Puigdemont quiere salvarse con el estallido de una crisis europea
Puigdemont explicará desde Bruselas, junto a cuatro consejeros de su gobierno, cómo puede implicarse la UE en el conflicto, apelando a los derechos humanos
Bélgica, y, de rebote la Unión Europea. Carles Puigdemont no quiere aterrizar sin más en la política ordinaria, en unas elecciones autonómicas, después de haber llegado hasta aquí, con una resolución en el Parlament que insta a poner en marcha la república catalana. La petición del fiscal, que presentó este lunes dos querellas contra Puigdemont y los miembros del Govern, por “rebelión, sedición y malversación”, también ha contribuido a que el expresidente catalán quiera salvarse con el estallido de una crisis europea.
Junto con Dolors Bassa, Meritxell Borràs, Antoni Comín, Meritxell Serret y Joaquim Forn, Puigdemont pretende que la causa catalana sea reconocida en la capital europea, donde está dispuesto a pedir asilo político. La pista clara es que habría contratado al abogado –como el mismo letrado ha reconocido– Paul Bekaert, especializado en derechos humanos, y que ha trabajado buscando la forma de paralizar la extradición de muchos integrantes de ETA a Espala en los años 90. Una de las ideas que ya ha circulado es que el letrado se podría acoger al supuesto hecho de que en España se practican torturas.
Esa petición es muy difícil de que surta efecto, porque, por la propia naturaleza de la Unión Europea, no se contempla que sus estados miembros violen los derechos humanos. Sin embargo, hay algunas grietas que el propio país belga presenta y a las que se agarra Puigdemont para provocar una seria crisis europea.
La posible petición de Puigdemont de asilo político provoca un conflicto en la política interna belga
Precisamente, todo viene de la propia lucha de España contra ETA, y de la necesidad de que los países europeos no se acogieran a la defensa de los derechos humanos para negar la extradición de terroristas. Fue José María Aznar quien introdujo el llamado protocolo 24 en el Tratado de Amsterdam, que tuvo, sin embargo, algunas excepciones a las que se podría acoger Bélgica.
Puigdemont ha visto una oportunidad, tras la oferta del secretario de estado belga de migración y asilo, Theo Francken, del partido independentista flamenco N-VA, de ultra derecha y xenófobo, que aseguró que el expresidente catalán podía solicitat “asilo político”. Tuvo que aparecer el primer ministro belga, Charles Michel, para desmarcarse de esa posibilidad. Michel, valón, del Mouvement Réformateur, mantiene un difícil equilibrio entre cuatro partidos, entre ellos la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), con lo que el asunto de Puigdemont puede destabilizar la política belga.
Fuentes jurídicas apuntan que Bélgica, en el mejor de los casos para Puigdemont, sólo podría elevar la cuestión al Consejo Europeo. Pero eso para el expresidente y los exconsejeros de la Generalitat, ya sería todo un éxito, porque situaría el conflicto en el corazón de la política europea, provocando un enorme desaguisado entre la UE y España, y entre los propios países miembros. Esa situación la hizo explícita Aleix Sarri, un colaborador del eurodiputado del Pdecat, Ramon Tremosa, quien explicó en su cuenta de Twitter a última hora de la noche que acababa de cenar con Puigdemont y los miembros del Govern ya cesados para preparar la rueda de prensa de este martes con el objetivo de «internacionalizar el 155».
En el conflicto ha intervenido ya el comisario general belga para los refugiados y los apátridas, Dirk Van den Bulcke, que afirmó este lunes que para que Bélgica conceda asilo a otro ciudadano europeo, como Puigdemont, deberían existir “señales serias de persecución”, o que corriera enormes riegos en el país de origen.
El soberanismo está desesperado y necesita decir que lo ha probado todo para bajar a la realidad del 155 y del 21D
Para tener una idea de en qué puede consistir todo eso, se debe retener que Bélgica ha recibido peticiones de asilo de otros europeos que son miembros de la UE, la mayoría ciudadanos de países como Rumanía, Eslovaquia, Croacia o Bulgaria, y que ha concedido en los últimos años una docena.
¿Qué gana Puigdemont con tal operación? El soberanismo está totalmente noqueado tras la decisión de Mariano Rajoy de convertir la aplicación del 155 de la Constitución en una mera convocatoria electoral para el 21 de diciembre. La necesidad de bajar de golpe a la realidad ha llevado a los ideólogos del proceso soberanista a pensar en soluciones creativas. Uno de los más activos es Oriol Soler, uno de los fundadores del diario Ara. Y en las reuniones mantenidas en las últimas horas, en un fin de semana en el que la confusión ha sido total, se acabó de perfilar ese viaje a Bruselas. Pero todo obedece a la búsqueda de un camino que permita decir que se ha intentado todo, también la implicación europea, para poder asumir después la convocatoria electoral, y la aplicación del 155.
Este martes, a mediodía, Puigdemont buscará su último golpe de efecto, con parte de sus consejeros y aconsejado por un abogado que defendía que los etarras no fueran extraditados a España. Un final apoteósico.