Sánchez financia su renacer político a costa de bancos y energéticas
El presidente del Gobierno desorienta a la oposición y a la coalición con una cruzada contra el Ibex para recaudar 7.000 millones y llevando al BOE su nuevo relato de azote de las 'élites económicas'
Pedro Sánchez llevaba muchos días preparando a conciencia el Debate del Estado de la Nación y hoy sabemos por qué. Desde el descalabro de las elecciones andaluzas, Moncloa confió el renacer político del presidente del Gobierno a esta cita, también resucitada, del Congreso de los Diputados. Eludió los cantos de la convocatoria electoral y las crisis de Gobierno tras el 19J, y fue tejiendo suavemente el relato de que el líder socialista, como hace años, es el último dique contra las élites empresariales y económicas. Su gran azote. Calló mientras el nuevo jefe del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la vicepresidenta díscola del Ejecutivo, Yolanda Díaz, iban cogiendo vuelo en los últimos días. Pero el día elegido para la remontada (o intento), finalmente llegó en un acalorado día de julio, igual que un año antes, cuando realizó una importante escabechina en el Consejo de Ministros.
Porque Sánchez materializó su nueva huida hacia adelante, o giro progresista como se dicen entre ellos, a base de aplicar un gran sablazo fiscal a quienes mejor representan su nueva némesis, que ya no es la ultraderecha, sino el Ibex35. Todavía sin detallar cómo, anunció cargas fiscales sobre los beneficios «extraordinarios» de las entidades financieras y los grupos energéticos por 7.000 millones en los dos próximos años. Precisamente los dos ejercicios en los que todavía debe presentar Presupuestos antes de las elecciones generales a las que sigue repitiendo que se presentará.
El presidente del Gobierno tira así de BOE para financiar su renacer político de cara a recuperar impulso en el último tramo de legislatura. Una millonada (4.000 millones a las eléctricas como Iberdrola, Endesa y Naturgy, y 3.000 millones a los bancos como Caixabank, Santander, BBVA y Sabadell), que le permitirá financiar una chequera de corte populista. Pero, como se encargó de repetir en sus intervenciones, deja a su vez claro a la ciudadanía quiénes son los culpables de los males que les afligen y les van afligir todavía más: las compañías eléctricas, que se quieren forrar con la inflación, y los bancos, que también se están supuestamente forrando con las subidas de tipos y la nueva política del Banco Central Europeo. Este es su nuevo discurso.
Revival del primer Sánchez
Este revival del sanchismo primerizo cogió a la oposición desorientada y desentrenada, sobre todo por el extraño fenómeno de un Feijóo de cuerpo presente pero que no podía hablar en el hemiciclo y que tampoco quiso hacer ninguna valoración en todo el día, dejando la réplica a Cuca Gamarra, que no tuvo su mejor día.
Más notoria fue, sin embargo, la incomodidad manifiesta de Yolanda Díaz, cuya inercia, tras la presentación de su iniciativa política Sumar, pareció diluirse tras el órdago confiscatorio de Sánchez. «Faltan todavía las grandes corporaciones que cotizan en Bolsa», reclamaba la vicepresidenta. Para la nueva líder de la izquierda, de esta no se salva ni Fluidra. Su problema es que quiere competir electoralmente en el mismo segmento que Sánchez: las políticas económicas de izquierdas. Una coalición fagocitante.
Sánchez, A por todas
El nuevo lema de Sánchez es A por todas. Como antaño lo fue No dejar nadie atrás o De esta salimos más fuertes. De los anteriores eslóganes poco queda, los enterró la cruda realidad, y es probable que suceda lo mismo esta vez. En la Corte madrileña, el Debate del Estado de la Nación fue resultón y cayó del lado de Sánchez, pero la realidad es que poco falta para que la economía se tensione todavía más. Sánchez tiene la intención de mantener su escudo social cueste lo que cueste; llegar a final de legislatura con una tasa de paro razonable y bajar la factura de la luz un 15%, a martillazos si hace falta e interviniendo la economía española en la medida que sea menester. No importa para ello el estado de salud de las empresas españolas o la industria, que terminará pagando toda la ristra de subvenciones individuales que el presidente del Gobierno está dispuesto a aprobar para llegar vivo a su semestre europeo.
Los bancos españoles han logrado pingües beneficios en el último ejercicio, pero también es cierto que son los más expuestos a una recesión económica, que es más que una posibilidad. Los bancos españoles tienen una enorme exposición a la deuda pública española cuya salud depende exclusivamente de lo que se decida en Frankfurt en las próximas semanas. Ayer se mantuvieron cautos, pero en pocos días se presentarán resultados semestrales y es ahí donde van a hablar. En el caso de la factura energética, cabe recordar que lo que se está intentando abaratar es el coste de la luz mediante una disuasión a las eléctricas para que no tengan tantos beneficios, pero es importante recordar que la energía sufre ya una recaudación fiscal en el año de casi 9.000 millones de euros.
Inflación
Esta cifra impacta directamente en la inflación, el mayor enemigo, por ahora, de Pedro Sánchez. Lo cierto es que, la llamada excepción ibérica, que topa los precios mayoristas de la energía, está funcionando, pero no al nivel que presume Sánchez con sus datos, que intencionadamente excluyen la millonaria compensación fiscal que se da a las energéticas. Si se incluye, resulta que el precio final no es excepcional.
Sobre la inflación, cabe recordar que Sánchez presumió al inicio de la crisis por la guerra de Ucrania, que España estaba en una situación privilegiada y que iba a ser capaz de ser ayuda activa respecto a sus socios europeos, más vulnerables a la oscilación de precios. También está en la hemeroteca las decenas de veces que la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha prometido que la inflación iba a ser algo pasajero. Hoy, con datos del cierre del primer semestre de 2022, España tiene una inflación de 10 puntos, prácticamente 1,5 puntos por encima de la media europea, y escalando a mayor velocidad.
Sánchez gana tiempo
Con su intervención de este martes, Sánchez ha revivido políticamente, ha recuperado la iniciativa, pero previsiblemente no será suficiente. Básicamente ha logrado ganar tiempo. Las encuestas le exigían al presidente del Gobierno después de las andaluzas un movimiento contundente para evitar la sangría de apoyos y cambiar el rumbo de la opinión pública (y publicada) en España. Ha logrado hacer pensar al eufórico PP de Feijóo que todavía tiene puntos débiles, y Yolanda Díaz necesitará unos días para recomponerse (más aún cuando su arranque ha sido tan inane intelectual y políticamente).
Pero es solo eso, algo más de tiempo para evitar movimientos internos hasta el otoño, porque será entonces cuando la dureza de la crisis económica empiece a emerger; será entonces cuando surgirán las dificultades prácticas de las promesas políticas y, a casi un semestre de las municipales, sus socios volverán a afilar cuchillos. Sánchez ha conseguido una prórroga pero es inverosímil que sea capaz de darle la vuelta a la legislatura.