El desafío del PP extremeño a Vox, primera crisis de Feijóo en la antesala del 23J

María Guardiola advierte a Vox y a Génova que o gobierna en solitario o fuerza nuevas elecciones, pero que nunca meterá a dirigentes de Abascal en su Ejecutivo

La presidenta del PP y candidata a la presidencia de la Junta de Extremadura, María Guardiola. EFE/ Jero Morales

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Alberto Núñez Feijóo tiene un nuevo activo y un problema en el Partido Popular y los dos se llaman María Guardiola, presidenta del PP de Extremadura y, desde el pasado 28M, la revelación en un territorio dominado históricamente por los socialistas. Guardiola tiene fácil ser investida presidenta si, como exige Vox, forma un gobierno con dirigentes del partido de Santiago Abascal en su Ejecutivo. Pero la presidenta del PP extremeño no está dispuesta.

«Quiero gobernar en solitario, me voy a sentar a hablar con Vox pero voy a hablar del único programa de futuro, de cambio y de gobierno que hay para Extremadura, que es el del PP y Vox me tendrá que decir qué no comparte y qué aporta a este documento», sentenció esta semana cuando anunció que se presentaría a la investidura a pesar de no ser la lista más votada. Feijóo ha defendido durante la campaña que debería gobernar la lista más votada.

«María [Guardiola] no va a traicionar lo que ha prometido, que es lo que está en el programa con los que ha conseguido este resultado, que se traduce en que los extremeños piden cambio. Si ni PSOE ni VOX le dejan gobernar en solitario y hay que ir a repetición de elecciones, se va. No nos da miedo. Como votemos de nuevo, se planta en los 32 diputados«, defiende con rotundidad un miembro del equipo que ha hecho posible que esta desconocida hasta hace apenas unos meses le esté hablando de tú a tú no sólo al socialista Guillermo Fernández Vara, presidente de la Junta de Extremadura, sino también a la cúpula de Génova, pendiente estos días de cómo se fraguan los pactos territoriales en aquellos ayuntamientos, diputaciones y parlamentos autonómicos donde tiene capacidad de sumar mayoría y que supondrán un espaldarazo (o un lastre dependiendo del socio) para Núñez Feijóo de cara a las generales del 23J.

El escenario que dejó el resultado electoral del 28M en una comunidad que celebraba elecciones para renovar su parlamento autonómico es el siguiente: el PSOE ha empatado en escaños (28) con el Partido Popular de María Guardiola, pero gana por un estrechísimo margen de de votos (39,89% frente al 38,85%); con todo, la suma a su izquierda con Podemos, 4 escaños, no es suficiente para logar la mayoría absoluta, que es de 33 escaños.

Por otro lado, a su derecha, la desaparición absoluta de Ciudadanos se traduce en una crecimiento enorme del PP que le lleva sumar 8 diputados más respecto a 2019, Vox consigue 5 escaños en su estreno en el parlamento extremeño y el PSOE se deja 6 diputados por el camino.

Guardiola ni se plantea abstenerse para dejar gobernar a la lista más votada, la del socialista Vara. «No ha venido a la política para dejar que todo siga como estaba», sostienen en su equipo.

El mandato de Génova desde el 28M es dejar hacer a los territorios, consciente de que antes que presidente del PP, Núñez Feijóo fue el poderoso barón gallego que nunca llevó bien las directrices que emanaban de Madrid y menos aún de aquel tándem Casado-García Egea. Pero eso es una cosa y otra diferente que una recién llegada sin trayectoria orgánica ponga en un brete a la organización con este desafío a llamar de nuevo al voto, interpretan desde la cúpula del PP. Siguiendo la lógica del PP, no sólo sería Sánchez el que convoca elecciones porque no le dan los números, sino también el PP el que estaría forzando unos comicios.

En la primera entrevista concedida desde el 28M y tras el anuncio del 23J, en Telecinco, Ana Rosa Quintana le preguntó al presidente del PP si mantenía «lo de que gobernara la lista más votada». El gallego le respondió que «sí», lo dijo dos veces. Al escucharlo, la presentadora le apuntó que de esa manera se perdería Extremadura. Y es entonces cuando el líder de la oposición razona que «ganaríamos cantidad de capitales de provincia y cantidad de diputaciones». Caras de asombro en el PP extremeño al escuchar al jefe del partido.

El razonamiento de Feijóo fue excusado en un primer momento por el equipo de Guardiola con un «habrá tenido un lapsus el hombre» pero ante el ruido que estaba generando este choque de tesis, la candidata extremeña decidió entrar en el juego de mandarse mensajes por televisión y responder a su líder orgánico a través de Cuatro:

«Ya ha visto lo que dice su jefe: perderíamos Extremadura pero ganaríamos muchas capitales de provincia», dijo Ana Terradillos repitiendo las palabras de Feijóo en Ana Rosa. «Mis jefes son los extremeños y a ellos me debo», pronunció rotunda Guardiola. «Con el presidente Núñez Feijóo, con Alberto, lo que tengo es su palabra de que tengo manos libres para hacer lo mejor para mi tierra, que es lo que estoy haciendo», sentenció para luego criticar las tutelas de Madrid tanto del candidato de Vox como de Fernández Vara.

