Illa releva a Calvo como interlocutor clave con ERC y Jxcat
El ministro de Sanidad también asume el protagonismo para encarrilar la mesa de diálogo soberanista. Torra aumenta las resistencias para sentarse a la mesa
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, gana cada vez más peso dentro del gobierno de Pedro Sánchez. Y lo está haciendo en detrimento de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, cuyo protagonismo a la hora de negociar temas decisivos como el «conflicto catalán» va en retroceso.
Así lo han confirmado fuentes de la negociación sobre la mesa de diálogo soberanista, cuya convocatoria el Gobierno está decidido a concretar a pesar de los dos grandes obstáculos que ha hallado en el camino: la exigencia de Ciudadanos dirigida a Sánchez para que rompa con los independentistas —y así reforzar su alianza con vistas a los presupuestos generales del estado—, y el continuo boicot de Quim Torra a la reunión.
Pero ni Ciudadanos ni Torra han logrado, de momento, que Sánchez dé marcha atrás respecto a la mesa de diálogo, cuyos trabajos preparatorios ahora recaen sobre los hombros de Illa, y también sobre los del todopoderoso jefe de gabinete del presidente del Gobierno, Iván Redondo.
Calvo se había responsabilizado hasta el inicio de la pandemia del grueso de los contactos con los independentistas, pero Sánchez está modificando este rol de la vicepresidenta primera, ahora entregada a retomar la agenda ideológica del Gobierno con un nuevo proyecto de ley de Memoria Histórica que incluirá nuevos planes de exhumación así como un banco de ADN de las víctimas que yacen en el Valle de los Caídos para «resignificar» el espacio.
«La mesa se va a celebrar»
Mientras la vicepresidenta se vuelca con estos asuntos, Illa y Redondo intentan canalizar la segunda reunión de la mesa de diálogo soberanista en la segunda quincena de julio. Los trabajos avanzan muy poco a poco porque ni es sencillo cuadrar un orden del día ni el presidente de la Generalitat piensa facilitar nada.
A pesar de las dificultades, que ya se arrastran desde la semana anterior, las fuentes consultadas aseguran que «la mesa se va a celebrar», porque el Gobierno no quiere arriesgarse a perder a ERC como socio, a quien le une básicamente este compromiso.
E Illa, plenamente consciente de este acuerdo con Esquerra, y partidario de preservar la alianza con los republicanos para alargar la legislatura ya se ha metido en harina para que la negociación no descarrile.
Pero Torra no se siente en absoluto sometido a esta mesa y, por eso, encargó a la portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó, que desinflara las posibilidades de la reunión con el pretexto de que el Gobierno está dilatando intencionadamente la cita. «Si la quieren posponer a un escenario post elecciones catalanas cuando tan siquiera están convocadas difícilmente se celebrará este verano», dijo agarrándose a unas declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón (Unidas Podemos), que es partidario de aplazar la mesa hasta pasadas las elecciones autonómicas.
Pero lo cierto es que Garzón no tiene la menor influencia sobre este asunto, a diferencia de Sánchez, que lo sigue de cerca y condiciona los movimientos del Gobierno respecto a la carpeta catalana.
Las instrucciones de Sánchez
En paralelo, Junts per Catalunya intenta hacer inviable la mesa, sea con manifiestos de alcaldes independentistas o jaleando a la ANC a defender la vía unilateral de independencia.
Pero el Gobierno, a través de varios ministros, hace oídos sordos a las salidas de tono del universo de Torra y Puigdemont e insiste en que no hay inconveniente en retomar la mesa. «El presidente ya anunció que no tendría ningún inconveniente de reunirse a lo largo de julio», recordó este martes la portavoz, María Jesús Montero, ignorando las advertencias de Ciudadanos, que no se atreve a borrarse como socio del PSOE ni con la mesa en el aire.
«No es el momento ni de vetos cruzados ni de que estemos señalando más aquellas cuestiones que nos separan, es el momento de altura de miras», se limitó a responder al portavoz parlamentario de Cs, Edmundo Bal, que advirtió recientemente: «Nos pondría muy difícil la negociación si se convoca la mesa del chantaje».
Pero la mesa, se llame como se llame, continúa en fase negociadora e Illa está venciendo las resistencias que en ERC inspira su figura con una capacidad muy elemental. «Cada vez manda más ahí dentro», dicen sobre el ministro que llegó a gestionar una cartera vacía de contenido y se encontró la mayor pandemia en un siglo, sobre el ministro al que ahora Sánchez se niega a soltar para que emprenda la carrera electoral en Cataluña.