Sáenz de Santamaría enfría su relación con Junqueras
El Gobierno ha querido entender en los últimos meses que el líder de ERC estaba dispuesto a renunciar al referéndum y buscar ya la presidencia de la Generalitat
El Gobierno que preside Mariano Rajoy quiere tomarse las cosas con cierta calma, pero está irritado. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha cultivado una buena relación con el vicepresidente de la Generalitat y líder de Esquerra, Oriol Junqueras, pero todo se ha enfríado con celeridad. A Junqueras se ha agarrado en los últimos meses para creer que podía ser un aliado de futuro, un socio posible, pese a todas las diferencias, alguién necesario para encontrar una salida al problema catalán, y en el momento decisivo, Sáenz de Santamaría, presionada por parte del PP, como Dolores de Cospedal, se ha encontrado con un Junqueras atado al referéndum, y dispuesto a ser inhabilitado.
La decepción es grande. Tanto que la vicepresidenta no esconde en público su contrariedad con Junqueras, a pesar de la buena relación personal que pueda tener. Pero, ¿fue un error de percepción de la vicepresidenta o una habilidad de Junqueras para llevar al Gobierno a creer que todo acabará en unas elecciones autonómicas que le llevarán a él a la presidencia de la Generalitat?
El Gobierno esperaba una decisión de Junqueras para que todo acabe en elecciones autonómicas
Las fuentes consultadas aseguran que se han producido las dos cosas. Junqueras no ha escondido en ningún momento, de forma pública, su disposición a celebrar el referéndum, con la idea, además, de que su posible inhabilitación es algo menor si se tiene en cuenta la “importancia” del proceso soberanista. Pero también se apunta que las filas internas, en Esquerra Republicana, han pesado en las últimas semanas para que Junqueras no ofrezca ninguna duda al respecto.
Es decir, aunque el consejero de Economía de la Generalitat entienda que el referéndum, tal y como se ha planteado, no prosperará, y que en Cataluña no hay una mayoría social todavía para garantizar movilizaciones aplastantes que lleven al Gobierno a pensar realmente en acordar un referéndum, ahora no puede hacer otra cosa que ir hasta el final, pase lo que pase.
Para Soraya Sáenz de Santamaría resulta una gran contrariedad. Las relaciones políticas se trabajan a partir de buenas relaciones personales. Son indispensables para crear marcos de confianza. La vicepresidenta lo sabe, y también Junqueras. Y eso se había trabajado en el último año. Eso no se ha perdido, pero el puente político se ha resquebrajado.
El puente político entre Sáenz de Santamaría y Junqueras se ha resquebrajado
Ahora cada uno está en su puesto. Sáenz de Santamaría se anticipa a cada acción del Govern de la Generalitat, como se comprobó este lunes, antes de la cumbre soberanista. El presidente Rajoy no quiere poner la directa y esperará esa convocatoria del referéndum, que se va retrasando por parte de Carles Puigdemont, para tomar medidas, siempre “proporcionales”.
En el caso de Junqueras, el vicepresidente catalán se dispone a cumplir con el compromiso adquirido, junto a Puigdemont. De hecho, desde sus propias filas, se considera que ha sido Junqueras quien ha acabado arrastrando a todo el Pdecat para que, en el último momento, nadie falle. “Ya no hay vuelta atrás”, se repite desde el gobierno catalán.
El Gobierno está irritado, porque, a pesar de tenerlo todo a favor, deberá entrar en la arena
Pero tanto el Pdecat como ERC, y en eso confía Sáenz de Santamaría, están diseñando estrategias para el día después, para el día en que se compruebe que, realmente, no se ha podido celebrar el referéndum y se deberá aceptar una realidad más prosaica, menos épica y más “autonómica”.
El problema, como el Gobierno de Rajoy consideró desde hace meses, es que todo depende de Junqueras, y que una decisión a tiempo de Junqueras podría facilitar las cosas. En eso creyó la vicepresidenta, y ahora ha comprobado que, efectivamente, el Gobierno central, pese a disponer de todas las estructuras de un estado democrático de derecho, deberá entrar en la arena, en una situación que será díficil, engorrosa, como puede ser la asunción de competencias de la Generalitat, aplicar el artículo 155 de la Constitución, o tomar directamente el mando de los Mossos d’Esquadra.