El PSOE teme perder Valencia y Castilla-La Mancha por el bajón autonómico de Podemos
Las posibles sumas de cara a las elecciones autonómicas necesitan de una izquierda que, en algunos casos, "se la juega a cara o cruz", considera Ferraz
Aún quedan muchas semanas para las elecciones de mayo, y más en un escenario tan volátil como el actual. En Ferraz son conscientes de ello: sólo acaba de empezar el año y, por mucho que anden trabajando en los programas marco y la estrategia general, muchos factores pueden alterar el escenario con el que concurrir a las autonómicas y municipales. Pero el análisis que realiza la dirección socialista parte de una premisa clara: sin la fuerza que necesitan en el bloque de izquierdas, algunas plazas que salen a «defender» podrían estar en peligro, por mucho que sus votantes se movilicen.
No es más que «lanzar una moneda al aire», en un par de casos, según advierten fuentes de la dirección socialista a Economía Digital. En concreto, la ecuación parece que puede tambalear al PSOE en dos comunidades muy simbólicas para ellos, pero que, aunque supondrían un shock tremendo, sería explicable por motivos muy distintos: una, la Comunidad Valenciana, pero también Castilla-La Mancha.
La jugada es complicada en ambas comunidades, por la fragmentación del espacio y, en el caso manchego, también por las reglas del juego, porque el sistema parlamentario es muy ajustado y la geometría mucho más ajustada. De hecho, Emiliano García-Page, el actual presidente autonómico, necesitaría una mayoría casi absoluta para que en Ferraz respiraran tranquilos. Porque lo máximo que le dan las encuestas a Podemos allí es menos de cinco escaños.
En Comunidad Valenciana, el problema es la fragmentación del espacio, y ya dan por hecho los socialistas de que el resultado, al final, será muy ajustado. No olvidan que su barón y actual presidente, Ximo Puig, lidera un gobierno que fue posible por el apoyo de tres grupos distintos -PSOE, Compromís y Podemos- y que es un territorio histórico para el Partido Popular, al que consiguieron arrebatárselo tras unas circunstancias muy concretas.
El «escenario andaluz»
Fuentes de Ferraz alertan en conversación con Economía Digital que necesitan a unas izquierdas «fuertes» para evitar que gane la derecha en mayo. Y, sobre todo, que el reloj juega en contra de la indefinición: no pueden permitirse una izquierda dividida, sino repensar cómo se ha comportado el electorado en los últimos años en nuestro país cuando, tanto a izquierda como a derecha, se han multiplicado las siglas. El último ejemplo es el caso de Andalucía, pero no el único. «Con ese escenario hay que trabajar», sintetizan desde Ferraz.
El PSOE se muestra muy convencido, al albur de las últimas encuestas, de que en mayo, ellos, por su propia cuenta y riesgo, retendrán a sus votantes y defenderán sus plazas. Pero saben que no concurren solos a esa contienda. Y en la pugna Podemos-Yolanda Díaz está la clave. Ambas partes muestran su «convencimiento» de que deben concurrir juntas, pero ni se han dado pasos en claro ni se ha aclarado cómo se hará, porque habrá una lucha directa por los escaños con Vox, con los que competirán cuerpo a cuerpo en votos.
La clave de bóveda, Sumar
En Ferraz saben que, de cara a mayo, Díaz puede ser un gran revulsivo, pero hasta diciembre -fecha prevista pero aproximada para las generales- aún falta mucho. Tiene que poder acordar no sólo con Podemos, sino también con otros partidos que estaban integrados en la coalición electoral de Unidas Podemos, como Izquierda Unida, que goza de una capilaridad regional de la que tanto los morados como la propia vicepresidenta segunda carecen. Aunque la predisposición de los de Alberto Garzón es buena, que consideran Sumar «el instrumento más útil para conseguir los objetivos de la izquierda» y por lo que ha propuesto una mesa de partidos.
Porque no hay encaje aún entre todas las sensibilidades a la hora de montar una candidatura de cara a las generales, comicios a los que, formalmente, la vicepresidenta segunda aún no ha indicado su voluntad de presentarse tras finalizar su «proceso de escucha» y sus trabajos con su plataforma Sumar. A nadie le cabe duda, pero no hay pasos formales, y el tiempo apremia. Pero aún es Díaz la interlocutora de Sánchez para tratar con su socio minoritario en Moncloa, y todos, aunque les pese, saben que se necesitan.