Pérez Andújar: »En Barcelona lo que palpita es la pirámide feudal»
El escritor, que protagonizará el pregón en las fiestas de la Mercè, con la oposición del bloque soberanista, constató su idea de la ciudad en Paseos con mi madre
Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, 1965) acaba de publicar nuevo libro, Diccionario enciclopédico de la vieja escuela, (Tusquets) en el que reivindica la cultura popular. La alcaldesa Ada Colau le llamó para que pronunciara el pregón de las fiestas de la Mercè de este año, y el bloque independentista se enfurismó, hasta el punto de que uno de los actores favoritos de los soberanistas, Toni Albà, aclamado por sus imitaciones del Rey Juan Carlos, ha organizado un pregón alternativo que contará con la presencia de concejales de la ex Convergència.
Pérez Andújar ultima el pregón. Colau lo eligió porque es un escritor que ha defendido la cultura de barrio, frente a la ciudad burguesa, a los colectivos que se han sentido desarraigados mientras se construía una ciudad cada vez más pensada para el consumo y el sector servicios. Y cree que eso conecta con su proyecto de ciudad. El escritor, que se ha convertido, sin buscarlo, en una especie de tótem antiindependentista, constató su idea de la ciudad en Paseos con mi madre, (Tusquests).
La ciudad de los estratos
Una de las ideas que surge en el libro es que para cualquier joven de un barrio periférico de Barcelona la ciudad se antojaba como algo extraño, como un mundo ajeno en el que era difícil lograr la integración. En diferentes momentos del libro, Pérez Andújar describe cómo la policía le paraba y le espetaba un «qué haces aquí», como si tuviera que permanecer en su barrio de origen en Sant Adrià, sin capacidad para moverse.
Y describe a su manera la ciudad:
«Detrás de la pirámide sociológica de Barcelona lo que palpita es la pirámide feudal. Si Barcelona la dividimos en tres estamentos, se ve, sobre todo, que el de en medio está hecho de un material impermeable. Los tres estratos de esta pirámide los forman de abajo arriba la multitud, las familias y la élite, que solo es élite. El clasismo de familia, el de la clase interpuesta, es el clasismo endémico de Barcelona. No es un clasismo ni de clase obrera ni de clase dominante sino el de una clase subordinada que ha desarrollado un sentido beato de la jerarquía. Es un clasismo que funciona, antes que por clases, por estratos, y así está ya estratificado, quiero decir fosilizado. En la sociedad barcelonesa siempre hay alguien en medio para evitar que dos personas diferentes entren en contacto. En Barcelona a la clase intermedia le da miedo que las cosas pasen. Le horripila que ocurra como en la canción de Serrat y que por un día el rico y el villano, el prohombre y el gusano, bailen y se den la mano, sin importarles la facha. Para impedirlo están. Aquí la clase intermedia es impermeable, es un estorbo, y a ese estorbo le llaman país». (…)
«No se puede ser de esta ciudad si no se pertenece al estrato de las familias, desde las más poderosas que han desfalcado el Palau de la Música hasta las más modestas que se sienten robadas por ese desfalco. Yo voy a estar más cerca del Rock-Ola, en Madrid, que del Palau de la Música sin haber entrado nunca en el primero. De Barcelona sólo me veré capaz de sentirme cuando vaya a Las Golondrinas, al Museo de Cera o al Rey de la Gamba, que es adonde van siempre los de fuera».
La victoria de CiU en 1984
En otro momento relata que salía del cine con sus amigos en la noche en la que CiU ganó su primera mayoría absoluta, en 1984. Y, buscando el autobús, en Paseo de Gràcia, a la altura de la calle Valencia, coincidieron con «un grupo de hombres encorbatados que hablan en voz alta. A Convergència aún se la identificará en esos días con el visón y la banca por encima de sus otros aspectos más pueblerinos. El grupo de amigos está celebrando alegre, con simpatía de compañeros, la victoria de su coalición. Se dirigen al Majestic, que está allí enfrente y es el hotel donde el partido instala siempre su sede electoral. ¡Así aprenderá la charnegada!, exclama uno de ellos. Pero los oídos con los que oigo el mundo me van a decir que los charnegos no existen, que sólo existen los bloques (y los bloques son más de quienes los han hecho de de los que viven en ellos)».
El soberanismo espera ahora el pregón de Pérez Andújar, este jueves, aunque ya tiene alternativa, con Toni Albà.