Puigdemont fracasa en Waterloo: ni cumbre ni foto

El fallido intento del expresident de escenificar una efímera unidad en torno a su persona ejemplifica los problemas del soberanismo para ponerse de acuerdo

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El expresidente catalán Carles Puigdemont ha intentado salvar la cara este lunes a base de presentar la cumbre de partidos y entidades que pretendía celebrar en Bélgica como una simple reunión de trabajo para informar del llamado consejo por la república, el ente parainstitucional destinado a difundir internacionalmente la causa soberanista.

Pero los espinosos y tensos preparativos de la cita no han hecho más que evidenciar, una vez más, los problemas que ahora mismo tienen las diferentes familias independentistas a la hora de ponerse de acuerdo en cualquier cosa, incluso en algo aparentemente tan sencillo como consensuar la celebración de una reunión.

La propuesta de celebrar una cumbre independentista partió la semana pasada de Puigdemont y Junts per Catalunya (JpC). Explican fuentes soberanistas que tanto Esquerra como otros actores pusieron como condición que la reunión se celebrara con discreción absoluta, algo imposible teniendo en cuenta que el plan era que todo el mundo, incluido el presidente de la Generalitat, Quim Torra, y parte de su gobierno, debía desplazarse a Bélgica. 

Maniobra de imagen de Puigdemont

Puigdemont intentaba, por una parte, conseguir una foto conjunta del soberanismo para contrarrestar la imagen de fractura que ya hace meses que transmiten las fuerzas independentistas, ahora sin mayoría en el Parlament.

Y, por otra parte, quería recuperar protagonismo justo antes del primer aniversario de la declaración de independencia del Parlament y también de la convención fundacional de la Crida Nacional per la República, prevista para este mismo sábado, día 27. 

Filtración, desmarcajes y contactos de última hora

El caso es que El Mon, un medio afín a las tesis soberanistas, difundió los planes de Puigdemont y, antes de que nadie hubiera anunciado su asistencia, empezaron a descolgarse invitados. Sólo la CUP, eso sí, lo hizo abiertamente. El viernes, los antisistema emitieron un comunicado para subrayar que «un espacio multilateral de debate debería de ser más riguroso, discreto y sin intereses partidistas e institucionales».

Ese mismo día, en ERC, donde la maniobra de Puigdemont se había encajado con incomodidad, se afirmaba que no tenían previsto asistir porque no habían recibido ninguna invitación, y mientras, la Generalitat anunciaba no una cumbre, sino una reunión, la séptima, entre el president Torra y Puigdemont. 

Durante el fin de semana, se sucedieron los contactos para tratar de evitar ‘in extremis’ el fiasco

Durante el fin de semana, se sucedieron los contactos para tratar de evitar in extremis el fiasco, y finalmente, en medio de un secretismo generalizado, se pactó reconvertir la pretendida cumbre en una reunión de trabajo en la que Puigdemont daría cuenta de la activación del consejo por la república.

Las entidades independentistas decidieron finalmente enviar a representantes a la reunión, pero si la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) y la Asociación Catalana de Municipios (ACM) enviaron a sus presidentes, las dos más potentes, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural optaron por no acudir con sus primeros espadas y enviaron respectivamente a su vicepresidente, Josep Cruanyes, y a su director, Oleguer Serra. La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, y el vicepresidente de Òmnium, Marcel Mauri, se quedaron en casa.

ERC, sin excusas

Que la reunión sirviera para explicar el consejo por la república dejaba además sin excusas para no acudir a ERC, porque el nuevo ente difusor del relato soberanista forma parte del acuerdo de investidura suscrito en su día entre JpC y los de Junqueras. Pero hasta este mismo lunes, con la reunión ya en marcha, Esquerra no reveló que había enviado al presidente de su grupo en el Parlament, Sergi Sabrià, además de al exconseller Toni Comín, ya instalado en Bélgica.

Eso sí, ninguno de los consellers republicanos del gobierno Torra acudió a la cita. Sí lo hizo la portavoz del ejecutivo, Elsa Artadi. No fue la única representante de JpC, que también envió a su portavoz parlamentario, Albert Batet, mientras que el Pdecat designó como representante a su vicepresidenta, Miriam Nogueras. También acudió el portavoz de Demòcrates, Antoni Castellà. La CUP, como ya había anunciado, se desentendió del encuentro.

Al final, la foto con la que Puigdemont pretendía escenificar bajo su manto y por un día la unidad perdida del soberanismo se redujo a una breve rueda de prensa en la que apenas se anunció que el consejo lo encabezará Comín y se presentará formalmente el día 30, martes de la semana que viene, en el Palau de la Generalitat. La brecha es demasiado profunda.

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