Puigdemont estudia otra huida: Suiza
Los abogados del expresident analizan otro refugio para el expresident ante la posibilidad de una extradición a España
A Carles Puigdemont le ha salido bien, hasta ahora, su huida a Bélgica. Más de dos años después de su escapatoria, la justicia española no la logrado echarle el lazo y está a punto de agotar sus intentos con la tercera orden de detención y entrega cursada por el Tribunal Supremo. El jueves, 16 de diciembre, se conocerá el desenlace después de una vista en un juzgado belga de primera instancia.
Aunque los abogados de Puigdemont, y en particular Gonzalo Boye, mantienen un enorme optimismo respecto a que la justicia belga rechace su extradición a España, lo cierto es que también se han ocupado de analizar otras posibilidades para su cliente.
El equipo del expresidente de la Generalitat ha llegado a la conclusión de que el destino idóneo para una nueva huida es Suiza, donde Puigdemont podría permanecer a salvo de la justicia española si es que el juez belga determina su extradición.
El problema para Puigdemont es que instalarse en Suiza limitaría enormemente su acción política, tal y como se ha podido comprobar con los casos de Marta Rovira, secretaria general de ERC, y Anna Gabriel, exdiputada del partido de la CUP.
Ninguna de las dos protagoniza apariciones públicas de ningún tipo: apenas han concedido entrevistas y apenas difunden mensajes en sus redes sociales. Y es así porque así lo exigen las autoridades suizas, que no quieren que su país se convierta en ese tipo de paraíso político, en un lugar donde plantar el altavoz. Instalarse sí, pero sin propaganda. Ésta vendría a ser la doctrina suiza.
Los viajes de Puigdemont a Suiza
En marzo del año pasado, y ante los planes de Puigdemont y de la exconsellera Meritxell Serret -también huida de la justicia española e instalada en Bélgica- de acudir a un acto en Ginebra, la Fiscalía General del Estado pidió al Ministerio del Interior que consultara a las autoridades suizas sobre la posibilidad de detener y extraditar a ambos.
El Departamento Federal de Justicia suizo respondió en cuanto esas intenciones se hicieron públicas, y lo hizo con un portazo. El portavoz del organismo, Folco Galli, recordó que el Supremo había retirado la orden de detención y entrega contra Puigdemont y Serret y alegó que por tanto, no había “ninguna base” para la extradición.
Pocos días después, la número dos de ERC, Marta Rovira, y las autoridades helvéticas insistían en que no prevén la extradición “por delitos políticos”, y, ante la posibilidad de una respuesta negativa, el Supremo nunca ha llegado a solicitar su entrega, como tampoco se ha reclamado nunca la de la exdiputada de la CUP Anna Gabriel, también instalada en Suiza y que está acusada de un delito de desobediencia, que no conlleva penas de prisión.
Puigdemont y el caso Falciani
Las relaciones entre Suiza y España en el terreno de la colaboración judicial están envenenadas a raíz del caso de Hervé Falciani, el exmpleado del HSBC Private Bank que filtró datos que permitieron identificar a más de 100.000 evasores fiscales. España no ha accedido a la extradición de Falciani, condenado por espionaje en Suiza.
Si a eso se le suma la intensa actividad paradiplomática desplegada por la Generalitat y hasta por la Assemblea Nacional Catalana (ANC) en el país transalpino, no extraña que Puigdemont se plantee trasladarse allí ni que las autoridades españolas teman que si lo hace pierdan definitivamente la oportunidad de traerlo de vuelta para procesarlo.
Con manos libres para ir sin miedo a ser detenido, Puigdemont se ha desplazado en numerosas ocasiones a Suiza. Sin ir más lejos, el 6 y el 7 de julio y el 31 de agosto y el 1 de septiembre viajó a Ginebra para participar en sendas cumbres de partidos y entidades independentistas, y el 13 de septiembre hizo una visita a la Suiza italiana donde fue entrevistado en televisión y dio una conferencia.