Rajoy busca la complicidad imposible del empresariado catalán

Atenazado por Bruselas y por la situación política interna, ‘vende’ que España no ha sido intervenida

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Rostros cansados y tristes, aunque alguna anécdota provoque unas sonrisas aisladas. El mundo empresarial catalán abandonó el Hotel Melià de Sitges este sábado con la sensación de que no hay una salida clara, de que el Gobierno español necesita un mayor empuje y determinación, aunque haya algunos datos positivos y las exportaciones ofrezcan algunas alegrías.
 
Las jornadas del Círculo de Economía, en su vigésima novena edición, han aportado algunas esperanzas, pero todavía insuficientes. Y es que el presidente Mariano Rajoy no ha podido, ni ha sabido lograr la complicidad, pese a intentarlo, del empresariado catalán, que, de hecho, quería acogerse a la mínima oferta que se pudiera presentar.

Rajoy se mostró este sábado convincente en algunos pasajes, con la idea de que España, en un año, ha dado un salto enorme. Y es cierto, porque, justo antes del verano de 2012, la prima de riesgo de la deuda española había sobrepasado la línea roja de un posible rescate, con más de 600 puntos de diferencia respecto a la deuda alemana.
 
Rajoy se dedicó a impedir la debacle, y logró, por lo menos, que el Banco Central Europeo, con su presidente Mario Draghi a la cabeza, evitara lo peor, asegurando que haría “todo lo necesario” para rebajar esas diferencias.

El rostro de George Bush padre

Todo ello es cierto, y que Rajoy ha puesto en marcha reformas concretas, que este sábado detalló, recordando que el número de empleados públicos se ha reducido en 375.000 personas en el último año y medio, que se ha reducido en tres puntos el déficit estructural primario, que es el que preocupa a Bruselas, y que la balanza de pagos tiene, por primera vez desde 1971, superávit, aunque ello se haya producido, en parte, por un descenso notable de las importaciones.

Las exportaciones, nadie no lo pone en duda, han aumentado, y se ha ganado competitividad, aunque haya sido, en parte, a costa de una pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo.

Pero Rajoy se vio ante el espejo, en su comparecencia en Sitges. Con Josep Piqué como anfitrión, –el ex ministro y presidente del Círculo pareció en más de una ocasión que era él quien cerraba las jornadas, con un discurso económico articulado y denso—el presidente del Gobierno, tras una pregunta de un empresario, aseguró que a él no le ocurriría como a George Bush padre.

Aquella frase, “lee mis labios”, con la que el presidente norteamericano aseguraba que no iba a subir los impuestos, puede ser letal para Rajoy. “A mí no me pasará”, aseguró, al recordarle que Bush padre perdió las elecciones, porque, efectivamente, subió los impuestos.

El error para los empresarios

Eso es lo que no le perdona el empresariado catalán. Que no buscara otras alternativas, que no diseñara una reforma tributaria más profunda, y que deberá acometer, de hecho, en 2014, como le pide la Comisión Europea.
 
Los asistentes a las jornadas del Círculo de Economía le avasallaron con todo tipo de preguntas relacionadas con los tributos, porque las empresas sufren todo tipo de calamidades, porque la reforma laboral sólo ha servido para lograr más facilidades para el despido y el descuelgue de los convenios, pero el crédito se ha evaporado por completo, y el ahogo de las pequeñas y medianas empresas es ya total.

Rajoy salió como pudo de ese atolladero. Defendió, de nuevo, que bajará el IRFP “a más tardar en 2015”, y que no piensa subir el IVA, porque “Europa no lo ha pedido”, aunque la Comisión Europea sostenga, en sus recomendaciones, que debería abordar la posibilidad de subir el tipo de IVA reducido, que se aplica a algunos productos.

Más Europa

El jefe del Ejecutivo considera que está haciendo lo correcto, “lo sensato”, como le gusta afirmar. Y que, de hecho, no puede hacer más, y que la Unión Europea no ayuda lo suficiente, porque el BCE debería actuar con mayor determinación.

“En otras circunstancias, yo no estaría aquí protagonizando esta conferencia, y lo harían por mí tres señores”, aseguró, en referencia a los hombres de negro, que han estado estas semanas en Madrid, y que representan al BCE, a la Comisión Europea y al FMI.

Rajoy, incluso, ante el escepticismo que se encontró, reveló que los datos del paro del mes de mayo, que se conocerán esta semana, son esperanzadores, algo mejores de lo previsto, aunque aseguró que era consciente de todo el camino que todavía debe recorrer España.

¿Reformas de la Constitución?

Pero el presidente del Gobierno parte de una idea que el empresariado catalán, y el Govern de Artur Mas no pueden compartir. La situación “es la que es”, otra de las frases habituales de Rajoy, y ante las circunstancias económicas no se puede hacer otra cosa que batallar, reclamar más esfuerzos a Bruselas, y seguir la línea trazada. Respecto a cambios institucionales, reformas de la Constitución, modelos federales o consultas soberanistas, Rajoy no se da por aludido.

Y esa esperanza se había producido entre el jueves y el sábado en el Hotel Melià. Mas admitía que podía interesarse por una reforma constitucional que solventara la cuestión catalana. Alfredo Pérez Rubalcaba, el líder del PSOE, apostaba por esa reforma, con cierta convicción.

La frase “me ha gustado mucho Rubalcaba, ha estado bien”, fue repetida en muchas ocasiones en la tarde el viernes en Sitges. De hecho, el tejido empresarial e institucional catalán, también muchos dirigentes de CiU, quieren acogerse a cualquier tímida posibilidad de pacto y de acuerdo, ante el desolador panorama económico.

Pequeños países

Rajoy, sin embargo, mantiene su tesis. Algunos empresarios admitían que, tal vez, el presidente del Gobierno tiene razón. Porque para una apuesta federal del Estado hay que saber primero qué se entiende con ello, qué se quiere cambiar, y qué modelo se desea seguir.

El  problema es que a Rajoy le pudo haber sobrado su último comentario. Ágil en su discurso, crítico con los informadores –“no entiendo la poca trascendencia que ha tenido la Ley de Transparencia, una ley de mucho calado”—aseguró que los países pequeños “no cuentan para nada”. Fue un reproche sin contemplaciones al plan soberanista de Mas.

Es cierto, sin embargo, que algunos prohombres catalanes, como el economista Joaquim Muns, y también en un acto en el Círculo de Economía –¿pura casualidad?—afirmó recientemente que los estados pequeños “apenas cuentan” en el concierto internacional. El ex director ejecutivo del FMI recordaba que son los grandes estados los que toman las grandes decisiones, y el resto las acaba ratificando.

El proyecto soberanista, ¿se apagará?

Rajoy sigue a lo suyo. Bruselas le ha pedido que intensifique las reformas, y que rehaga el sistema tributario. De hecho, ha tomado el mando, con una mayor vigilancia. Pero el presidente del Gobierno se mantiene firme.
 
Cree que el tiempo le irá dando la razón, tanto respecto a la situación económica, como en relación a la situación política, y que la reivindicación soberanista se irá apagando. Algo de ello parece que ya pueda estar pasando.

El Círculo de Economía lo podrá invitar el próximo año. Por lo menos, respecto a 2012, España sigue viva, colocando deuda del Tesoro en los mercados, pero con más de seis millones de parados.

Y la sombra de George Bush padre es alargada.

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