Roger Pallarols: “No tiene ningún sentido que Barcelona tenga tasas más altas que Madrid”
El director general del Gremi de Restauradors de Barcelona recibe a Economía Digital para valorar el cambio de gobierno en el Ayuntamiento y describir la situación de la restauración en la ciudad condal
Después de protagonizar varios choques con el Ayuntamiento de Barcelona a lo largo de la legislatura encabezada por Ada Colau, el Gremi de Restauració de Barcelona abre una nueva etapa en su relación con el consistorio de la ciudad condal que, tras las elecciones municipales del pasado 28 de mayo, está liderado por el socialista Jaume Collboni. No obstante, tanto el nuevo Ejecutivo municipal como los representantes de la hostelería de la capital catalana habrán de abordar a lo largo de esta legislatura temas tan relevantes para la restauración barcelonesa como la tasa o el horario de las terrazas.
El director general del Gremi de Restauradors de Barcelona, Roger Pallarols, explica en una entrevista a Economía Digital cuales son sus expectativas en cuanto al nuevo gobierno municipal, a la vez que desgrana las principales problemáticas que tiene que afrontar actualmente el sector y hace una radiografía del estado en que se encuentra la restauración barcelonesa tras vivir una pandemia y una crisis inflacionista.
El Gremi de Restauradors de Barcelona y el Ayuntamiento tuvieron algunas desavenencias en la última legislatura. ¿Cómo valoran el cambio de Gobierno tras las elecciones municipales?
Nuestro deber es defender al sector ante el gobierno que haya e intentar construir los máximos consensos posibles. Hemos vivido ocho años, donde ha habido muchas tensiones, pero también muchos acuerdos. Encaramos esta nueva etapa con un conjunto de temas sobre la mesa. Debemos pasar de la política de la criminalización que, demasiado a menudo, se ha aplicado sobre la restauración, a la política de la complicidad y del estímulo a una industria que es esencial para el funcionamiento económico y social de la ciudad.
Uno de los primeros colectivos que visitó el nuevo alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, fue precisamente el Gremi de Restauradors. ¿Creen que el consistorio continuará con las políticas emprendidas en la anterior legislatura o cambiará de posicionamiento?
Vemos una voluntad por parte del gobierno municipal de tejer complicidades, que en otros momentos no resultaban posibles. Cabe destacar el hecho de que el alcalde, en su segundo día de mandato, viniese a la sede del Gremi de Restauració de Barcelona, cuando a nadie se le escapan los importantes conflictos que ha vivido el sector y la organización que los representa con el Ayuntamiento en otros momentos. Lo entendemos como una mano tendida, un gesto por parte del alcalde, un intento de formar alianzas con un sector que exige decisiones diferentes.
¿Tienen previsto volver a reunirse con el alcalde o reunirse con otros cargos del Ayuntamiento de Barcelona?
El gremio está manteniendo contactos con los concejales y tenientes de alcalde correspondientes para intentar resolver los enredos que en su día creó el gobierno municipal, que han generado mucho malestar en el sector de la restauración. Hemos iniciado contactos institucionales con los distritos donde el entendimiento fue menor durante el mandato anterior. Ciutat Vella, Gracia y Eixample son distritos donde la restauración sufrió mucho, y el nivel de receptividad del Ayuntamiento hacia la restauración y el gremio era nulo. Estamos empezando por los lugares donde pasaba algo inasumible, que es que parte de la Administración tenga la puerta cerrada a un gremio tan importante como es el de la restauración.
Una de las promesas electorales del nuevo alcalde fue impulsar una nueva tasa de terrazas “razonable y no confiscatoria”. ¿Cómo valoran esta propuesta?
