Puigdemont lanza algaradas en las calles para eludir su responsabilidad
Puigdemont pide que se desborde al Estado con la manifestación de la Diada, y que se presione a los alcaldes frente a los pasos del Gobierno para impedir el 1-O
El presidente catalán, Carles Puigdemont, quiere seguir adelante, sin asumir ninguna responsabilidad. Al revés. Puigdemont ha lanzado a los soberanistas a las calles para que provoquen algaradas con el fin de no admitir su derrota, después de los pasos realizados por el Gobierno español para, con la ley en la mano, impedir el referéndum del 1 de octubre.
Una parte del Pdecat lamenta que Puigdemont haya ido tan lejos. Pero es ya demasiado tarde. Ya pedirán cuentas el 2 de octubre, en función del balance de daños. Puigdemont es ahora un president que no está dispuesto a rectificar, y que cree que lo que cuenta es “estar con el pueblo de Cataluña”. Es la idea de democracia de Puigdemont, que reclamó este sábado que el soberanismo desborde al Estado en la Diada de este lunes, y que los ciudadanos interpelen directamente a los alcaldes que se niegan a dejar los colegios públicos para el 1-O, mirándoles a los ojos, con la exigencia de que les dejen votar. Esa es la idea de “democracia” que Puigdemont alienta.
La presión a los alcaldes es total para que en las grandes ciudades se pueda votar el 1-O
Cuando se llega tan lejos, se suele provocar grietas en las propias filas. Es lo que ocurrió este sábado con los medios afines al independentismo. El diario Ara, fundado con dos personas diferentes, pero unidas en un proyecto ilusionante, el editor Oriol Soler, que dirige el Grup Cultura 03 –asesor ahora de Puigdemont—y el ejecutivo publicitario Ferran Rodés, sufre en sus carnes ese extremismo. El diario Ara redactó un comunicado, además de un artículo de su directora, Esther Vera, en el que justificaba que no hubiera publicado el anuncio del referéndum, porque el rotativo podría sufrir consecuencias jurídicas, y que era mucho más importante poder servir a sus lectores con la información, mientras Soler, ya fuera de la empresa aunque en las últimas semanas se especulaba con su entrada, de nuevo, como accionista, se mostraba “decepcionado” con la decisión del Ara, donde sigue como principal impulsor y accionista Ferran Rodés.
De hecho, para Rodés el problema es doble. La central de medios Havas Media, de la cual es uno de los principales directivos y accionistas, se ha negado también a gestionar la publicidad por el referéndum del 1-O. Articulistas soberanistas y activistas reclamaron el boicot al Ara en las redes sociales. Es decir, soberanistas contra soberanistas que quieren jugar de otra forma, desde el respeto a la legalidad, aunque sea porque hay serios intereses económicos en juego.
La presión del soberanismo divide a sus propios defensores, con ataques al diario Ara
Para Puigdemont todo da igual. Se trata de no rectificar. La excusa ahora a la que se agarra con mayor vigor es el registro de la Guardia Civil en la sede del semanario El Vallenc, en Valls (Tarragona), con la investigación a su director por supuestos delitos de desobediencia, prevaricación y malversación, tras los registros en la imprenta Offset de Constantí, en Tarragona, donde se sospecha que se ha trabajado para preparar el material del 1-O.
Las protestas se sucedieron, en la propia población, y a lo largo del día en distintas localidades, también en la plaza Sant Jaume, en Barcelona, en este caso para exigir a su alcaldesa, Ada Colau, que se involucre en la votación del 1-O.
El presidente catalán, lejos de asumir la realidad, elevó el tono. “La ley del referéndum aprobada en el Parlament no puede ser tumbada por ningún Tribunal Constitucional deslegitimado y conchabado por el Gobierno del Estado, la ley es fruto de un acuerdo vigente en el Parlament porque se ampara en los derechos de los pueblos a su autodeterminación, los cuales a su vez, se amparan en los derechos humanos, y por encima de estos no puede pasar nadie”, aseguró, ante el consejo nacional del Pdecat.
Puigdemont apela a los derechos humanos y tacha de autoritario al estado español
Puigdemont añadió que “cuando un pueblo se pone en pie para ejercer su derecho a la autodeterminación, los derechos humanos quedan reforzados”, aunque delante esté “un estado cada vez más autoritario y demofóbico, que ha comprobado que somos un Govern fuerte, determinado a cumplir sus compromisos y que no busca la comodidad de la poltrona”, aseguró, clamando una y otra vez que la respuesta será, “la garantía de los votos en las urnas el 1-O”.
Eso es un deseo de intenciones. La realidad es que el Gobierno va avanzando, sin tomar, de hecho, ninguna medida extraordinaria. Se crean grietas internas en el propio campo, y las dificultades aumentan, hasta el punto de que el consejero de Presidencia, Jordi Turull, lanzó la idea de imprimirse las papeletas del voto en casa, para llevarlas a las urnas.
Ahora el objetivo es la Diada. El presidente de la ANC, Jordi Sànchez, asegura que se tratará de un éxito total, porque ya hay 400.000 personas inscritas. El propósito es que se las movilizaciones arranquen con la Diada, con presencia en todos los pueblos y ciudades y tratar de llegar al 1-O. Pero el cerco, con el Tribunal Constitucional y la Fiscalía, es cada ve mayor sobre el propio Puigdemont, que ha decidido, por ahora, no asumir sus responsabilidades.