El PP marcará distancias con Vox aunque mantengan sus gobiernos
En pleno giro a la moderación, Génova piensa hacer oídos sordos de lo que consideran puro ruido de Vox y lo utilizarán como ariete electoral para conseguir gobernar en solitario en mayo
La polémica del aborto no afectará a los planes que el PP viene preparando para las elecciones autonómicas y municipales del mes de mayo: a pesar de las idas y venidas con Vox, en Génova recorre una máxima: no dejarse enredar, seguir a lo suyo. Y lo suyo no es más que vender su propio proyecto, uno que sea, en palabras del propio presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, en privado, «ganador» y «propio». Sin interferencias.
La idea de la dirección popular era convertir la papeleta que liderará Feijóo el próximo mes de mayo en una opción trasversal, que aunara desde la derecha a la izquierda desilusionada. El PP es consciente de que las elecciones se ganan por el centro, y ahí se dirige con moderación y trasversalidad. Y, si las cosas no suman, contar con Vox, pero siempre y como se está evidenciando en el gobierno de Castilla y León, sin hacerles demasiado caso. Por mucho que no paren de estallar bombas.
Las salidas de tono de Vox molestan soberanamente a destacados dirigentes del PP, como ha podido comprobar Economía Digital, que, en privado, critican que sea su pareja de baile en determinados gobiernos. Pero saben y son conscientes de que los necesitan, y por eso en público no se les desacreditará más allá de lo necesario -como hizo el presidente castellanoleonés, Alfonso Fernández Mañueco, con el vicepresidente Juan García-Gallardo-, pero desde el respeto de los socios de gobierno.
No «dejarse someter»
Es el motivo de que Feijóo se reuniera hace unos meses con el presidente de Vox, Santiago Abascal, y que este mismo lunes el portavoz del PP nacional, Borja Sémper, defendiera los gobiernos autonómicos a pesar de mostrar un perfil muy crítico con la formación de extrema derecha, a la que acusa de hacerle el juego a Pedro Sánchez.
La idea que Génova quiere vender está clara: replicar la mayoría absoluta que Juanma Moreno consiguió en Andalucía acercándose y abrazando el centro, resignificando banderas ideológicas que tradicionalmente estuvieran ligadas a la izquierda -la apuesta por la sanidad y la educación públicas, la lucha contra el cambio climático- combinadas con un mantra fiscal ineludible: no subir los impuestos y bajarlos siempre que sea posible. Y ahí no se va a dejar desviar por nadie. Ni siquiera el socio de gobierno.
Es por eso que arengó a los suyos este sábado en Zaragoza con unos deberes muy claros para sus barones autonómicos. Quiere “gobernar desde la mayoría, no a ser una minoría influyente ni a dejarnos someter a las minorías”, alertó. Y es la senda que se está intentando seguir, aunque a trompicones. Por eso quieren reenfocar la polémica del aborto, salir cuanto antes y aprender de lo sucedido.
Y para muestra, un botón. El vicepresidente García-Gallardo no habla con el presidente Mañueco desde el jueves, cuando anunció el protocolo antiaborto, que insiste se va a aplicar con normalidad, a pesar de la declaración este lunes del máximo responsable de la Junta. Aunque sí ha contactado con el consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez (PP), y ha insistido en que, pese a las palabras del presidente negando que el protocolo vaya a ser obligatorio para los médicos, «se va a aplicar con normalidad».