Uno de los temas que hay sobre la mesa es reconstruir el pacto sobre la tasa de las terrazas, que el gobierno anterior rompió de manera unilateral, creando un conflicto sin precedentes. No tiene ningún sentido que Barcelona tenga una tasa cinco veces superior a la de Madrid. Tenemos que buscar una tasa que sea equilibrada y equiparable al resto de ciudades españolas. Partimos de un compromiso público con el alcalde, tanto antes de serlo como después, que, si no se llega a un acuerdo con el gremio de la restauración en cuanto a las ordenanzas fiscales, se prorrogará el próximo año la bonificación del 75%.
Uno de los principales problemas que enfrentó al Ayuntamiento y al gremio durante el anterior mandato fue el horario de las terrazas. Collboni se mostró partidario de flexibilizar el horario de las terrazas. ¿Es otro de los temas a tratar?
Otro tema que deberá abordar el nuevo gobierno municipal será la recuperación del horario de terrazas, que comportará la desjudicialización múltiple que en este momento está abierta en todos los rincones de la ciudad. En 2013 se acordó un horario único de cierre: a las 00.00 h los días de cada día y a las 01.00 h las vísperas de festivo. Vivir como el año pasado, este acuerdo refrendado por 38 de 41 concejales del consistorio, lo rompen unilateralmente y comienzan a imponer restricciones horarias, con un nivel de judicialización tan elevado, requiere volver al espacio del consenso y del pacto, que es el horario de único en toda la ciudad.
En el mandato Colau son públicos los acuerdos positivos y las desavenencias, en el mandato Collboni todo está por ver
Recortan el horario de las terrazas, cuando los problemas de verdad, que algunas zonas y vecinos sufren, se llaman incivismo y botellones, que tienen lugar a altas horas de la madrugada, cuando las terrazas ya no están funcionando. No podemos seguir alimentando este fenómeno por no saber abordar los problemas graves que la ciudad sufre, que no tienen que ver con la restauración.
¿Cuáles son las expectativas del gremio de cara a la nueva legislatura?
En el mandato Colau son públicos los acuerdos positivos y las desavenencias, en el mandato Collboni todo está por ver. Hay desavenencias construidas en el pasado que ahora es la oportunidad de resolverlas. Las primeras tomas de contacto están teniendo un tono constructivo, pero los restauradores no necesitan solo un gobierno que les atienda de manera respetuosa, sino que tome decisiones que estimulen el funcionamiento de las empresas.
Después de arrancar el año en el 5,9%, la inflación había emprendido una senda descendente hasta dar un respiro en junio, cuando se situó en el 1,9%. Sin embargo, en julio ha vuelto a crecer, hasta el 2,3%. ¿Cómo impacta la subida de precios en la restauración?
La crisis inflacionista ha sido muy grave. El sector de la restauración, básicamente formado por pequeñas y medianas empresas (pymes) y autónomos, tiene un margen comercial reducido, por tanto, su resiliencia es menor. La crisis inflacionista ha ralentizado el proceso de recuperación de una industria que venía afectada por el impacto de la pandemia y el freno a la movilidad que hubo en Barcelona que, como en cualquier gran ciudad, fue importante.
Con una coyuntura económica marcada por la crisis inflacionista, ¿los restauradores barceloneses se han visto obligados a repercutir la subida en los precios?
Es evidente que ha habido un aumento de precios. A pesar de que la restauración se ha resistido a trasladar la crisis inflacionista al consumidor final, porque ha sido esencial en su salvación durante todos estos años tan negros de la pandemia, ha habido un momento en que no ha quedado más remedio, porque sino las empresas no eran viables. El consumidor lo ha entendido porque también ha sufrido las consecuencias de la crisis inflacionista.
Nos encontramos en pleno verano. ¿Está siendo un buen momento para la restauración de la capital catalana?
