volver a Moncloa y tanto Rivera como Sánchez exigen la salida del presidente en funciones para entrar en una negociación. El Tripartito se perfila en el horizonte si Rajoy claudica.
Inquietud en las filas populares
La cabeza de Rajoy y la abolición de la Ley Mordaza, unida a los retoques en materia laboral y fiscal, son el precio del poder. El PP se mueve y la hipotética ausencia de Rajoy flanquea el camino de los barones con peso en la derecha. Han olido la sangre: Alfonso Alonso, José Manuel García-Margallo y en menor medida los nuevos vicesecretarios están ya en la línea de salida.
Detrás de ellos, los mentideros de Madrid citan estos días a Josep Piqué, el ex ministro de Exteriores y ex presidente del Círculo, uno de los grandes ausentes de la reunión en Sitges. Los faltazos precisamente decantan las posibilidades: Gallardón y Piqué cumplen porque llevan mucho tiempo sin aparecer por Génova ni por las instituciones del Estado.
Por su parte, Soraya Sáenz de Santamaría ha perdido demasiadas plumas ejerciendo de jefa de gabinete de Rajoy. Así quema el hombre tranquilo a los que tiene cerca: los exprime hasta licuarlos y la vicepresidenta es el caso paradigmático.
Nada de pactos con el PP
Después del 26-J, España mirará a Europa. Rivera tratará de renovar un pacto con el PSOE, un partido al que Rivera ve como uno de los casos claros de la socialdemocracia europea. No habrá tercera vuelta. Rivera afirma que si hay bloqueo «renuncio a cualquier silla». Y se pregunta: «¿Alguien cree que Ciudadanos pactará con el PP, un partido que mantiene aforada a Rita Barberá? Quítenselo de la cabeza».
No basta con formar gobierno; hay que mostrar estabilidad. Rivera fue ayer muy claro: «España necesita un parlamento fuerte, no un gobierno fuerte». Ciudadanos tiene la llave: «Si Ciudadanos es decisivo habrá gobierno. Pero habrá cambios en materia de educación, innovación…importan los cambios, no los cargos».
Ante un futuro incierto
En los últimos días, Rajoy y Pedro Sánchez han reivindicado la figura del ex presidente Adolfo Suárez durante la Transición, el referente de Rivera. De palabra, los tres, PP, PSOE y Ciudadanos, se disputan la moderación frente a la coalición radical Unidos Podemos de Pablo Iglesias y Alberto Garzón.
Pero en realidad, lo que hoy está en juego no es el modelo de Suárez, sino su apariencia frente a un futuro incierto, bajo la hegemonía del Eurogrupo y el BCE. No se trata de cicatrizar el pasado sino de ofrecer un horizonte nuevo en el que los sondeos premian al PP y los pactos adecúan la conquista del centro a un realidad sin Rajoy.