Sánchez alinea Moncloa y Ferraz con la elección de Montero como número 2 del PSOE
El presidente del Gobierno sitúa en la cúpula del partido a Montero, López y Alegría para encarar la cuenta atrás hasta las generales
No habrá dos estrategias, no habrá dos lenguajes, ni interferencias entre estructuras. El nombramiento de la ministra de Hacienda, María Jesús Montero (Sevilla, 1966), como vicesecretaria del PSOE, en sustitución de Adriana Lastra, escenifica el alineamiento de Ferraz con Moncloa en esta nueva etapa del gobierno de Pedro Sánchez con la que el presidente quiere encarar la recta final de su legislatura y revalidar el Ejecutivo en las próximas elecciones generales.
La renovación en la cúpula del PSOE, que de facto es una impugnación a la estructura que salió del 40º Congreso de Valencia, se rubricará durante la celebración del Comité Federal del partido este sábado.
El mismo día, a 400 kilómetros de distancia, Juan Manuel Moreno Bonilla -que felicitó a la ministra desde la tribuna del Parlamento de Andalucía en el debate de investidura-estará tomando posesión del cargo de presidente de la Junta de Andalucía con un resultado en las urnas el pasado 19J de tal magnitud que ha obligado al secretario general del PSOE, o así se leen estos cambios, a remodelar la dirección del partido; la del Gobierno, según algunas informaciones, podría darse en las próximas semanas.
Montero, una médico que rehúye de la intriga orgánica
Montero, una médico que saltó a la política en 2002 desde la dirección del hospital Virgen del Rocío para ocupar la viceconsejería de Salud en la Junta de Andalucía en la última mayoría absoluta de Manuel Chaves, pertenece al círculo estrecho de Pedro Sánchez desde 2018.
Hace cuatro años, abandonó la consejería de Hacienda del Gobierno de Susana Díaz para convertirse en la ministra del ramo del primer Ejecutivo de Pedro Sánchez y desde entonces ha participado de la toma de decisiones más importantes a las que ha tenido que hacer frente este Ejecutivo, muchas de ellas, junto a la ministra de Economía, Nadia Calviño, de índole financiero y económico, dado el contexto internacional que ha ocurrido desde entonces: la paralización global de actividad por la pandemia y la desbocada subida de precios fruto de la invasión de la guerra de Ucrania.
Sin participar de manera activa en la vida interna de la organización -«las intrigas orgánicas le aburren soberanamente, ella prefiere trabajar y no perder el tiempo», define un antiguo colaborador-, ahora pasará a ser la número dos del partido al que tardó años en afiliarse y para el que incluso llegó a sonar como recambio de Susana Díaz al frente de la secretaria general en el PSOE-A cuando se abrió el proceso de primarias en el PSOE andaluz.
En estos cuatro años, fragmentados en una sucesión de crisis orgánicas que ha dejado por el camino un reguero de cadáveres políticos difícil de cuantificar, Montero no ha salido del círculo de influencia de Sánchez, que hoy la premia con un puesto que ocuparon en su día Alfonso Guerra o Pepe Blanco.
Para este último tramo de la legislatura, marcada por la debacle socialista en Andalucía, el efecto Feijóo que se refleja ya incluso en las encuestas del CIS y la falta de confianza del ciudadano en las medidas que ha desplegado el Ejecutivo estatal para frenar el efecto de las inflación en las economías familiares, Pedro Sánchez no tiene margen para experimentos ni probaturas de cara a la prueba de fuego que significan las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2023. Frente a la bisoñez, tira de veteranía y de perfiles políticos de peso para resucitar unas siglas en tiempos de zozobra.
Regresa a la cúpula de Ferraz la veteranía y el discurso reconocible
Así hay que entender la elección de Montero, tras la salida de Adriana Lastra, justificada por motivos personales y a la que precedía un mar de fondo de desconexión con Sánchez. Y también la del exlehendakari Patxi López como portavoz del Congreso y los de Pilar Alegría, de una generación más joven pero alineada con lo que viene a llamarse el PSOE clásico, para ocupar la portavocía del partido, puesto que compaginará con el Ministerio de Educación. Estos tres perfiles, junto al de Santos Cerdán que sigue en la secretaría de Organización, integrarán el núcleo duro sobre el que Sánchez hará recaer las decisiones que le permitan remontar su discurso en esta cuenta atrás hasta las generales.
Los nombramientos de Montero y Alegría refuerzan además la presencia de mujeres en la cúpula del PSOE, en paralelo a la labor de la ministra portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, en un momento en que las banderas feministas han sido motivo de enconadas polémicas en el seno del propio PSOE y con sus socios de Unidas Podemos por la Ley trans.