Guardiola no quiere tutelas y aún sin entrar en el Gobierno de Extremadura ya está avisando que no las va a consentir, ni de Vox en su Gobierno ni del PP nacional. «En Génova nos quieren matar», desliza una fuente muy bien informada del órdago que está lanzando Guardiola en estos momentos.

Vara, conminado a aguantar el tipo

La noche del 28M Guillermo Fernández Vara, a la luz de los resultados, levantó el teléfono y felicitó a María Guardiola, en realidad el ganador era él, pero la alegría era de ella. Vara asumía la derrota incapaz de sumar mayoría de progreso en la cámara.

El lunes a primera hora pidió su ingreso cómo médico forense en la administración sanitaria extremeña y, a mediodía, cuando Pedro Sánchez anunció el bombazo del adelanto electoral la cosa fue mutando. El martes 30 de mayo en rueda de prensa y tras reunirse con su Ejecutiva dio una rueda de prensa y dijo que cómo era posible que le pidieran a él, ganador en votos, que se abstuviera y anunció que iba a intentar la investidura.

El mensaje era nítido: Moncloa/Ferraz había dado orden de no facilitar las investiduras del PP y menos aún en un escenario en el que el PP puede ver mermada su imagen de la mano de cogobiernos de Vox. El PSOE busca que Feijóo y cada uno de los suyos en sus territorios se retraten: ¿Va a gobernar con los de Santiago Abascal?

Hay candidatos donde se responde afirmativamente sin complejos, otros dan rodeaos y trabajan alambicados circunloquios y hay quien dice que a su lado no se van a sentar, otra cosa es negociar políticas pero que depende cuáles. Guardiola dice que está dispuesta a hablar de la mesa del fuego, de sequía…

El órdago lo está lanzando a Vox, pero no a su candidato extremeño, Ángel Pelayo, de quien critica que no haya respondido a sus mensajes para conocer su disposición a prestarle sus escaños en el parlamento para convertirse en la primera mujer que llegue a la presidencia de la Junta de Extremadura. El órdago lo está lanzando al presidente del partido ultra: «Si Pelayo no es un interlocutor válido, que venga Abascal a negociar con nosotros».

Órdago, desafío, rentoy. Estos días se califica así esta jugada pero en el equipo de Guardiola hablan de que no querer plegarse a las imposiciones de Vox de reclamar cargos con una diferencia desequilibrada -28/5- es la actitud de «una mujer del siglo XXI en 2023» que desconoce por completo «las estructuras y dinámicas habituales» en la cultura vertical de los partidos. Un verso libre en el PP que, si aguanta este primer escollo, dará que hablar.

En el PSOE, por su parte, califican todo esto de escenificación y ruido, un ganar tiempo para que la marca de Feijóo, que en su trayectoria política en Galicia no ha tenido que vérselas con Vox porque nunca han entrado en el parlamento autonómico, no se resienta de sus pactos con Vox de cara al 23J.

En ese caso, una hipotética repetición electoral, en virtud de los plazos que marca el Estatuto de Autonomía de Extremadura y el Reglamento de la Asamblea extremeña, el calendario llevaría la nueva convocatoria hasta septiembre, con el Congreso de los Diputados ya constituido y el Gobierno de España ya definido, en teoría, a no ser que la ingobernabilidad en virtud de los resultados nos llevará a una repetición de generales.

El parlamento autonómico tiene de plazo máximo un mes para que los diputados tomen posesión de su escaño, se elige al presidente de la asamblea y los miembros de la Mesa, órgano de gobierno de la cámara, para iniciar las negociaciones entre los partidos.

El 12 de julio, es la fecha tope para que los grupos políticos presenten un candidato y ese candidato, 15 días para presentar su programa de investidura. Necesita mayoría absoluta para ser elegido presidente, si no lo consigue, a las 48 horas puede presentarse de nuevo y ser elegido por mayoría simple (más síes que noes). Si en el plazo de dos meses transcurridos desde la primera votación, ningún candidato consigue ser elegido, se procederá a disolver la composición de la Asamblea y convocar nuevas elecciones. Como pronto, septiembre.

Pero también se puede dar la circunstancia de que si se fuerzan elecciones, el PSOE, la lista más votada y con un suelo muy alto en la comunidad, movilice a cuantos se quedaron en su casa y ahora sí le salgan los números a Vara. Cada uno mira sus cartas.

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