Puigdemont impide a Torra convocar elecciones

Junts per Catalunya y ERC degradan en público su alianza de gobierno mientras la legislatura en Cataluña entra en fase agonizante

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La relación entre Junts per Catalunya y ERC apenas tiene margen para empeorar, pero el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha decidido arrastrar por el fango su alianza de gobierno al menos durante unas semanas. O, dicho en rigor, lo ha decidido Carles Puigdemont, que estudia cuál es el mejor momento para convocar elecciones.

A ERC le extrañó que Torra no anunciara las elecciones ayer mismo, lunes, porque el pretexto era difícil de mejorar: el presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC), cumplió las órdenes de la Junta Electoral Central y retiró el acta de diputado al titular de la Generalitat. Torra no engañó a nadie y exhibió ante las cámaras su rostro demudado por lo que, a su juicio, fue una humillación procedente de las propias instituciones catalanas.

«No teníamos otra vía. Era eso (retirar el acta a Torra) o alimentar la retórica de fantasía de que hemos saltado el marco legal», asumieron los estrategas de ERC después de varios días estudiando las escapatorias que tenía Torrent como presidente del Parlament. No tenía ninguna porque Junts per Catalunya solo concedió una opción: desobedecer. Sin artimañas ni trucos. Simplemente desobedecer.

Si fuera por Torra las elecciones ya estarían anunciadas. Pero el debate en Junts per Catalunya —o, en rigor, en Waterloo y en el penal de Lledoners— es intenso en estos momentos. De lo que no hay duda es que la ruptura con ERC es irreversible. De hecho, el presidente de la Generalitat no se ahorró ni un solo gesto de frialdad con sus socios de gobierno en una sesión más que tensa en el Parlament de Cataluña.

Torra vs ERC: «un divorcio total y absoluto»

El despojado Torra se mantuvo en su asiento en el hemiciclo sin cruzar palabra ni mirada con su vecino, el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC). Solo fue la primera instatánea de una tensión creciente.

Torra pidió la palabra desde la tribuna y su discurso fue aplaudido en pies por los diputados de Junts per Catalunya y seguido en silencio por los parlamentarios de ERC. La división no se pudo reflejar con mayor crudeza. «Es un divorcio total y absoluto. Esto no hay quien lo arregle», asumieron fuentes soberanistas.

El asunto ahora es medir el día de la convocatoria electoral para encajarlo en el calendario al gusto de Puigdemont. Hay voces de Junts per Catalunya que son partidarias de alargar el castigo a ERC ante la parroquia soberanista a base de repetir que los dirigentes republicanos no han estado a la altura de las circunstancias en el Parlament. Y también de incluir en el castigo su improductiva relación con el PSOE (está pendiente la reunión de Pedro Sánchez y de Quim Torra). Pero el riesgo es que la actualidad se lleve por delante cualquier percepción de castigo.

Este martes, por ejemplo, los focos cambiarán de golpe porque llegan al Parlament los presos independentistas con Oriol Junqueras a la cabeza. Junqueras y los demás exconsellers (Raül Romeva, Dolors Bassa, Josep Rull, Jordi Turull y Joaquim Forn) comparecen ante la comisión de investigación del 155. Será inevitable que se lleven el protagonismo con su relato sobre «la represión».

Las dudas: entre el cálculo y la dignidad

Los presos, de hecho, también forman parte de los debates sobre la conveniencia de la fecha electoral. Los hay que consideran que es buena idea esperar a la aprobación de los presupuestos de la Generalitat para proyectar una imagen de responsabilidad ante la sociedad catalana y también para dar mayor tiempo a la reordenación de Junts per Catalunya. «Jordi Sànchez, que el preso más influyente en nuestro espacio, no quiere elecciones», dicen fuentes de JxCat.

Los contrarios a las eleciones en JxCat añaden otro argumento: «¿Quién es Quim Torra para convocar elecciones cuando él no va a ser el candidato?». Y apuntan, en este sentido, que es importante definir el proyecto electoral y, particularmente, el cartel electoral antes de llamar a las urnas.

El olfato de ERC, en cambio, sugiere algo muy distinto a estas voces de JxCat. «Si ven claro que el tema se pudre esta semana, pensarán que no tienen una oportunidad mejor para convocar y se impondrá la pulsión de Torra y la justificación de que hay que preservar la dignidad de la presidencia de la Generalitat», sospechan. E incluso han echado cuentas: 29 de marzo. 

 

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