Rechazo a combinar la vacuna de Pfizer y Astrazeneca: «Tampoco mezclamos diésel y gasolina»
Los menores de 60 años se decantan por la segunda dosis de Astrazeneca en vez de la de Pfizer y rechazan la mezcla. Sanitarios explican a ED que este fenómeno se debe al miedo a lo desconocido y la falta de información
Ya van más de cinco meses de campaña de vacunación y, sin duda, la protagonista ha sido Astrazeneca. Este fármaco ha pasado de ser repudiado y visto como “el malo” a ser solicitado de forma masiva entre los jóvenes de 60 años que recibieron la primera inyección y ahora deben decidir si quieren continuar la pauta con esta vacuna o si se decantan por la de Pfizer. Y el mensaje que envían está claro: falta información y tienen miedo a lo desconocido.
Esta es la percepción que tienen sanitarios de diferentes comunidades autónomas consultados por Economía Digital. La mayoría de ellos expresan la misma idea: el rechazo común a la mezcla y la desconfianza en los últimos ensayos clínicos sobre la combinación de vacunas. “Todos nos piden la de Astrazeneca y no tienen miedo, están súper seguros”, cuenta Belén G, enfermera del Sector II de vacunación de Zaragoza.
“Los pacientes sienten que se hace experimentos con ellos y es lo que no les gusta, no quieren la novedad”
“Un paciente usó una frase que define muy bien la percepción general -relata Belén- nos dijo que ‘tampoco mezclábamos diésel y gasolina’ para explicarnos su postura y, en resumen, es lo que nos está diciendo todo el mundo”. Algo similar ocurre en la Comunidad de Madrid. Javier Del Águila, médico residente en medicina preventiva y salud pública del hospital de Móstoles, observa que el principal problema es la desconfianza y la incertidumbre. “Los pacientes sienten que se hace experimentos con ellos y es lo que no les gusta, no quieren la novedad”, asegura.
Miedo de los pacientes a lo desconocido
Y esta es la tónica que se ha apreciado desde el inicio de la campaña de inmunización. Las primeras encuestas indicaban que el porcentaje de ciudadanos que aceptarían vacunarse era muy bajo. “Pero luego llegó la vacuna y fueron todos en masa, realmente es solo miedo a lo desconocido”, afirma Javier. Y añade: “Es lo mismo que ocurrió los primeros meses cuando se rechazaba esta vacuna: más miedo mediático que científico”.
Entre la propia comunidad científica hay disparidad de opiniones respecto a la combinación. Para algunos el estudio que el Ministerio de Sanidad encargó al Instituto de Salud Carlos III con 600 voluntarios no les termina de convencer y alegan que prefieren seguir el prospecto de las farmacéuticas.
Al respecto, Javier puntualiza que esta investigación es “similar” a la que se ha llevado a cabo en otros países y que la calidad del estudio “es la adecuada”. “Lo importante es que fomentemos confianza”, indica. “Muchos pacientes llegan a sufrir ansiedad cuando tienen que vacunarse, y no tiene que ser así”, agrega.
Elegir vacuna como elegir lechugas en el supermercado
Sin embargo, es complicado cuando desde el propio Ministerio de Sanidad reconocen que se ha cometido un “error gravísimo” de comunicación. Principalmente porque, según ha aclarado este viernes Carolina Darias, la ciudadanía no debe elegir entre una vacuna u otra, sino que desde el Gobierno la instrucción que se da es que las segundas dosis deben ser de Pfizer. Eso sí, quien no la quiera puede inocularse la de Astrazeneca bajo la firma de un consentimiento.
“Por detrás están dejando a la población que decida”, puntualiza Mar Ferrán, enfermera de urgencias en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona. “Hay que dar información más clara. No puedes darles a entender que tienen que escoger, esto no es como ir al supermercado y elegir entre dos lechugas”, ha comparado.
“Por detrás están dejando a la población que decida”
Mar ha observado mucho desconocimiento. “Nos hacen muchísimas preguntas cuando vienen a vacunarse”, relata. Pero lo peor es que, a diferencia de en otras regiones, como en Aragón, donde la preferencia de los ciudadanos era completar la pauta y sentir que están totalmente inmunizados, la percepción en la capital catalana es que, ante el miedo, algunos prefieren no vacunarse. “Esto es un problema grave y se debe a que no se ha explicado bien”, concluye.
Y de los que han decidido recibir la segunda dosis, el 87% de los trabajadores esenciales catalanes menores de 60 años que les tocó su turno el jueves se decantaron por el remedio del laboratorio británico. En cuanto a los funcionarios, Fernando Molina, presidente nacional de sector de sanidad de CSIF, ha criticado en declaraciones a este medio que el estudio de Sanidad no es “significativo”.
“No hay datos de seguridad, hay que estudiar más allá de los trombos”, ha puntualizado. Eso sí, “siempre será mucho mejor vacunarse que no hacerlo”, ha aclarado.
Si algo nos ha demostrado los últimos meses de campaña de vacunación es, en opinión de Belén, que la perspectiva que se tiene de los efectos de Astrazeneca “está magnificada”. “Hay mucha gente que nos dice que para que se da tanto bombo si luego no han sentido nada”, explica. En cualquier caso, los sanitarios coinciden en que, aunque una dosis ya protege, lo recomendable es finalizar la pauta.