Sánchez usa el coronavirus como coartada para colar los presupuestos
El presidente del Gobierno halla un pretexto para sondear un cambio de aliados después de toda la legislatura yendo la mano de ERC
El avance del coronavirus ha puesto patas arribas a medio mundo. Ya hay 117.000 casos confirmados en 113 países y el contagio continúa propagándose pese a las medidas de contención. En España, ya hay 1.600 personas infectados y gobernantes como Pedro Sánchez impulsan medidas de todo tipo porque el virus ha alcanzado con toda contundencia a la sociedad y a la economía. Son días para usar —incluso para abusar— del perfil institucional y para las palabras graves. Y también, por qué no decirlo, para buscar oportunidades.
Sánchez se metió de lleno este martes en el papel presidencial después de mantener una reunión por videoconferencia con los primeros ministros de la UE. Circunspecto, profundo, incluso solemne, el presidente advirtió que vienen «semanas difíciles» e intentó tranquilizar a la opinión pública con una promesa severa: «Para combatir esta emergencia haremos lo que haga falta».
Concretar «lo que haga falta» no es sencillo, pero Sánchez dio algunas pistas. El Gobierno prepara un paquete de medidas económicas que, inevitablemente, conducen a España a un mayor endeudamiento (hoy alcanza el 97,8% del PIB nacional). En principio va a contar, eso sí, con el visto bueno de la UE, dispuesta a que los números rojos de todos los socios vayan en aumento para salir del hoyo.
Sánchez y la emergencia nacional
Sánchez quiere que corra el dinero para que las pequeñas y medianas empresas no sufran problemas de liquidez, quiere impulsar una flexibilización de la jornada laboral y quiere dar más margen para que las compañías cumplan con sus obligaciones fiscales. Es solo el anticipo de lo que pretende porque también maneja planes específicos para los sectores del turismo y del transporte, acaso los más castigados por la crisis del coronavirus. Pero, claro, todo ello hay que plasmarlo en unos presupuestos y el presidente está decidido a sondear a la oposición con el anzuelo de la emergencia nacional.
«Sería muy buena noticia para el conjunto de la ciudadanía que tuviéramos unos nuevos presupuestos porque tenemos que adaptar nuestras políticas. Hay que adaptar nuestras políticas económicas y fiscales a esta nueva realidad», manifestó Sánchez desde el Palacio de la Moncloa. Por si alguien no se dio por aludido, el presidente despejó las dudas: «Y creo que sería bueno que todas las fuerzas parlamentarias sean conscientes de ello».
En esta ocasión, Sánchez se desempeñó sin acusaciones a la oposición. Al contrario: «Debo trasladar que la voluntad en las conversaciones privadas es de absoluta colaboración, y la quiero agradecer».
Sánchez y la envolvente al PP
El presidente intentó crear así un clima institucional para envolver al PP, a quien se dirige el mensaje. Pero el líder de los populares, Pablo Casado, no parece dispuesto a moverse de su guion.
La vicepresidenta Carmen Calvo ya hizo el lunes de avanzadilla de Sánchez al emplazar al principal partido de la oposición a la aprobación de los presupuestos y el líder del PP ya dio respuesta: «No sé si (Carmen Calvo) no me ha escuchado veinte veces diciendo que estaríamos dispuestos a negociar los Presupuestos. Eso sí, con algunas condiciones por nuestra parte, como que la mesa de partidos por la autodeterminación no siga adelante».
De momento, nada hace pensar que el Gobierno esté dispuesto a poner fin a la mesa de diálogo con los independentistas. De hecho, ERC ya se está encargando de difundir que espera una próxima reunión la semana que viene porque así lo ha tratado con Sánchez.
El Gobierno, en cambio, no dice ni media. De momento, esperará al jueves a concretar, al fin, su plan de choque económico contra los efectos del coronavirus. Y lo hará, en un principio, habiéndolo concertado con patronales y sindicatos para envolver un poco más al PP en el clima institucional que trata de crear en este momento de zozobra nacional. Contra el coronavirus, un orden oblicuo.