Sáenz de Santamaría gana tiempo como ministra de jornada en Cataluña
Rajoy marca el terreno a la vicepresidenta para que sólo se negocie sobre infraestructuras y financiación, pero no se prevé ningún avance
Soraya Sáenz de Santamaría gana tiempo. Poco más, aunque todo se pueda precipitar en los próximos meses. Como si se tratara de una ministra de jornada –el miembro del Gobierno que acompaña al rey en sus viajes oficiales– la vicepresidenta viajó este lunes a Barcelona para «escuchar» a diversas entidades empresariales, sociales y deportivas y ofrecer su mensaje, que no acaba de calar: negociar en diferentes ámbitos, como en infraestructuras y en inversiones públicas, y nada de hablar sobre el referéndum.
La operación diálogo, por tanto, ha quedado diluida. La delegación del Gobierno en Cataluña tiene interés en seguir ese camino, pero las posiciones están muy distantes. En el propio seno del PP hay distintas sensibilidades. Así, el delegado Enric Millo comprobó cómo le cortaban las alas cuando el responsable del partido, Xavier García-Albiol, aseguraba que no ha habido ninguna reunión privada entre los dos gobiernos, el central y el catalán, negando sus palabras de este domingo.
La posición la había marcado el presidente Mariano Rajoy desde Málaga, donde protagonizó un encuentro con el presidente francés, François Hollande. «Estamos dispuestos a hablar de lo que son los problemas reales de los catalanes, pero no de referéndums ni de cómo incumplir conjuntamente la ley», aseguró.
Decepción ante la falta de avances
La vicepresidenta insistió en que su voluntad es negociar la lista que le presentó el presidente Carles Puigdemont, compuesta por 46 puntos, en el que el 46 es, precisamente, el referéndum. Infraestructuras, inversiones, todo lo que sea necesario, salvo entrar en la cuestión del referéndum. Pero, según algunos de los asistentes, «todo quedó muy vago, con ganas de escuchar, pero sin ningún plan concreto».
Los representantes de esas entidades, –no estuvo ni el presidente del F.C.Barcelona, Josep Maria Bartomeu ni el presidente de Foment, Joaquim Gay de Montellà– salieron decepcionados, porque no vieron una salida posible al problema. Le comunicaron que el proceso soberanista, se comparta o no, es producto de unas elecciones al Parlament, y que es un «reflejo» de una parte importante de la sociedad catalana que no desaparecerá de un plumazo.
Dos muros infranqueables
Sáenz de Santamaría tomó nota. Y mantuvo su agenda como si fuera ministra de jornada. Acompaño a la reina Sofía a la entrega de la medalla de oro del Cercle del Liceu, y participó en el acto de entrega de los premios de la empresa del año, que organiza El Periódico, donde se encontró con el vicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras.
Mientras, como si de dos mundos paralelos se tratara, el presidente Carles Puigdemont, se paseó por el sur de Francia y fue entrevistado por el canal regional France 3TV Occitanie. Insistió en que desea negociar con el Gobierno español las condiciones de un referéndum. «Esperemos que el Estado pueda entender que hay más de dos millones de personas que piden ser escuchadas», remachó.
Esperando un interlocutor
Los dos gobiernos, por tanto, corren en paralelo. La aproximación no se ha producido, aunque existan algunos avances en determinados sectores, como el sanitario, donde la consejera autonómica, Dolors Bassa, asistirá a una reunión con todos los consejeros autonómicos para abordar la mejora de la financiación de la ley de dependencia, junto a la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat. Pero poco más.
Se gana tiempo, aunque el movimiento independentista quiera precipitar las cosas. El Gobierno de Mariano Rajoy quiere saber con quién podrá negociar, y no ve ni a Puigdemont ni a la CUP entre sus potenciales interlocutores.
Y ese es el tema, que el interlocutor potencial se encontraba junto a Sáenz de Santamaría: Oriol Junqueras, que también quiere ganar tiempo para saber cómo gestiona la convocatoria de un referéndum que no se podrá hacer. Mientras, en el sur de Francia, Puigdemont se reunía con unos pocos empresarios franceses.