¿Quién sabe dónde está CiU?
Los electores de la federación nacionalista se muestran desorientados tras el acuerdo con ERC y la decisión de abrazar el proyecto soberanista
Imaginen unos seres inteligentes que aterrizan en Catalunya, procedentes del espacio exterior. No saben apenas nada sobre lo que ha ocurrido en los últimos años, pero conocen los manuales al uso de ciencia política. Y reconocen las ideologías del mapa político catalán.
Del PSC se atreven a concretar algunos postulados, que engarzan con la antigua socialdemocracia europea. De Esquerra Republicana también podrían señalar algunos principios conectados con la mesocracia. Cuando se acercaran a ICV podrían detallar un ideario de la nueva izquierda verde de finales del siglo XX. ¿Pero qué dirían sobre CiU?
La federación nacionalista sufre en sus carnes una gran indefinición y desasosiego. Más allá de las encuestas, como la que publicó este viernes El Periódico, o el baile de diputados, la tendencia de fondo es clara: CiU pierde apoyos, de forma constante, –de 62 escaños en 2010 a 35 diputados según la encuesta del Periódico– desde que el President Artur Mas decidió adelantar las elecciones autonómicas en noviembre de 2012.
Factores propios
Existe una cuestión general que perjudica a los grandes partidos catalanes, y españoles. Y también europeos. Todo ello es cierto, producto de una crisis económica y del propio cansancio de la democracia liberal representativa. Pero en CiU hay factores propios.
El polítólogo Oriol Bertomeus, profesor de Ciencia Política en la UB, destaca que son las clases medias las que han tomado una decisión, y exigen mucho más a las direcciones políticas que en los años 90, donde todo parecía mucho más estable. Ahora esas clases medias quieren que sus políticos cumplan con sus compromisos, y han acabado distanciándose votando a opciones más radicales.
En el caso de CiU, Bertomeus considera que “es la parálisis del debate sobre la consulta sobre el derecho a decidir el que le pasaría factura”. Ese electorado, que esperaba que Mas cumpliera lo prometido en la campaña electoral, “se ha cansado de esperar y pasa a optar por los auténticos, los que sí serían capaces, a sus ojos, de hacer la consulta, los de ERC”.
Izquierda-derecha
Pero en el campo ideológico, CiU también ha entrado en una gran indefinición. En el eje izquierda-derecha, “la dirección de CiU ha pasado de ser la ultra defensora de los recortes y del equilibrio presupuestario, a apostar por una transición desde una posición neoliberal a no se sabe qué”, apunta Bertomeus.
Porque ese ser inteligente del espacio exterior, ¿podría afirmar si CiU es de centro-derecha o de izquierda, o liberal social o ecologista? Ni los propios dirigentes de la federación saben responder hoy a esa pregunta.
Electores desubicados
Jordi Sauret, director del Instituto Feedback, encargado de sondeos y estudios electorales, entra de lleno en el comportamiento electoral de la federación nacionalista. “El problema de buena parte del electorado de CiU es que está desmovilizado, y no opta por ninguna opción política, pero lo está porque está desorientado, porque el cambio hacia posiciones soberanistas ha sido muy rápido, y se siente totalmente desubicado”.
Es decir, en los sondeos se están pronunciando ciudadanos muy movilizados, y los que más lo están son los de Esquerra Republicana, que viven pendientes de la posible convocatoria de una consulta soberanista.
¿Ruptura de CiU?
Sauret, sin embargo, señala una cuestión. Ese cambio ha sido veloz, y se ha producido en el seno de una federación de dos partidos. “En CDC ha habido una apuesta por el soberanismo, equivocada o no, y si Unió no está de acuerdo, parecería lógico que los dos partidos lleguen a algún tipo de acuerdo para una ruptura”, asegura. En caso contrario, los electores de CiU reciben “mensajes contradictorios”.
El problema para el timonel de ese proyecto, todavía conjunto, Artur Mas, es que, a partir de ahora, “haga lo que haga”, será en perjuicio de CiU.
Perder o perder
Ese “haga lo que haga”, es una frase compartida por Bertomeus y Sauret. “Si Mas sigue adelante con su proyecto, con la idea de convocar la consulta, alimenta a Esquerra Republicana, pero si da marcha atrás, también alimenta a ERC”, sostiene Bertomeus.
Sauret da un paso más allá. Mas “ha introducido el lenguaje de ERC, pero en beneficio de Esquerra”.
La situación para CiU y PSC es grave. Pueden que ya no recuperen el espacio central, que dominaron durante décadas. Los socialistas han comenzado a asumirlo.
¿También lo asume la dirección de la federación nacionalista?
Sauret concluye: “Toda la política catalana gira alrededor de la posición que ha marcado Esquerra: consulta, y rechazo a los recortes”. ¿Y si gobierna algún día? “Eso es otra cosa, a los que quieren votar a ERC eso no les importa”, sentencia Bertomeus.