Colau rechaza reunirse con los restauradores de Barcelona para resolver el problema de las terrazas
El Ayuntamiento de Barcelona ha avanzado el cierre de algunas terrazas una hora y ha denegado el 70% de las peticiones para consolidar las terrazas implantadas excepcionalmente durante la pandemia
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, rehúye de los problemas. Después de que el consistorio de la capital catalana haya vuelto a declarar la guerra a las terrazas, obligando a cerrar una hora antes estos espacios en zonas concretas de la ciudad para combatir el exceso de ruido y, a la vez, denegando cerca del 70% de las peticiones para consolidar las terrazas implantas de forma extraordinaria por la pandemia, Colau ha evitado reunirse con los restauradores de la ciudad.
Así lo denuncia el presidente del Gremio de Restauradores de Barcelona, Roger Pallarols, en una entrevista a Economía Digital. El colectivo de restauradores, según apunta Pallarols, solicitó una reunión con la alcaldesa de Barcelona para transmitirle sus preocupaciones y abordar las problemáticas relacionadas con las terrazas. Y es que, fue con Colau con quien los restauradores negociaron la ordenanza de 2018, un acuerdo que «costó mucho de construir», recuerda.
Sin embargo, la alcaldesa relegó al cabo de unos días la reunión al concejal de Transición Ecológica y Emergencia Climática, Eloi Badia. «Decidimos declinar aquella reunión y recuperar la petición de encontrarnos con Colau», explican desde el gremio.
Así, los restauradores subrayan: «Lo que no se puede hacer, es ponerte en primera línea cuando hay un acuerdo, romperlo, e intentar que vayamos a hablar con un regidor que no participó en ninguna de las negociaciones para construir el acuerdo de las terrazas».
«Fue con ella con quien llegamos a los acuerdos y es con ella con quien tenemos que abordar los motivos por los cuales han decidido romper los acuerdos que nos costaron tanto de decidir», justifica el colectivo haciendo alusión a la alcaldesa de la ciudad condal. Y sentencia: «Estamos a la espera de su respuesta».
Denuncian los «métodos dictatoriales» de Colau
Tras reducir el horario de terrazas en zonas como la calle Enric Granados o la plaza del Diamant, Colau advirtió que esa restricción «no será la última» y que la Administración Pública tiene la obligación de «defender el derecho de los vecinos». En esta línea, el concejal del distrito de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, abogó por endurecer las multas a las terrazas e incluso retirar las licencias cuando se produzcan incumplimientos de forma reiterada.
“Creo que se equivocan en pensar que la etapa de las dictaduras se mantiene”, lamenta el presidente del Gremio de Restauradores de Barcelona. «No vivimos en ninguna dictadura, ni necesitamos ser aleccionados por ningún regidor de un Gobierno democrático», subraya para luego dejar bien claro: «Eso no quiere decir que la gente deba cumplir las normas».
Para Pallarols, «la Administración Pública muchas veces se aleja de su función y de su deber de servir e interpreta erróneamente que los ciudadanos somos sus súbditos y necesitamos su aprobación para ver si nuestra manera de vivir es correcta». Por ello, manifiesta: «La actuación del poder público debería tender a facilitar la vida de los ciudadanos y empresas».
«La función de los servidores públicos es servir a los administrados y, en el caso que afecta a las terrazas de la restauración, su función es muy clara: cumplir con el compromiso público que asumió el Gobierno de la ciudad», destaca.
«Tenemos los horarios más restrictivos de Cataluña y España», apunta y aclara que, por ello, «nadie se cree el relato de que tenemos unos horarios excesivos en la ciudad de Barcelona». Y carga contra el consistorio barcelonés: «Lo que hace el Ayuntamiento, seguramente por intereses partidistas y nerviosismo electoral es abrir un frente, rompiendo un pacto que es muy sensato y buscando un problema donde no lo hay».
«Es un ataque más a la industria de la restauración», lamenta Pallerols a la vez que denuncia: «Los vecinos que sufren estos incidentes los continuarán padeciendo y, además, se deteriorará todavía más una industria muy necesaria para el funcionamiento de la economía y que responde a unos horarios no solo razonables, sino que son los que los ciudadanos reclaman».