Por otro lado, tras la salida de Lastra, el otro nombre que se refuerza es el navarro Santos Cerdán, que en esta nueva etapa tendrá a su lado a otro andaluz, el diputado de Bedmar (Jaén) Juan Francisco Serrano, que será adjunto al Secretario de Organización, actualmente ocupaba la secretaría del Pacto de Toledo y la Inclusión Social. En el poderoso PSOE de Jaén, aún lo es pese a la debacle del 19J, este joven diputado es una persona de confianza del secretario provincial, Francisco Reyes, a diferencia del también jiennense Felipe Sicilia, que no gozaba de la confianza de Reyes sino de Lastra, hoy ya sin poder orgánico. La elección de Serrano se entiende también como un respaldo al PSOE andaluz.
Por otro lado, el nombramiento de Patxi López, en sustitución de Héctor Gómez, cuya labor al frente de la portavocía del grupo socialista en el Congreso podría decirse que ha quedado pendiente de estreno, aporta un poso de autoridad moral en el que se reconoce esa parte de la militancia que quedó huérfana de referentes con la llegada los sanchistas de primer cuño, las estrategias del defenestrado Iván Redondo o los golpes de efectos de Sánchez, que tanto descolocaban -y descolocan- a los suyos.
Si López aporta autoridad, y especialmente valorada ha sido la defensa que ha realizado de la recién aprobada Ley de Memoria, Montero, por su propia forma de relacionarse, le añade al discurso piel, eso tan difícil de explicar y mucho más difícil de aprender. Se tiene o no se tiene. A Pedro Sánchez se le achaca frialdad y hasta inmutabilidad en el trato, María Jesús Montero es lo opuesto.
En tiempos en los que la militancia y el electorado de izquierdas reclama mensajes reconocibles, Montero da la talla como dueña de un discurso enérgico e incluso guerrillero que, a la par, es capaz de atar acuerdo y engrasar relaciones con los partidos de la izquierda del Gobierno, de donde procede. La ministra de Hacienda, que apuntaló sus ideales de izquierda en los cristianos de base de la órbita del Partido Comunista, tiene un don especial para tejer complicidades, de manera natural -los millenials hablarían de cero postureo- que es muy apreciada, sobre todo, por las mujeres de distintas esferas.
En su debe, como ministra de Hacienda, tiene sobre la mesa uno de los grandes temas a los que debe dar respuesta y que afectan directamente a Andalucía: la reforma del modelo de financiación autonómica, asunto que protagonizará la reunión que mantendrá Sánchez con Moreno el próximo 28 de julio.
En su cuenta de Twitter, saludó su nueva responsabilidad, que compaginará con el Ministerio de Hacienda, «con responsabilidad, orgullo y agradecimiento» a Pedro Sánchez; en su mensaje trasladó su gratitud a Adriana Lastra, a quien le ha unido una estrecha amistad todo este tiempo. Lastra, por su parte, le ha respondido en la misma medida en las redes.
La otra lectura que cabe hacerse es la regional. El secretario general del PSOE andaluz ha celebrado este nombramiento, en nombre de toda la federación, la más importante, en términos de militantes, de toda España, y todavía, pese a haber pasado a ser segunda fuerza en votos de Andalucía, continúa concentrando un altísimo poder local: el PSOE tiene 458 alcaldes de los 789 municipios de Andalucía.
Con todo, Montero, que ha participado en la campaña andaluza y nunca ha roto el vínculo con su ciudad, Sevilla, ni con su barrio de residencia, la Alameda de Hércules, no ha sido nombrada como «cuota PSOE andaluz». «María Jesús es cuota María Jesús», bromean los albaceas de la memoria histórica de la biografía de una mujer dueña de un verbo, con acento andaluz, que ha sido objeto de críticas, chanzas y cuestionamientos en numerosas ocasiones en su etapa como portavoz del Gobierno. A ella, defiende un estrecho colaborador en Andalucía, «le dan igual las críticas, es una mujer sin complejos».
Si Sánchez ha acertado con esta remodelación de la cúpula para hacer frente a la desafección de la ciudadanía y para reavivar un partido con el ánimo en horas bajas -«debemos revisar cómo percibe la gente al PSOE», llegó a reconocer Espadas en el pasado Comité Director del partido- se comprobará, como primera prueba, en las elecciones municipales y autonómicas del próximo 28 de mayo.
María Jesús Montero en la cúpula del PSOE y Elías Bendodo, como coordinador general del PP en Génova, subrayan, por otra parte, el peso de los perfiles políticos andaluces en el bipartidismo de España. Se aventura entre ellos cuerpo a cuerpo, altas dosis de ironía pero también el conocimiento exhaustivo de los límites que se imponen los partidos clásicos que se han alternado a lo largo de la democracia del Gobierno de España.