Estamos en una situación de plena normalidad. Este año la ciudad funciona de forma comparable a 2019, lo que supone una magnífica noticia porque significa que genera riqueza, dinamismo, competitividad y liderazgo en el mercado internacional. No estaba escrito, que después de una paralización mundial, la ciudad recuperara su vitalidad y su fortaleza con tanta rapidez, ni tampoco que los mercados continuarían respetando el destino de Barcelona como lo están haciendo. Los barceloneses hemos entendido que vivimos en una ciudad, y que esto comporta actividad. Algunos creen que Barcelona debería ser algo que afortunadamente no es, lo que fue durante la pandemia y no nos fue bien.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los puntos turísticos del país con un mayor número de pernoctaciones fueron Barcelona, Madrid y Calvià. ¿Qué impacto tiene el turismo sobre la hostelería en la ciudad condal?
No somos un sector turístico. Para una parte del sector, su público principal es el turismo, pero mayoritariamente, nuestros bares y restaurantes están transitando por vecinos de alrededor. Somos un sector que forma parte del día a día de los barceloneses, también de todos aquellos que no son de la ciudad pero provienen del área metropolitana. Sin embargo, no tendríamos el volumen de empresas que la ciudad tiene, si no tuviéramos el éxito turístico que, afortunadamente, Barcelona tiene. Sin éxito turístico, el volumen de trabajadores sería menor y no repercutiría sobre esta parte de la restauración que no vive del turismo, pero que indirectamente se beneficia de que sea una fuente de riqueza.
Algunos creen que Barcelona debería ser algo que afortunadamente no es, lo que fue durante la pandemia
El tema no es acabar con el turismo o buscar eufemismos que pongan en cuestión que tengamos éxito turístico, lo que es una desgracia es no tener éxito, es ser un destino que no interesa. Otra cosa es que todo debe ser ordenado y que los turistas deben comportarse de manera civilizada allá donde van. Lo hemos vivido en la Barcelona preolímpica, que no tenía éxito internacional y no era mejor. Era más pobre, más pequeña e irrelevante en ámbito internacional. En pandemia hemos visto en que se traduce la Barcelona sin turismo: empresas derrumbadas, ERTO y paro definitivo. El modelo del decrecimiento, de poner en cuestión una fuente de ingresos, ya lo hemos vivido, por lo que ninguna persona con dos dedos de frente puede desearlo. Debemos abrazar que tenemos éxito y promover que sea lo más ordenado posible, para que todo el mundo se comporte de manera respetuosa con los que viven aquí.
Si se pudiera tomar una fotografía del momento que actualmente está viviendo la restauración, ¿cómo describiría el estado actual del sector?
La situación en el sector en los últimos años ha sido un rosario de problemas. En el mejor de los casos las empresas han reducido sus ahorros o se han endeudado. Estamos hablando de dos años de agujero económico, en un sector de pymes y autónomos, por lo que los que han sobrevivido, solo lo han hecho despatrimonializándose o endeudándose. El endeudamiento no se recupera en un año, tardaremos años en devolverlo. Con todo, el sector se encuentra recuperándose del duro golpe de las crisis que se han vivido pero con el ánimo de ver que la ciudad, como destino, se recupera y responde. Por tanto, hay una preocupación legítima y lógica de quien arrastra el retorno de una deuda, y al mismo tiempo el empuje potentísimo que da ver que el cliente responde.
El mayor volumen de cierres se produjo a raíz de la pandemia, cuando cerraron casi el 15% de los locales de restauración en Barcelona, porque, probablemente, fue la ciudad española donde más impacto tuvo la crisis de la covid. Hemos vivido peor que nadie las consecuencias de una crisis que ha frenado la movilidad internacional durante mucho tiempo. Cuando la ciudad despierta, el sector vuelve a recuperar impulso y, pese a que algunos negocios se pierden, hay emprendedores que abren nuevos. Lo que se ha ido produciendo es una recuperación, no de los que proyectos que fallaron y se rompieron por la crisis, pero sí de la industria, gracias a nuevos operadores, que en una época de recuperación de la normalidad han abierto un nuevo negocio en Barcelona.